Cárteles mexicanos, entre la insurgencia criminal y la propaganda ‘negra’
Las jornadas de violencia que se han vivido tras las capturas de líderes del crimen organizado –con quema de vehículos, cierre de avenidas principales e incluso ataques a la población civil– es propaganda negra, explica el doctor en gerencia pública y política social y exdirector de la Escuela de Inteligencia para la Seguridad Nacional del CNI (Centro Nacional de Inteligencia), Jorge Retana Yarto.
En entrevista con Contralínea, agrega que el crimen organizado transnacional que actúa en México ya no es el que existía a principios del siglo XXI –con una forma convencional de organizarse, de actuar, de acuerdo a las experiencias sudamericanas, especialmente la de Colombia–, sino que “el escenario actual es más complejo. El análisis especializado le llama ‘fenómenos delincuenciales complejos’, es decir que se trata de escenarios en donde convergen muchos elementos, y las amenazas que estas organizaciones generan son de carácter mucho más complejo”.
El académico de la UNAM advierte que las recientes jornadas de violencia son un conjunto de operativos en represalia por las detenciones de líderes: ataques de carácter terrorista –por fortuna los menos–, y ataques de insurgencia criminal. Respecto de esto último, el también economista con especialidad en inteligencia para la seguridad nacional explica que la insurgencia criminal no tiene por objetivo apoderarse del poder para instrumentar un programa de gobierno –como ocurre con la insurgencia clásica de carácter revolucionario–, sino que ataca al orden social y con ello a la gobernanza; pretende aterrorizar a la población, y manda el mensaje de que cualquier ataque a sus intereses –particularmente la aprehensión de sus líderes más importantes– va tener una respuesta en donde le duele más al gobierno, que es en el orden social.
“Estamos hablando de dos cuestiones distintas: de insurgencia criminal y de terrorismo. Lo que de esos hechos ha derivado es que la derecha ha soltado todos sus aparatos de propaganda en distintas formas: en medios electrónicos, prensa escrita; a través de comentaristas que son en su gran mayoría muy ignorantes sobre esta temática. Entonces, ha soltado toda una campaña de propaganda para magnificar los hechos y establecer la apariencia de que el gobierno está fuera de control en relación con las acciones contra el crimen organizado.”
Reitera que se está ante un fenómeno muy complejo, “en donde lo más fácil es aventar todos los aparatos de propaganda escritos y electrónicos y comentaristas, y decir que todo es un problema de terrorismo”. Al respecto, el doctor Retana Yarto advierte que estas campañas mediáticas patrocinadas por los medios de comunicación y la derecha política también “buscan ‘sensibilizar’ al gobierno estadunidense para que genere una presión inusual sobre el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, y desde luego tratar de descarrilar una estrategia que, si bien es cierto tenemos que ser objetivos y en términos de pacificación no ha dado los resultados esperados, tampoco podemos decir que esto significa ya el fracaso de una concepción del intento de establecer un nuevo paradigma sobre esta situación. No es así”.
El experto en inteligencia para la seguridad nacional señala que esto es extremadamente lamentable, y lo califica como un comportamiento casi mercenario, pues la derecha debería actuar civilizadamente en la disputa por el poder. No obstante, indica que sí era previsible y, por ello, considera que se descuidaron algunos aspectos que permitieron esta andanada masiva propagandista, esta ofensiva.
Para Retana Yarto, la maniobra de la derecha es señalar que todo es responsabilidad del gobierno federal. “Por eso es que creo que hay mucha irresponsabilidad en comentaristas que se ponen a hablar de terrorismo sin ningún rigor y sin ningún conocimiento, y lo grave de esto es que la información que le llega a la sociedad está muy distorsionada. Fíjate cómo se complicó, cómo se ensució el escenario en términos de información: primero decían que había fracasado la estrategia del gobierno; la otra versión fue que el presidente había ordenado todo eso; y después se contraataca diciendo: no, la derecha lo impulsó. La cierto es que la derecha lo está aprovechando como aprovechará siempre cualquier cosa”.
Asimismo, cuestiona: “¿qué tanto es producto de la propia derecha un poco desesperada este tipo de cuestiones? Bueno, también es posible que lo podamos entender e intuir y lo planteemos como una hipótesis: tenemos exgobernadores que tuvieron algún tipo de trato con las organizaciones criminales, no podemos pensar que no lo hubo; entonces, naturalmente deben tener vías de comunicación abiertas con estas organizaciones y es muy probable. Pero, ojo, el crimen organizado en sus capacidades ofensivas no va a hacer nada que beneficie a la derecha política a cambio de nada, porque no es su interés fundamental. Ellos están tras el negocio delictivo. Sí se puede reforzar las alianzas de carácter económico que haya y por eso mi opinión es que adquiere un carácter mayúsculo y estratégico al máximo el tema del ataque a la corrupción, entendida como el ataque a las subestructuras de complicidad criminal y de complicidad en los negocios, tanto de la clase política corrupta como de algunos empresarios que pudieron haber ajustado a lo que llaman algunos autores ‘la etapa de simbiosis’ en los intereses económicos”.
Asimismo, indica que no se puede descartar porque es algo que ya se ensayó en América del Sur, “y no sería la primera vez que se utiliza el crimen organizado contra un gobierno que plantea transformaciones en el orden social, económico y político. La propia experiencia del surgimiento de las mafias italianas es muy ilustrativa en ese sentido, durante muchos años utilizaron a los grupos de las organizaciones criminales contra la izquierda europea. Entonces no podemos descartarlo de ninguna manera; que no tengamos todos los elementos para desglosarlo es distinto, pero es una hipótesis perfectamente plausible”.
Retana Yarto observa que todos los países que tienen un problema de violencia muy similar al de México –con la única excepción de que no tienen más de 2 mil de kilómetros de frontera con Estados Unidos– han reconfigurado el aparato de inteligencia del Estado, pero aquí esto no se ha hecho. Dicha reconfiguración se debe hacer, abunda, a partir de establecer exactamente el tipo de amenazas que enfrentan, entre ellas las no convencionales (difusas, complejas). Entonces los escenarios actuales del crimen organizado tienen que ser atacados en función del tipo de amenaza que representan específicamente en cada región del país.
Política importada sí fracasó
El doctor Retana Yarto señala que el crimen organizado también descansa en la economía legal. Al respecto, cita al teórico Jürgen Roth, quien en su libro Mafias de Estado describió cómo se articulaban los intereses de los grupos políticos en el poder público con las organizaciones criminales a partir de negocios comunes. Por ello, indica que eso también puede estar pasando en México pero le toca a las autoridades –como la FGR y la UIF– documentarlo.
Añade que la derecha en México ha apostado al fracaso de la estrategia actual del gobierno, “porque es una concepción que niega 40 años en que ellos estuvieron dirigiendo la estrategia; pero lo peor es que ni siquiera fue sobre la base de concepciones propias sino sobre la base de una concepción importada desde el Norte, que se impuso a través de Naciones Unidas hasta toda América Latina, en donde el asunto fundamental era crear un modelo de represión institucionalizada que terminara, no neutralizara, con las organizaciones del crimen organizado”.
Esas políticas no sólo fracasaron, sino que derivaron en el crecimiento exponencial de las organizaciones criminales. “Hoy tenemos organizaciones estructuradas con base a dos o tres grandes formaciones, y sobre las cuales se aglomeran un conjunto de organizaciones pequeñas y medianas que actúan con una relativa autonomía. Es decir, el crimen organizado, en su reconfiguración cualitativa, renunció a una estructura de poder extremadamente vertical y configuró un tipo de organización y operación en red, de tal manera que esto permite a organizaciones pequeñas y medianas articularse como franquiciatarios de una organización criminal mayor”, señala el académico.
Explica que quienes salen a las calles a incendiar autos, a generar insurgencia criminal o incluso un ataque terrorista no son los líderes. Añade que con el llamado “culiacanazo” se advirtió que “había grupos que llevaban el armamento más pesado y que estaban recorriendo las calles para enfrentar a los grupos del ejército que habían capturado al hijo del Chapo Guzmán –Ovidio–, pero había otros grupos con pertrechos menores en Culiacán.
En ese contexto, indica, el crimen organizado en México “ha recibido últimamente golpes muy importantes. Por ejemplo, en algo que les duele muchísimo, que son los decomisos de cargamentos muy grandes, de los que hemos tenido conocimientos. Entonces, obviamente que iba a haber una reacción. Ahí necesitamos que la actuación transversal de las agencias de inteligencia en el país puedan desarrollar una estrategia de neutralización de la reacción, esto se iba a dar necesariamente”.
Por ello, el experto se adhiere más “a la idea de que sea una represalia en contra del gobierno y del Estado, como una gran insurrección o una insurrección criminal para establecer naturalmente que están en pie de guerra a pesar de los golpes que reciban y que tienen con qué responder, y que eso solamente la parte civil de su respuesta, digamos, no es la respuesta con las armas”.
Añade: “¿qué es lo que está haciendo con los ataques a los comercios y en algunas gasolineras privadas?, están generando una alarma, tratando de generar una respuesta de alarma en los propietarios de esos negocios que no les van a reclamar a ellos, le van a reclamar al gobierno estatal y al gobierno Federal. Entonces, el tema es que ellos están acostumbrados a negociar así, ellos no tienen acceso de manera legal a nadie. Entonces, ellos están acostumbrados a actuar así”.
Con información de Contralínea