Gildardo Leyva, “el soplón”, en el radar de la DEA
Álvaro Aragón Ayala
Rehén del síndrome del mafioso, el alcalde de Morena, Gildardo Leyva Ortega, colocó a El Fuerte y a sus autoridades locales, por su estribillo de sus “conexiones” con “gente pesada” o “peligrosa”, en el radar de la Drug Enforcement Administration (DEA) y de inteligencia militar, instituciones interesadas en saber a ciencia cierta si es verdad o mentira la fanfarria del presidente municipal.
Quizá para inspirar temor o para generar “respeto”, el presidente municipal, quien amenaza con “golpear a periodistas”, propaló entre sus más allegados, integrantes de su gabinete y diversos representantes de las fuerzas vivas, que él recibe respaldo o trato especial de capos de la droga, con los que presume convivir en fiestas privadas o en eventos públicos, rancheros o serranos.
La difusión que da el alcalde, a quien se le conoce por su “lengua suelta”, provocó una estampida de personas con las que originalmente “coexistía” para beber la copa o tomar cerveza y quizá para fumar mariguana o inhalar dosis de cocaína. Quienes “festejaban” y alardeaban con él de tener el poder municipal se le han ido alejando porque es el propio Gildardo Leyva quien los exhibe como “gente mafiosa”.
Sean o no sean delincuentes, después de sus pachangas diurnas y nocturnas, otro día, pues, tal vez totalmente “arreglado” o quizá bajo los influjos de algún medicamento para el estrés, Gildardo Leyva asume el papel de “soplón” o “sapo” dando santo y seña de las personas con las que se reunió, alardeando que gracias al apoyo de esa gente es intocable y todopoderoso.
Son tantas las versiones que ha difundido después de sus “amanecidas” que despertaron la curiosidad de la DEA y de inteligencia militar a grado tal de que ya trae “marcaje personal” y teléfono intervenido y es investigado para desentrañar sus relaciones, si es que en realidad existen, con el mundo del hampa del municipio fortense, de Huatabampo y Álamos, Sonora y de Batopilas, Chihuahua.
Es el propio presidente municipal, por su “lengua suelta”, quien calienta la plaza y quien concentra el interés de las autoridades “gringas” y del ejército mexicano. La primera hipótesis es en el sentido de que los grupos delictivos, con los que dice tener contacto y a los que constantemente “pone el dedo”, buscarían el “acercamiento” con él, no para organizar “fiestas” sino para hacer negocios.
Para la DEA e inteligencia militar, el único interés que tendrían los “mafiosos” para tener contento al edil de El Fuerte, de ser verdad lo que dice el alcalde “soplón”, sería el control del aeródromo del municipio, de la red carretera y de pistas clandestinas de esa zona.
Sin embargo, a estas alturas, en la que el alcalde concentra la atención nacional de la prensa, la DEA y los militares, para cualquier grupo delictivo sería un suicidio revelar sus operaciones a Gildardo Leyva, que un día sí y otro también bebe vino o cerveza en cantidades industriales y llega totalmente “arreglado” al Palacio Municipal, sembrado el terror con su “poderío”.
El “síndrome del mafioso”, su presunta adicción a las drogas y su “lengua suelta”, convierten al alcalde morenista en una persona de alto riesgo, no confiable, para cualquier cártel de la droga, aunque existe la probabilidad de que lo estén utilizando, sin decirle nada, manteniéndolo todo el tiempo “arriba”, totalmente estúpido de borracho o quizá aspirando cocaína
Por lo pronto, Gildardo Leyva y sus más cercanos colaboradores, están en el radar de la DEA y de inteligencia militar.