¡Guácala! Los sin pudor
Luis Fernando Najera
En la fotografía se ven contentos. Y parece que ya olvidaron su pasado tormentoso. Han pasado apenas 197 días de aquello, cuando dejaron un municipio en ruinas, destruido por dentro y por fuera.
Fueron de lo peor, tanto que terminaron siendo convictos. Dos tipos que sin pudor alguno se exhiben como los más ruines desvergonzados. Ambos irrumpieron en la escena pública siendo desconocidos.
Unos políticos novatos. Ambos cobijados por un “gringo” venido a menos, un fracasado. Manuel Guillermo Chapman Moreno, dijo llamarse, y que se auto impuso el apodo del abuelo, “Billy”, para destrozarle una honra que se escribió en dos generaciones.
El la pisoteó en 36 meses. Como un logró dela familia, reveló que ellos engañaban turistas, como vender monedas de oro por doblones, o que se divertían disparando a la campana de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, el orgullo de la ciudad.
Pero estos sujetos, se confeccionaron como copia de ese gringo. Ella fue a tapadera de las tranzas, de las compras infladas, una profesionista gris, del mismo color y estampa de la ballena que merodea el canal de navegación del puerto.
Ella pisoteó los derechos de una superiora. Ella la ofendió a raudales. Ella la denigró. Ella la ignoró. Ella le hizo la vida institucional imposible. Fue ella y nadie más.
Y en esa foto está alegre, contenta, sonriente. Tiene el pulgar de la mano izquierda levantada, en señal de triunfo. Parece que festeja, pero ¿puede una convicto festejar? ¿Puede tener brillo político alguien que fue condenada por violencia política de género en la vertiente de obstrucción del cargo? ¿Puede ella sentir paz consigo misma cuando fue un estorbo para otra mujer? ¿Puede ella ser tan cínica? Sí, sí puede. Y esa foto es la prueba.
A su lado, está él. Un ex agente del Ministerio Público Federal, ex secretario, un tipo joven, que pudo tener un mejor futuro, pero que por agachón y subordinado a caprichos del mequetrefe no creció más.
Al contrario, lo condujo al mismo patíbulo. Fue sentenciado por violencia política de género al haber abusado de su poder en agravio de una mujer. Sí, envalentonado por su jefe, pisoteo dignidades, humilló al amparo del poder, denigró con su investidura.
Pero allí está, feliz y contento.
Es la fotografía de un par de convictos. Juan Francisco Fierro Gaxiola y Ana Elizabeth Ayala, los dos morenistas, los dos sentenciados, los dos convictos.