El PRI se revaloriza: Quirino, como el chanate
José Luis López Duarte
En la última semana dos decisiones del PRI han adquirido valor y más todavía después del fallo de la corte sobre la ley de energía eléctrica, que prácticamente quedó en empate (4 a favor de la constitucionalidad y 6 por la inconstitucionalidad), porque deja “vivos” todos los amparos y los que vengan en un futuro, dándole curso a los 260 que había congelado hasta que la Suprema Corte resolviera, es decir, los litigios y la guerra continúan entre los productores privados, CFE y el gobierno de AMLO.
¿Por qué adquieren mayor importancia las decisiones del PRI? Bueno, en primer lugar porque la resolución de expulsar del PRI al ex gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, se ha convertido en el arma para imponer orden en ese partido y así evitar que cada cual, particularmente sus diputados y senadores, opten por donde sus intereses se los diga y no su partido, garantizando con ello la cooptación de votos en la cámara de diputados y senadores, para apoyar las reformas anunciadas por el presidente López Obrador en materia eléctrica, electoral y fuerzas armadas.
El ex gobernador Quirino Ordaz fue utilizado como cuando los agricultores espantaban los chanates para proteger sus cosechas, matando un pajarraco y colgándolo de los árboles.
Mientras que su decisión de votar contra las reformas constitucionales en materia energética obliga disciplina a sus legisladores y evitar sorpresas de tránsfugas a la hora de votar, más cuando la Suprema Corte ha resuelto la constitucionalidad de la ley de la industria eléctrica y desatado con ello un vendaval económico que quién sabe qué consecuencias tendrá en el conjunto de la economía.
Se han producido dos circunstancias para el PRI que le ayudan en su reorganización y recuperación política, por la sencilla razón que la oposición a MORENA y AMLO requieren elevar sus miras, objetivos y actividades, en la idea de darle a la coalición opositora (PAN, PRI y PRD) mayor relevancia que los obligue a buscar ganar por lo menos la mitad de las gubernaturas en disputa el próximo 5 de junio.
Para entonces el país ya estará exactamente a dos años de elegir al próximo presidente de la república y a un año para bosquejar al candidato de la coalición, cuestiones que dependerán de esa cohesión, fortaleza y crecimiento que la coalición opositora se proyecte como un adversario ganador. Se puede y tiene sentido.