Frontal choque político genera ingobernabilidad en El Fuerte
Álvaro Aragón Ayala
La crisis política en cuyo tobogán ingresó el ayuntamiento de El Fuerte con la toma de posesión como alcalde del morenista Gildardo Leyva Ortega condujo a una descomposición estructural y a conflictos de gobernabilidad que afectan a los servicios públicos locales. El presidente municipal agudizó el enfrentamiento que libra con el tesorero y con un segmento de regidores por el mando del ayuntamiento y el control del presupuesto municipal.
Gildardo Leyva pidió la destitución del jefe de las finanzas municipales, Fabián Cázarez González, quien respondió con su solicitud de renuncia ante el cabildo fortense abriendo un frente contra el presidente municipal, cuya imagen pública rueda por los suelos. En el centro del conflicto sobresale el empoderamiento del Grupo Guasave, clave en organigrama del ayuntamiento y cabeza de una red de proveedores de la comuna.
Desde la llegada de Gildardo Leyva a la alcaldía envió lecturas de la falta de oficio político y de incumplimiento de sus promesas de campaña y de una conducta disoluta, proclive al alcohol y a compañías de personajes de “conductas dudosas”. Desde el primer mes de gobierno, las frecuentes pachangas y borracheras públicas y privadas del presidente comenzaron a generar escándalos y el reproche de la sociedad.
El alcalde privilegió con cargos públicos de primer nivel al llamado Grupo Guasave, liderado por el secretario de la comuna, Edgar Adair Espinoza Robles, quien reclama más posiciones. Los guasavenses toparon al interior de la comuna con el tesorero Fabián Cázarez González. Los “extranjeros” o “aerolitos”, como ya los llama el pueblo, son apoyados por el presidente municipal, y el jefe de las finanzas recibe el respaldo de la mayoría de los regidores y de grupos políticos que se mueven al interior de Morena.
La “guerra intestina” había permanecido oculta, sin reflectores, pero salió a la luz con la exigencia de la renuncia del tesorero que se pertrechó en el cabildo. Fabián Cázarez, uno de los pilares más fuertes de la campaña municipal de Morena en el 2021, “despolvoreó” la versión de que el alcalde y su grupo predilecto querían hacer uso de los recursos públicos de manera arbitraria, sin ningún comprobante del gasto.
El conflicto tocó las puertas del gobierno estatal, en donde se busca una salida salomónica al enfrentamiento y a la petición de cese del tesorero, quien decidió medir fuerzas políticas con el propio Gildardo Leyva. Si Fabián Cázarez se queda el presidente municipal quedará en ridículo y si se va el Grupo Guasave ampliaría el control de la estructura municipal con el agravante de la desarticulación del grupo original que apoyó el proyecto Morena en El Fuerte.
El choque entre funcionarios que provocó también la definición de un segmento de regidores contra el alcalde agravó las deficiencias en la prestación de los servicios de agua “potable” (agua pestilente que se suministra a los clientes de la JAPAF), la recolección de basura, el programa de rescate del sistema de drenaje sanitarios que es un asco y la seguridad pública, área dominada por grupos “externos” al ayuntamiento.
El gobierno de El Fuerte se describe a sí mismo, en solo 5 meses de funciones, como un gobierno fallido, en lo que lo único que le interesa al alcalde es el uso de los recursos públicos para dar rienda suelta a sus debilidades mundanas y para moverse al interior y exterior del ayuntamiento con una actitud de perdonavidas o “capo del rancho” al que todo mundo le debería de demostrar sumisión y obediencia ciega.