Las alternativas de Cuén Ojeda

Álvaro Aragón Ayala 

No hay política sin adversidad, sin disputa por los sentidos, sin tentativas de diferenciación y armonización, sin conflicto identitario, dimensión gimnástica que, en consecuencia, también es constitutiva del discurso político.  

La posición personal, la declaración pública, la alocución, son terrenos privilegiados para el despliegue de la polémica. En sí, la polémica civilizada es política de altura. 

En política la ventaja es que las derrotas o las victorias no son definitivas ni eternas. El quehacer político es un ejercicio circular, especie de rueda de la fortuna: unas veces se está arriba y otras abajo.  

Después de los triunfos y los descalabros, la pervivencia o la supervivencia política depende de las dinámicas personales, las estrategias de los partidos y el ejercicio de gobierno.  

Demasiado se ha escrito y hablado sobre el pasado, presente y futuro del fundador del Partido Sinaloense y actual secretario de Salud, Héctor Melesio Cuén Ojeda.  

Siempre polémico, siempre en medio del debate público, el ex rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa capitaliza hasta las críticas de sus opositores bajo la tesis de “que lo que no te mata te hace más fuerte”. 

En funciones de dirigente del Partido Sinaloense, Cuén Ojeda pactó con Morena-Rubén Rocha Moya para entrar a la competencia electoral del 2021, la cual se tornó ríspida.  

De esa alianza y la campaña de confrontación con el PRI-PAN-PRD, resultó la victoria de Morena y Rubén Rocha, y 6 alcaldías, ocho diputaciones locales y la cesión de dos secretarías para el PAS: la de Salud y la de Turismo. 

Cuén Ojeda dejó la dirigencia estatal del PAS para ocupar la secretaría de Salud. Antes de renunciar a la presidencia del partido, creó una estrategia para consolidar un proyecto político-electoral rumbo al 2024.  

El plan cuenista de acción y de consolidación del PAS y sus acuerdos lo opera el nuevo dirigente del partido, Víctor Antonio Corrales Burgueño, y su secretaria general Angélica Díaz Quiñonez. 

En su desempeño como titular de Salud, Cuén Ojeda siempre cede el primer espacio en sus discursos y en el desarrollo de los programas de salud al gobernador Rubén Rocha Moya.  

No le roba cámara; por el contrario, en sus giras de trabajo, encuentros con los trabajadores del sector Salud y las reuniones con representantes de la sociedad, planta, sin perder identidad propia, una imagen positiva del mandatario estatal. 

En sus interrelaciones con el gobernador Rubén Rocha, el secretario de Salud ofrece lealtad y disciplina al mandatario estatal, pero no una lealtad ciega, sino un ejercicio fruto del razonamiento y de la libertad.  

La lealtad en política no implica sumisión. Los funcionarios eficientes, creen en la causa, en el proyecto, pero siempre respetando la fuerza de las ideas, las formas y la dignidad de las personas.   

Cuén Ojeda se mueve en esa lealtad que pondera la crítica constructiva y el trabajo, no la simulación. Se establece bajo la tesis de Platón que decía que la política es el arte de gobernar a los hombres con su consentimiento.  

El arte de gobernar por la fuerza no es política, es tiranía. Ahí en ese espacio, el secretario de Salud expone sus puntos de vista en materia de salud y sus conceptos en torno a la pandemia del coronavirus. 

En la línea de ese discurso y sus efectos semánticos y argumentativos, sus opositores encontraron un rico filón de “explotación” para crear un falso escenario de confrontación con el gobernador y para vaticinar su renuncia o cese y para “explorar” en torno a las vías alternas o los “márgenes” de Cuén Ojeda rumbo al 2024.  

De hecho, a Cuén Ojeda no lo distraen las críticas. Como “lo que no mata fortalece”, redobla su trabajo en la secretaría de Salud para rendirle buenas cuentas a Rubén Rocha y para adjudicarle a él, al gobernador, los avances de los programas del sector salud y los apoyos que otorga para rescatar el sistema estatal hospitalario. 

El pasado ya no existe; es experiencia, enseñanza. El presente para Cuén Ojeda radica en sus funciones actuales, en el resultado como titular de Salud, en el cual se desempeña con eficiencia en sinergia con el personal de esa dependencia.  

También, el futuro de Cuén Ojeda depende de su rendimiento en Salud, en el fortalecimiento que le imprima a la imagen del gobernador Rubén Rocha y en el brío que alcance su partido, el PAS, de aquí al 2024. 

El Partido Sinaloense, con Víctor Antonio Corrales Burgueño y Angélica Díaz Quiñonez al frente, se mueve en un escenario en el que varios personajes exploran estrategias para sacar de la “cadaverización” al PRI; en el PAN hay desbandadas masivas rumbo al PAS. 

A futuro, si bien algunas secretarías funcionan con excelentes resultados, el gobierno de Rubén Rocha pudiera sufrir un desgaste natural por la conducción del estado. La caída, en el cierre de la administración de Andrés Manuel López Obrador también podría impactar electoralmente a Sinaloa.   

En Morena-Sinaloa, por falta de disciplina institucional, podrían continuar los enfrentamientos internos externos que traerían un declive electoral que lo llevaría a perder alcaldías, diputaciones locales y otras posiciones legislativas. 

En el mejor de los casos, en el estado, Morena es un partido en construcción, que requiere del soporte de una estructura en tierra, sólida, disciplinada, para ganar elecciones, tomando en consideración que en el 2024 no aparecerán en las boletas ni Andrés Manuel López Obrador ni Rubén Rocha Moya. 

Entre los planes del PAS no figura la construcción de alianzas con el PRI-PAN-PRD, pero si elevarse como fuerza ganadora o indispensable en una posible alianza para alcanzar victorias. En la capital del país, Morena ve en el PAS un aliado rumbo a las elecciones del 2024. 

Cuén Ojeda es el guía moral del PAS, pero su compromiso y su trabajo está en la Secretaría de Salud, a la que pertenece en cuerpo y alma. No descuida sus funciones ni un minuto, aun cuando sus críticos intentan meterlo en las vorágines de las discusiones estériles. 

Pero eso es natural, pues no hay política sin confrontaciones, sin opositores, sin críticos y sin ambiciones. La política es adversidad civilizada, disputa de ideas y propuestas, marcaje en la diferencia, identidad propia o de grupo, y declaración y discurso. En fin: los proyectos no se construyen en un día. 

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