La imaginación al poder

Gustavo de Hoyos Walther

1968 es conocido en todo el mundo como un año axial en la historia contemporánea. Movimientos de protesta estudiantiles se sucedieron en todo el planeta con la consigna de establecer las bases para una mejor vida en sociedad. Su espíritu no fue muy diferente al que impregnó a la revolución francesa: liberté, egalité, fraternité. Con otras palabras y otro ethos, los jóvenes en París, Chicago o la Ciudad de México pedían que la imaginación llegará al poder.

Estos movimientos democráticos y libertarios fueron primero minimizados y luego reprimidos por fuerzas de seguridad de Estados, cuyos líderes no entendían que había reclamos de cambio razonables e impostergables.

Algo que no se recuerda tanto es que esto ocurrió también del otro lado de la cortina de hierro. En efecto, en Hungría, Polonia y Checoslovaquia también se le exigía a los líderes aliados a Moscú cambiar radicalmente sus formas autoritarias.

Sabemos lo que sucedió en México en la Plaza de las Tres Culturas el 2 de octubre de 1968: Una represión por parte del Presidente, Gustavo Díaz Ordaz.

El dolor fue un mar sin fondo, dijo Octavio Paz en su poema, “México: Olimpiada de 1968”. Poco después el Nobel mexicano renunció a su puesto de Embajador de México en la India, en protesta por la matanza de jóvenes en Tlatelolco.

Se dice que la historia se repite, primero como tragedia y luego como farsa. Pero a veces también se repite como tragedia. 

Como en 1968, quizás el año 2025 se pueda pensar como uno de revueltas juveniles.  Cometeríamos un error histórico y conceptual de grandes proporciones si concebimos el movimiento de la Generación Z en México como algo aislado del mundo. De hecho, la Generación Z ha encabezado marchas y otro tipo de demostraciones en Madagascar, Marruecos, Kenia, Nepal, Indonesia, Filipinas, entre otros países. La bandera con un cráneo y un sombrero ha sido adoptada y adaptada por los movimientos juveniles en todo el mundo y tiene su origen en un anime japonés.

Se equivocan, entonces, los que piensan que la marcha del domingo pasado fue manipulada por los partidos políticos o por intereses inconfesables.

No sólo no fue manipulada, sino que responde a un descontento global por parte de las nuevas generaciones en todo el planeta.

Quién no lo entienda así, ignora la realidad. Lo que sigue ahora es que todos los mexicanos que aspiramos por un México más justo, próspero, democrático y en paz escuchemos con más claridad ese clamor juvenil, con sus razones contundentes.

Esa no parece ser la conclusión que ha sacado el oficialismo. Fue decepcionante y preocupante que este haya recurrido a la utilización violenta de las fuerzas del orden, como si pretendiera repetir a Díaz Ordaz.

“La imaginación al poder” fue un eslógan de los jóvenes libertarios en 1968. Si la entendemos bien, la frase engloba justo lo que hoy necesitamos en México. 

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