La vivienda se está construyendo no para vivir, sino como una inversión, alertan especialistas

Enrique Hernández

La vivienda se ha convertido en un activo de inversión en México, un país donde pocas personas de la clase alta puede adquirirla o rentarla.

“La vivienda se está construyendo no para vivir, sino como una inversión, y eso propicia la especulación, por lo que es necesaria una política pública que genere un equilibrio”, asevera Mireya Pasillas Torres, investigadora del ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara.

Hay una enorme dispersión de precios en la venta a nivel nacional, de acuerdo con la especialista.

“El inmueble más barato reportado tuvo un precio de 169 mil pesos, mientras que el más caro alcanzó los 76.3 millones de pesos”, advierte la académica. 

“Esta diferencia de más de 450 veces evidencia la profunda desigualdad del mercado inmobiliario mexicano”, expresa.

Los rangos de precios de la vivienda son amplios en la Ciudad de México, Querétaro, Jalisco, Yucatán y Quintana Roo, a dónde se edifican desarrollos verticales, zonas premium y corredores de inversión

“Esta variabilidad pone en tensión el derecho a la vivienda y subraya la necesidad de políticas diferenciadas que respondan a las condiciones específicas de cada mercado local”, apunta la investigadora.

La pregunta aparece —y se documenta en la investigación del ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara—: ¿Quién puede pagar esos precios?

“Sólo un porcentaje muy bajo de la población puede pagar esos precios de la viviendas en México, mientras que el resto tiene que buscar en la periferia, en lugares sin servicios y en situaciones que incrementan la desigualdad”, expone.

Para adquirir una vivienda con un valor de un millón de pesos es necesario un ingreso mensual de alrededor de 30 mil 699 pesos, según el estudio del  ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara.

Detalla que el precio mediano de la vivienda en México es de 3.05 millones de pesos, lo que implicaría un ingreso mensual de 93 mil 632 pesos, mientras que el precio promedio (4.29 millones de pesos) requeriría ingresos por 131 mil 780 al mes. 

Cuando hoy, el ingreso mensual por hogar, sin considerar transferencias, es de 21 mil 355. 

Y el decil IX (que agrupa a los hogares con ingresos altos, pero no en el nivel más alto) tiene un ingreso de 35 mil 988 mensuales, lo que apenas alcanzaría para una vivienda de alrededor de 1.2 millones de bajo las condiciones simuladas. 

“Esto muestra que ni siquiera la mayoría de los hogares de altos ingresos podría acceder a las viviendas que representan la mediana o el promedio obtenido de las plataformas digitales seleccionadas”, apunta la investigadora.

Sólo el decil X, que concentra a los hogares con mayores ingresos (en promedio 70 mil 201 mensuales), se acerca a los niveles requeridos para acceder a inmuebles de alrededor de 2.2 millones de pesos bajo las condiciones de crédito planteadas, indica.

Este nivel de ingreso está todavía muy por debajo de lo necesario para adquirir la vivienda mediana de 3.05 millones de pesos o la vivienda promedio de 4.29 millones de pesos sin destinar más del 30 por ciento del ingreso mensual a la hipoteca.

“No puedes comprar una casa, pero tampoco la puedes rentar”, agrega Mireya Pasillas Torres.

La estructura de precios del mercado formal de vivienda está desconectada de la realidad de ingresos de la mayoría de los hogares, asevera.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos estipula en su Artículo 4º que “toda persona tiene derecho a disfrutar de vivienda adecuada. La Ley establecerá los instrumentos y apoyos necesarios a fin de alcanzar tal objetivo”. 

Pero lo que ocurre en la vida cotidiana es muy diferente: en la práctica, hacerse de una vivienda —ya sea comprada o en renta— es cada vez más complicado para la mayoría de la población, lo que lleva a las personas a buscar opciones en las periferias de las ciudades, en sitios sin servicios y en condiciones que incrementan la desigualdad.

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