De legados políticos… y de otros

Luis Soto
Si me siguen llamando “Andy”, los voy a acusar con mi papá, quiso decir Andrés Manuel López Beltrán, Secretario de Desorganización, perdón, de Organización de Morena.
No te dejes “Andy”, no te dejes, pareció alentarlo la dirigente de Morena, Luisa María Alcalde.
Tu eres como el líder de masas e ídolo de multitudes, aunque en chiquito; pero si algún día creces, políticamente hablando, vas a ser como “papi”, tercian los observadores políticos objetivos e imparciales.
Y entonces te van a llamar el “pejecito”, o algún otro sobrenombre, pero siempre en chiquito. Así es la política, “Andy”, le recuerdan y documentan.
Mira muchacho, nunca ha habido dos Cárdenas iguales; uno se llamó Lázaro, fue general y sigue siendo reconocido urbi et órbita por la expropiación petrolera; su hijo Cuauhtémoc nunca reclamó “el legado político” de su padre. Y vaya que el ingeniero tenía bastante talento.
Sin embargo, se quedó chiquito ante la figura de su papá, y nunca se molestó porque la opinión pública lo llamará “Temo” o le pusiera cualquier otro sobrenombre.
Hablando de expresidentes de México, Miguel Alemán Valdés, quien fue el “cachorro” de la Revolución, como lo calificó Vicente Lombardo Toledano, tuvo un hijo a quien le puso el mismo nombre, y sus cuates le decían “Micky” cuando se metió a la política.
No fue ni la sombra de su papá y como gobernador de Veracruz fue pésimo; resultó muy chiquito y nunca pidió que lo llamaran Miguel Alemán, don Miguel, bueno, ni siquiera “señor Miguel”, y tampoco reclamó el legado político de su papá, aunque sí el legado económico, apuntan los observadores.
Al hijo de José López Portillo (José Ramón), quien fue el orgullo de su nepotismo, nunca le molestó que le dijeran “Pepito”, “Jolopito”, ni que le recordaran que todo lo que hizo se lo debió a Miguel de la Madrid, quien lo recomendó para el importante cargo que desempeñó en el gobierno federal, y a su “Papi”. Tampoco reclamó el legado político de aquél.
Lo mismo podríamos decir de uno de los hijos de Miguel de la Madrid, el que se dedicó a la política, y a quien algunos malosos calificaron como “el hijo del hombre gris”, en “honor” a su papá, quien se ganó a pulso ese calificativo que le impuso la sociedad después de su desastroso gobierno.
El hijo de Luis Donaldo Colosio, a quien en círculos políticos se le conoce como “Donaldito” y a quien algunos “medios quemados” ven como un buen prospecto para la candidatura presidencial en 2030, nunca ha pedido que lo llamen como su padre, quien también le heredo un legado político del que se siente orgulloso.
Y en el ámbito político-empresarial, podríamos referirnos al hijo de Emilio Azcárraga Milmo, a quien empezaron a llamar “Emilito” cuando heredó el consorcio Televisa.
Nunca ha dicho “llámenme, Emilio, Señor Emilio, Don Emilio…” o alguna otra expresión de respeto o cortesía.
No te enojes “Andy”, el “pueblo sabio” y la opinión pública te llaman así por cariño, no porque seas incompetente, políticamente hablando, ni porque carezcas de madera política o quieras aprovechar el legado del “Peje”.
Por cierto, a Andrés Manuel López Obrador nunca le molesto ni le incomodó ninguno de los sobrenombres que sus detractores políticos le pusieron durante su larga carrera por la presidencia de la República.