Manual para lidiar con Trump

Rubén Martín
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha conversado telefónicamente siete veces con su homólogo estadounidense Donald Trump y tarde que temprano tendrá una reunión personal con el inquilino de la Casa Blanca. Y cuando esto ocurra, sería conveniente que la mandataria mexicana vaya preparando un manual de cómo lidiar con una emboscada y el bulling que traicioneramente Trump les asesta a los gobernantes invitados a la Oficina Oval.
Primero le tocó la emboscada al presidente de Ucrania Volodymyr Zelensky en su visita a la Casa Blanca el 28 de febrero pasado. En lo que entendemos en México como un claro abuso, Trump y su vicepresidente J.D. Vance “montonearon” al gobernante ucraniano que había acudido a Estados Unidos a tratar de seguir gestionando ayuda financiera y militar en su guerra contra Rusia. Pero lo que encontró fueron insultos por supuestamente ser malagradecido con la ayuda que ya había recibido. Como fiel escudero de su jefe, el vicepresidente J.D. Vance calificó de irrespetuoso a Zelensky y le exigió dar gracias por la ayuda recibida, en tanto que Trump acusó al mandatario de Ucrania de estar “jugando con la Tercera Guerra Mundial”. La emboscada fue tan vergonzosa que una funcionaria del país visitante se echó a llorar en plena Oficina Oval, y acto seguido, el secretario de Estado, Marco Rubio, y asesor de seguridad nacional, Mike Waltz, ordenaron Zelensky y comitiva a abandonar a la Casa Blanca.
Después de Zelensky, otros mandatarios han acudido a reuniones con Trump en la Casa Blanca, como los primeros ministros de Gran Bretaña y Canadá, Keir Starmer y Marc Carney, aunque han salido más o menos librados.
Pero ahora el pasado miércoles 21 de mayo la emboscada le tocó al presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, quien acompañado de una comitiva de su gabinete, empresarios y golfistas profesionales acudieron a la Casa Blanca a reunirse con Trump y funcionarios con la intención de mejorar sus relaciones deterioradas, entre otras razones, porque Sudáfrica presentó ante la Corte Internacional de Justicia una denuncia contra Israel por cometer genocidio contra la población civil palestina que reside en la franja de Gaza.
Utilizando información falsa, el presidente Trump acusó a Sudáfrica de estar cometiendo genocidio en contra de granjeros blancos e incluso lo amenazó de que el país podría dejar de existir si no solucionaba este presunto genocidio. La emboscada estaba tan preparada, que Trump ordenó instalar una pantalla plana en su Oficina Oval y pidió que presentaran unos videos, y que bajaran la luz para verlos, en los que aparecían dirigentes políticos llamando a la confiscación de tierras y escenas en las que se podían ver decenas de cruces blancas plantadas a un lado de una carretera. Según Reuters estas escenas ni siquiera se grabaron en Sudáfrica, sino en la República Democrática del Congo.
El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, no deba crédito a lo que veía y escuchaba. Educada y cometidamente le respondió a Trump que no conocía las imágenes que le mostraba y le explicó que la política oficial no promueve la confiscación de tierras y mucho menos el asesinato de granjeros blancos. Sin perder compostura le explicó que en su país hay violencia y muertes, lamentablemente, pero que las víctimas eran mayormente de población negra. Para contener la imagen distorsionada y desinformada de Trump, el viernes el ministro de Policía de Sudáfrica, Senzo Mchunu, calificó la teoría como “totalmente infundada y completamente carente de pruebas”, luego de presentar las estadísticas recientes de homicidios que desmienten por completo la versión de un supuesto “genocidio” contra granjeros blancos sudafricanos.
Las “emboscadas” contra mandatarios extranjeros ocurren en el contexto de que se siguen empujando políticas que están teniendo importantes repercusiones en términos de la libertad de expresión, de educación y de movilidad, entre ellas el anuncio del Departamento de Seguridad Nacional, encabezado por Kristi Noem, de prohibir a la universidad de Harvard inscribir estudiantes extranjeros bajo el argumento de que dicha institución creó un ambiente hostil para los estudiantes judíos, mientras deja pasar de lado el genocidio que Israel está cometiendo en Gaza, bombardeando indiscriminadamente y provocando una hambruna para dos millones de gazaties desde marzo pasado. Además el gobierno de Trump acusó a la universidad de Harvard de “coordinarse” con el Partido Comunista Chino. Esta medida contra Harvard ha sido denunciada como un acto claramente autoritario y antidemocrático.
Las emboscadas que Trump ha preparado a sus invitados a la Casa Blanca, los ha dejado descolocados, pues el trato nada diplomático de Trump, sus insultos y afirmaciones infundadas han tomado por sorpresa. Ningún gobernante que asista a la Washington debe permitir este trato. Sheinbaum debería preparar un manual de respuesta ate una eventual emboscada del mandatario estadounidense impidiendo que el estadounidense pretenda erigirse en monarca mundial e imponer a gobernantes y pueblos del planeta sus deseos de poder y gloria. Trump no es más que un vulgar e ignorante presidente de Estados Unidos, no el rey del mundo.