México ante la guerra comercial de Trump

Ricardo del Muro
La “edad dorada” de Trump, señala The Wall Street Journal, ha comenzado con la amenaza de una brutal guerra comercial, la más severa desde la década de 1930 y una política que recuerda la Ley Arancelaria Smoot–Hawley, una de las más proteccionistas en la historia de Estados Unidos y que agravó la gran depresión.
En su discurso ante el Congreso de Estados Unidos, Trump defendió su política comercial: “Otros países han utilizado los aranceles contra nosotros durante décadas y ahora nos toca a nosotros empezar a utilizarlos contra esos otros países”, advirtió.
Ha decretado unilateralmente el fin del libre comercio en Norteamérica; aunque la imposición de aranceles de 25% a México y Canadá con el pretexto del fentanilo, primero la aplazó al 4 de marzo y tras la conversación telefónica que tuvo con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, suspendió temporalmente la medida hasta el 2 de abril.
Ante un incierto panorama y la suspensión temporal de aranceles, la presidenta Sheinbaum encabezó un festejo dominical en el Zócalo capitalino, donde los planes (A,B y C) de defensa arancelaria, por el momento, se guardaron y en su lugar fue presentada la estrategia de su gobierno para fortalecer la economía de México.
El plan de cinco ejes busca fortalecer el mercado interno con el aumento del salario mínimo; ampliar la autosuficiencia en alimentos básicos y energéticos; promover la inversión pública para crear empleos; apoyar la producción nacional y fortalecer los programas del Bienestar.
Sheinbaum expresó su optimismo de que el próximo 2 de abril, la imposición de aranceles recíprocos que impondrá Estados Unidos, no afectará a México, “pues nosotros, desde hace 30 años, hemos firmado dos tratados comerciales, en los que se establece –explicó– que nosotros no tenemos aranceles con ellos ni ellos con nosotros, es decir, que no tendrían que aplicarse”.
Sin embargo, por experiencia se sabe que no hay certezas con Trump. Su política proteccionista, centrada en la autosuficiencia económica y la defensa de los intereses estadounidenses, está redefiniendo el panorama del comercio internacional y representa un punto de inflexión de la economía global, desafiando los principios fundamentales del neoliberalismo y la integración global impulsados por la OMC, el FMI y el Banco Mundial.
De hecho, en opinión de algunos economistas, representa un quiebre en la teoría de Milton Friedman y los Chicago Boys que a partir de 1973 se ensayó en Chile bajo la dictadura de Augusto Pinochet y tras el Consenso de Washington de 1989, se impuso como política económica en los países en desarrollo afectados por la crisis financiera, como fue el caso de México.
La adhesión al GATT que realizó el gobierno de Miguel de la Madrid en 1985 fue un paso clave para reducir aranceles y preparar el camino hacia la firma del TLCAN (NAFTA) en 1994 con Estados Unidos y Canadá.
Trump, en su primer discurso al asumir la presidencia de Estados Unidos, se refirió a William McKinley como un “gran presidente” que “hizo que nuestro país fuera muy rico a través de los aranceles”. Bajo la Ley Dingley de 1897, este mandatario estableció una política de reciprocidad arancelaria, pero la guerra comercial iniciada por Trump es más agresiva y ha sido comparada con la Ley Smoot–Hawley de 1930.
Esta ley impuso altos aranceles a más de 20 mil productos importados. Buscaba proteger a los agricultores y fabricantes estadounidenses de la competencia extranjera; en respuesta, muchos países impusieron aranceles de represalia. El volumen del comercio internacional cayó 66% entre 1929 y 1934.
Aunque la ley Smoot–Hawley se promulgó en 1930 bajo el mandato de Herbert Hoover, su vigencia fue de sólo tres años. Franklin D. Roosevelt, quien asumió la presidencia en 1933, implementó una serie de reformas para revertir sus efectos negativos. Promovió políticas comerciales más abiertas, buscando recuperar las relaciones comerciales internacionales y reducir las barreras arancelarias.
En 1934, Roosevelt firmó la Ley de Aranceles Recíprocos que permitía al presidente negociar acuerdos comerciales bilaterales con otros países para reducir los aranceles y facilitar el comercio. Esta fue una de las medidas más importantes para desmantelar los efectos negativos del proteccionismo excesivo instaurado por Smoot–Hawley.