El mundo tiene menos nacimientos y América Latina no es la excepción
Fernanda Hernández Orozco
El nacimiento de niños está disminuyendo en la mayoría de los países industrializados, lo que provoca distintos desafíos en distintas naciones. De acuerdo con el documento Society at a Glance 2024 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la tasa de fecundidad total —el número de niños nacidos por cada mujer— pasó de 3.3 en 1960 a solo 1.5 en 2023, muy por debajo de la tasa de reemplazo poblacional, de 2.1 niños por mujer.
Además, las mujeres en estos países están retrasando la edad en la que deciden convertirse en madres, si es que llegan a hacerlo. En promedio, las mujeres tienen a su primer hijo a los 30.9 años de edad.
“Hay una amplia tendencia hacia el aumento de la falta de hijos en toda la OCDE, pero la fuerza de esta tendencia varía”, indica el informe. “La comparación de la fertilidad de la cohorte de mujeres nacidas en 1935 y 1975 muestra que la incidencia de la falta permanente de hijos al menos se duplicó en Estonia, Italia, Japón, Lituania, Polonia, Portugal y España”.
Hay muchos factores por los cuales las personas deciden tener menos hijos que antes o, incluso, no tenerlos nunca. Por ejemplo, algunas variables económicas clave, como los ingresos del hogar, cómo se dividen entre los padres y el costo del cuidado de los niños y la vivienda, pueden afectar si las personas deciden tener hijos, cuándo tenerlos y cuántos hijos tienen.
En los últimos años, la conversaciones sobre la caída de nacimientos de ha concentrado en Asia-Pacífico. Países como Japón, Corea del Sur y China reportan cada año número bajos de nacimientos, por lo que implementan políticas cada vez más agresivas para promover la maternidad.
Pero América Latina no es la excepción, ya que está región experimenta un número cada vez menor de nacimiento. De los países de la región que forman parte de la OCDE, México y Colombia tiene la tasa de fecundidad más alta, pero aún por debajo de la tasa de reemplazo.
Sin embargo, estos dos países aún están lejos de los países con menores tasas de fecundidad en la región: Costa Rica, Cuba y Uruguay, donde este indicador es menos a 1.4 niños por cada mujer.
¿Por qué nacen menos niños en América Latina?
La disminución de los nacimientos en estos países en las últimas décadas puede explicarse por varios factores, señalan especialistas, quienes destacan la mayor capacidad de control de la fertilidad por parte de las mujeres, quienes hoy pueden decidir si quieren ser madre y cuándo.
“Hay una mayor prevalencia en el uso y legitimidad de los métodos anticonceptivos. Hoy es más fácil acceder a ellos y es un tema que socialmente se ha ido normalizando cada vez más”, explica Martina Yopo en entrevista con BBC Mundo.
Otro factor que destaca en el contexto latinoamericano, afirma la investigadora, es que “hay transformaciones profundas en torno a los roles, aspiraciones y expectativas de género”.
“Hoy las mujeres tienen tasas de participación en el mercado laboral y en la educación superior mucho más altas. Este es un cambio cultural muy relevante, en donde ser mujer hoy día no significa ser madre y hacer familia no significa necesariamente tener hijos”, dice Yopo.
Todo lo anterior también ha llevado a que muchas mujeres posterguen la maternidad, algo que también ha traído consecuencias.
“En Chile, por ejemplo, el porcentaje de mujeres que se convierten en madres después de los 30 años se ha cuadruplicado en la última década. Y una de las consecuencias directas de la postergación de la maternidad es efectivamente la infertilidad”, dice Martina Yopo a la cadena británica.
Las consecuencias de tener menos niños
La baja de los nacimientos se traducirá en que en un futuro habrá menos trabajadores y más personas jubiladas, lo que amenaza con transformar la forma en la que las sociedades se organizan.
“Vivir más tiempo es generalmente una buena noticia para las personas involucradas, pero junto con las bajas tasas de fertilidad, resultará en poblaciones sustancialmente mayores en el futuro, junto con una proporción decreciente de la población en edad de trabajar”, indica el informe de la OCDE.
El envejecimiento de la población resultará en presiones fiscales más fuertes a medida que aumenten los gastos públicos —incluidos las pensiones, los servicios de salud y los servicios para los ancianos— junto con la posible disminución de los ingresos públicos con la disminución de las poblaciones en edad de trabajar.
La OCDE prevé que la disminución de la población en edad de trabajar reste cerca del 8% de los ingresos per cápita durante las próximas tres décadas ea los países miembros.
Sin embargo, la inmigración, el aumento de las tasas de empleo entre las mujeres y el aumento de la productividad mitigarán algunos de los efectos negativos del envejecimiento de la población y la baja fertilidad en la producción económica.
Además, una vida laboral más larga, por ejemplo, elevando la edad de jubilación efectiva junto con futuros aumentos de la esperanza de vida, podría reducir las presiones inminentes sobre los sistemas de pensiones, indica el informe.