La “mafia” de la 53 contra Rocha Moya

Álvaro Aragón Ayala 

El “rompimiento” de la dirigencia de la Sección 53 del SNTE, apéndice del Partido Revolucionario Institucional, con la Secretaría de Educación Pública y Cultura, es parte de una estrategia de chantaje para provocar la confrontación-negociación y se inscribe en el proceso de debilitamiento de la vieja corriente de mando del magisterio estatal y el crecimiento político de la disidencia del profesorado aliado a la Cuarta Transformación. 

Daniel Amador Gaxiola usó a su peón de estribo Fernando Sandoval Angulo, secretario general a de la Sección 53, para desafiar a Graciela Domínguez Nava, titular de la SEPyC, con la clásica lectura de que “se lo digo Juan para que lo sepa Pedro”, e intentar colocar de rodillas al gobierno de Rubén Rocha Moya.   

El proceso de integración de la nueva estructura de la SEPyC golpeó los intereses creados durante varios lustros por el cacique Daniel Amador Gaxiola, acostumbrado a doblegar a las autoridades educativas y a mantener el control de algunas áreas claves de la dependencia para traficar con las plazas de personal administrativo y académico en las escuelas.   

Bajo los modos y costumbres del PRI, Daniel Amador Gaxiola y sus lidercillos de la Sección 53 se habían enquistado en las subdirecciones, direcciones y jefaturas de departamentos ejerciendo una fuerte “influencia” y operando como si la SEPyC fuera de su propiedad, mermando la producción o el rendimiento laboral.  

Con el rompimiento Sección 53-SEPyC, tiro cantado por Daniel Amador y su lacayo Fernando Sandoval contra el gobierno de la Cuarta Transformación, la corriente lideratista del magisterio aluada al PRI ofrece la lectura de que no está dispuesto a perder sus privilegios en el ISSSTESIN y mucho menos el control que tiene para asignar plazas laborales. 

El régimen priista otorgó ilegalmente al sindicato la potestad para repartir a su antojo plazas de maestros y de personal administrativo, pasando por encima de las facultades de la SEPyC, considerada el patrón en el contrato colectivo de trabajo. De acuerdo a la ley, la parte patronal es la facultada para contratar personal. En la tradición priista, la Sección 53 del SNTE asumió el papel de patrón.   

Daniel Amador Gaxiola retó al gobierno de la 4T porque no le permitieron imponer a sus cuadros sindicales en la estructura de la SEPyC, lo cual lo coloca en el ridículo, merma su autoridad como propietario plenipotenciario de la Sección 53 y le ata las manos para seguir traficando con las plazas. La “ruidosa asonada” contra Graciela Domínguez Nava pretende abrir una mesa de diálogo bajo presión.    

La jugada del cacique magisterial no es nueva: cada vez que siente o percibe que su control sobre la Sección 53 del SNTE está en riesgo exige a sus beneficiarios a que ejerzan presión para que no los toquen, repongan o aumenten sus prebendas. La estrategia se la aplicó en el 2018 a Quirino Ordaz Coppel que terminó cediendo. La SEPyC-Amador Gaxiola cerraron el 2021 con la asignación irregular de cientos de plazas. 

El nuevo gobierno de Rubén Rocha Moya representa el mayor riesgo para Daniel Amador y sus cómplices sindicales; significa el agotamiento de viejo modelo sindical-priista, la tumba del corporativismo, el nacimiento y fortalecimiento de nuevas corrientes del magisterio estatal y el sepultamiento del chantaje-presión como estrategia de negociación razonada   

En la nueva estructura de la SEPyC -jefes de departamento, coordinadores, directores de nivel, subsecretarios y secretaría- sobresalen líderes magisteriales de izquierda opositores al viejo dominio de la Sección 53 y políticos no alineados al PRI, lo que indica que Daniel Amador perdió posiciones claves en el reparto de cargos, en el cual no se le tomó en cuenta. Le quitaron también la dirección general y la estructura administrativa del ISSSTESIN y la delegación de la SEP. 

El coraje de Daniel Amador es que no lo toman en cuenta y le están quitando cargos que el considera de su propiedad. Exige, con el “rompimiento”, respeto a su investidura de cacique sindical. El pleito no es por la dignificación, el respeto y la defensa de los derechos del magisterio, sino por el poder que siente que se le escapa de las manos. 

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