Rocha Moya, entre el festejo y la locura

Álvaro Aragón Ayala

Aunque en el Tercer Piso están de fiesta, Rubén Rocha Moya envía lecturas a la sociedad de que le molestó al grado de rayar en la locura que el “levantón” y desaparición de Luis Alonso García Corrales, secretario de organización del Partido Sinaloense, y su amigo Juan Francisco Cerón Beltrán, se haya difundido a nivel nacional e internacional, ubicándolo como un gobernador de “horca y cuchillo”, intolerante, dispuesto a cometer todo tipo de bestialidades contra sus opositores políticos.

Enojado, montó todo un escaparate publicitario para intentar desacreditar la existencia del “levantón”, aprovechando que los plagiarios liberaron a Luis y a Juan Francisco, quienes, de acuerdo a los reportes de sus familiares, registran severos daños psicológicos: tienen miedo hasta de salir a la calle. Perversamente, para alentar un atentado en su contra y justificar el “levantón”, la prensa de Rubén Rocha previamente insistía en que Cerón Beltrán era familiar de un militar que colaboraba con la DEA.

Muy a su estilo, el gobernador plantó su mentira, la falsedad del “autosecuestro”, y ahora siembra la narrativa de que “las siglas priista, panista y perredista”, que participaron en la exigencia de la liberación de los privados de su libertad, “se dejaron arrastrar por la ola de agresividad con la cual el pasista (Héctor Melesio Cuén Ojeda) bañó a instituciones, medios de comunicación y electores”, lo que indica que le dolieron hasta el alma las manifestaciones y el reclamo de ‘¡fuera Rocha!’”.

En dirección opuesta a la narrativa oficial, el gobernador tiene que aclarar el por qué en el Tercer Piso se festeja como “un éxito” el uso de la fuerza para intentar intimidar a los dirigentes del Partido Sinaloense, además de estar obligado a averiguar e informar quién de su gobierno soltó la versión de que Luis Alonso “no regresa al PAS y se retira de la política”, porque la amenaza de otro “levantón”, pero ahora sin liberación, está viva”. El jolgorio en el gobierno es manifiesto.

El mandatario estatal está contento, pero a la vez súper enojado, porque los medios de comunicación, aquí, en el estado, a quienes les dicta línea y sostiene con recursos públicos, fueron rebasados, y porque, según su narrativa, “Cuén no había tenido tanta prensa atendiéndolo desde que la época de pandemia cuando fue secretario de Salud”, lo cual indica que los periodistas de la ciudad de México vigilan el comportamiento de su gobierno y lo tienen calibrado informativamente.

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