El año de Carrillo Puerto

Rafael Cardona

Absorto y obsesionado con la vista y la obra en el sureste (un sur un tanto extraño porque Mérida en el planisferio está más arriba que la ciudad de México), el señor presidente ha decidido consagrar el santoral cívico de este año a la memoria de Felipe Carrillo Puerto, cuyo asesinato cumple mañana un siglo de haberse cometido.

La historia de su gran amor con Alma Reed, una periodista estadunidense de enorme belleza y gran talento, llevada en alas musicales por Palmerín y Luis Rosado Vega, es memorable. E inmortal, dicen algunos. Lo convierte –si se quieren ver las cosas de manera frívola–, por encima de su huella política, en el primer gran “latin lover” del socialismo tropical.

Pero como sea, la constitución del gobierno socialista, junto con el de Salvador Alvarado (también asesinado), fue uno de los primeros experimentos cuya desembocadura parece ser el actual populismo redentorista. Carrillo Puerto un jaguar de ojos verdes, al servicio de los pobres.

Hubo en aquel tiempo –los años 30 del siglo pasado–, un periodista y poeta costarricense (mi abuelo) colaborador de Don Felipe –fue hasta su secretario, creo–, quien le guardaba veneración al caudillo fusilado (como Madero) después de haber sido depuesto del gobierno.

Cuando fue asesinado durante la rebelión Delahuertista, comenzó la leyenda del “apóstol rojo de los mayas” a quien le escribió: “vivo me dio su pan y su sonrisa; muerto me da un canto”.

Fue entonces cuando mi abuelo, abatido por las traiciones y la muerte, escribió una elegía llamada “Oda Roja”, la cual dedicó –entre otros– a su amigo el constituyente Juan de Dios Bohórquez.

El poema es muy extenso y de él sólo puedo reproducir aquí algunos de sus más exaltados versos, entre el modernismo y la sombra parnasiana.

“…arcángel pensativo

De una epopeya secular — que trajo

El engañoso ramo del olivo

Entre las herramientas del trabajo–,

“Donde el señor tradicional de Europa

Se enriqueció con el puñal al cinto;

“Viste la decadencia de tu raza

Y como potro fino que ventea

Alzaste al fin tu vigorosa traza

Como si té fustigasen con la idea

“Adivinabas que la tierra amiga.,

Esa adorable madre cuya ubre

Ni sólo da el dolor ni da la ortiga

Podía hacer del páramo insalubre

“Predio feliz de la dorada espiga;

Sin duda viste

Que de tu raza la cansada arteria

Comía el agrio pan de la miseria,

Y entonces tierra y libertad le diste;

Y así fue como por tu mano amiga

“Volvió a ser pan y símbolo la espiga

¡Oh, fuerte! ¡Oh, triste!

“…Prolongación viril de los atlantes

Desciendes de una raza de gigantes

Que confraternizó con el enojo

Y abrió un declive en las fecundas iras

¡tienes razón!, el corazón es rojo

Y él es quien. nace estremecer las liras

“…El mundo calla….

“Sólo el rumor perdura del tumulto

que en dura brega por el bien estalla;

En tanto que, bajo tierra oculto,

Te preparas al hambre del gusano,

en tu mortaja que la sangre pinta,

bajo el fervor insomne de tu mano

queda la patria encinta.

“No fue la soldadesca entumecida

Por el horror la que soltó la bala

Que agostaría el cauce de tu vida

Y apagaría el sol de tu memoria;

Fue tu propia grandeza, golpe de ala

Que te elevó a la diestra de la gloria.

“Fue la espantosa Némesis del mundo,

La bilis del señor, airado ceño,

Que torna horror el cántico jocundo

Que hay en los esponsales del ensueño;

“La loba oscura, inverecunda tropa

Que al propio aliento de las flores vicia,

Y que no cree en el lirio de justicia,

Si no nació en la decadente Europa;

Fue la fatalidad que desde Grecia

Sólo conoce el casco de conquista

En las nevadas sienes de la iglesia

y hasta en los mismos sueños del artista…”

En fin, cosas de familia.

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