El neoenfermismo
Ernesto Hernández Norzagaray
El “enfermismo” fue una corriente política ultraizquierdista que nació y se reprodujo en los pasados años setenta en la UAS; su rasgo más característico fueron las acciones contra su institución a la que llegaron a considerarla “universidad-fábrica” y, como tal, había que destruirla porque representaba la reproducción del sistema económico “explotador” aunque, en realidad, la utilizaron con las llamadas “expropiaciones revolucionarias” para sostener el movimiento.
Esta visión ultra sustentada en una mala lectura del marxismo estaba inspirada probablemente en las tesis radicales de Pol-Poot, el líder comunista camboyano, quien recordemos vio a las ciudades como la fuente del mal y había que acabar con ellas, el dinero el summum de la corrupción empapelada y los viejos, si las personas de edad, un lastre ideológico que había que eliminar para tener un “hombre nuevo” y, en esa lógica, se perdió toda racionalidad y se exaltó el fanatismo, la vuelta al campo, la juventud, la autarquía y el militarismo.
Hoy, en la UAS, se vive una estabilidad que le ha permitido tener reconocimientos —como el que recientemente le otorgó Times Higher Education, la prestigiada firma inglesa de evaluación de universidades, que reconoce a la casa rosalina como la tercera universidad pública del país, e, inmediatamente, sus detractores internos y externos salieron a la pista de las redes sociales para decir que era “propaganda” que la UAS no tenía esa calidad.
Y es que ese segmento de detractores no soporta la estabilidad institucional y por ello, buscan por todos los medios a su alcance, denostar a la universidad con el señalamiento del cuenismo que sin duda existe e influye porque están en cargos de dirección.
Sin embargo, para los más radicales la apuesta está en el caos porque en su imaginario saldrá la nueva universidad, son los tontos útiles, que están a la sombra de las ambiciones de captura de las universidades públicas que tiene el obradorismo.
Están convencidos de que cambiando de timón las cosas llevaran indefectiblemente al relevo del grupo dirigente y a una mejoría sustantiva de nuestra casa de estudios. ¿Realmente mejor? siendo la universidad estatal mejor rankeada.
Son, pues, incapaces de deglutir racionalmente la máxima dialéctica de: análisis concreto de la situación concreta. Lo suyo es el dogma, la consigna, el meme, la diatriba, el fanatismo, el insulto.
Y es que la UAS, recordemos no es un grupo político, es un sistema institucional y las instituciones tienen su dinámica y no cambian por un golpe sobre la mesa, los cambios en este tipo de universidades son graduales y con la participación de sus miembros activos en las distintas piezas del sistema.
Querer provocarla desde uno externo, como está ocurriendo desde el gobierno del Estado, podría lograr redirigirla a sus fines de captura, pero, difícilmente podrá hacer algo mejor de ese reconocimiento británico que se le ha dado y que aun con toda la crítica, buena y mala, racional o fanática, tiene estable a la Universidad.
Hay cosas que mejorar sin duda alguna, de hecho, la Universidad, ha demostrado capacidad de auto reforma, llevarla a nuevo estatus, nutrirla con los conocimientos frontera y contribuir al desarrollo del estado.
Pero, esto, quizá es muy sofisticado para que lo entienda un “revolucionario” de redes sociales cautivado por el dogma, las ideas fijas y redentoras.
Y a los que no parece decirles nada el trato indiferente que reciben de las nuevas generaciones de universitarios que ven como raros a la mayoría de estos doctrinarios que buscan enredarlos con un discurso igualmente raro.
No pocas veces he pensado —y más cuando veo algunos que estudiaron o al menos, estuvieron en escuelas de ciencias políticas, sociales o derecho— que nunca entendieron el quid de la cuestión y por ello fueron fácil presa del dogmatismo y, peor, de una idea mesiánica que vendría a cambiar las cosas con un golpe sobre la mesa.
Pero, también, los hay que lo saben y que no son ingenuos porque tratan —como los priistas o panistas hoy subidos al barco morenista— de obtener su retribución sean con cargos o beneficios personales.
Entonces, hablar de neoenfermismo en tiempos actuales, no es una exageración sino una caricatura porque está referido aquellos activistas que se mueven en la lógica de “ahí está el lobo” y hay que acabar con él, cuando ese lobo, que algunos llaman Cuen, Madueña o Lizárraga es parte del sistema político estatal.
Y una cosa, que hemos aprendido, de que con los políticos hay que andarse con cuidado pues como lo dijo alguna vez un exrector en la política: “todos hemos estado con todos”, y mientras los neoenfermos se rasgan las vestiduras la lógica y los intereses de la política se tratan bebiendo un café, disfrutando de una buena cena o brindando con un trago de whiskey.
Cuidado con las frustraciones no son buenas para la salud.