¿Cómo llegan las autoridades electorales?

Arturo Espinosa Silis

Arrancó formalmente el proceso electoral 2023 – 2024 y sabemos que salvo Movimiento Ciudadano los demás partidos políticos llegan a este inicio con importantes definiciones, sus candidaturas presidenciales también están en el proceso de definir el alcance de sus coaliciones electorales y comienzan a definir el resto del abanico de las candidaturas. Pero la pregunta es ¿y los árbitros electorales cómo llegan?

Por un lado, el INE llega con un Consejo General recientemente renovado que aún está buscando sus equilibrios; las diferencias entre consejeros y consejeras han sido evidentes, la conformación de mayorías se ha complicado en más de un caso (el último, el relativo a la conformación de comisiones). Además, la estructura Ejecutiva del instituto tiene el carácter de provisional. Desde el nombramiento de las y los nuevos integrantes no se han conseguido los acuerdos necesarios (ocho votos) para nombrar al titular de la Secretaría Ejecutiva, órgano clave para la organización de las elecciones, sumado a que todavía algunas direcciones y unidades técnicas funcionan con encargados de despachos, lo que genera que la estructura que encabeza la organización de la elección no está totalmente definitiva todavía.

En el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación el escenario es diferente, la inestabilidad vista en 2021 por los cambios en la presidencia de la Sala Superior parece haberse superado, el magistrado Reyes Rodríguez ha asumido el liderazgo de este órgano y le ha dado la estabilidad que necesita frente a una elección como la que comienza. Aunque las mayorías para las votaciones también son inestables y en ocasiones los cambios de criterios constantes.

Será importante seguir los procesos de designación, pues todas las salas del Tribunal Electoral tendrán una renovación parcial de sus integrantes. La Sala Superior, dos magistraturas; las Regionales, una cada una, al igual que la Especializada. Es el Senado de la República el que define estas designaciones, y ojalá y lo haga en este próximo periodo ordinario, ya que en el caso de las Regionales llevan más de un año sin definir magistraturas.

Finalmente, las autoridades electorales locales.Tanto los institutos como los tribunales electorales tienen sus propios contextos. En el último ciclo electoral ha habido renovación en las presidencias de todos los OPLEs, así como nuevas consejerías designadas, lo cual ha modificado las lógicas de trabajo y de toma de decisiones dentro de la colegialidad. Esta renovación parcial pondrá a prueba a las autoridades electorales locales pues en muchos casos la experiencia en la conducción de procesos electorales es escasa, y las divisiones internas son muchas.

En cuanto a los Tribunales locales la situación es igualmente compleja, prácticamente todos están indebidamente integrados y desde hace casi dos años funcionan con una o hasta dos magistraturas encargadas de despacho; en el Senado están pendientes de designarse múltiples magistraturas electorales locales. En algunos tribunales esto ha sido problemático porque el empoderamiento de algunos que se desempeñan como magistrados o magistradas en funciones ha complicado la operación de la justicia electoral local y las dinámicas internas en los tribunales electorales. A esto se suman los enormes retos que significará en estas elecciones hacer valer la legalidad, punto en el que la justicia electoral tiene un papel preponderante.

El escenario para las autoridades electorales frente a las elecciones 2024 sin duda no es sencillo, no solo por la magnitud de las elecciones que deben organizar, sino porque además tienen encima la enorme presión de encontrar una forma viable de garantizar la legalidad y equidad dentro del proceso electoral, especialmente ante las y los contendientes que tienen como premisa violar la ley de manera cotidiana y sistemática; de no tomar cartas en el asunto, los procesos electorales se les pueden salir de las manos.

Será importante cuidar que los egos y las ambiciones personales no se coloquen por encima de los intereses institucionales, pues ello sin duda demerita la función electoral de estos órganos y ese es un lujo que no nos podemos permitir en 2024. Los procesos electorales que inician requieren instituciones electorales fuertes, con credibilidad y autoridad.

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