Verdadero debate: sociedad civil PAN-Vox vs. sociedad proletaria

Carlos Ramírez

A los 70 años de la legendaria revista Siempre! y a la jefa Beatriz Pagés

De nueva cuenta, el PRI tuvo la habilidad de subordinar al PAN y a los autodenominados organismos de la sociedad civil, pero sin explicar que el concepto de sociedad civil desde el enfoque de la izquierda es un instrumento político-ideológico de la derecha porque confronta y trata de anular a la sociedad de las clases productivas no propietarias.

Se asume el concepto de sociedad civil desde el enfoque de Gramsci: un espacio colocado en la superestructura cultural que se encuentra al margen de la estructura económica que define la lucha entre las clases propietarias que absorben al sistema político y las clases proletarias que representan las organizaciones obrera, campesina y popular para disputar el producto de la riqueza en el sistema productivo que es el que determina la correlación de fuerzas sociales.

En este contexto, la victoria conceptual de la derecha, avalada por el PRI que representaba las clases productivas no propietarias y por el PRD que viene del venero del Partido Comunista Mexicano, del socialismo radical y del cardenismo como socialismo utópico, consistió en construir o un carril deslumbrante para la participación ciudadana en asuntos públicos y enfrentar a los malvados del Gobierno en turno –como antes fueron el PRI y el PAN en la presidencia–, pero sólo a través de los partidos políticos cuyo desprestigio condujo a la organización de ciudadanos en más de 500 membretes acreditados a una sociedad civil que quiere convertirse en sociedad política y de poder.

La configuración del sistema productivo determina al sistema político, social y económico, y en este contexto la sociedad civil es un desprendimiento de la sociedad político-productiva de la dialéctica burguesía-proletariado para configurar una sociedad basada en valores morales del buen ciudadano. Por tanto, el auge de la sociedad civil en México es producto de la responsabilidad del centro a la ultraizquierda en el desmantelamiento e inmovilización de los intereses de la clase productiva no propietaria.

Gramsci, fundador del Partido Comunista de Italia y una de las mentes marxistas más lúcidas del Siglo XX, establece que en el espacio de la superestructura –arriba o al lado de la estructura productiva determinada por la relación económica burguesía-proletariado–, es decir en el ámbito de las percepciones culturales, hay una lucha política por desplazar los intereses de la sociedad proletaria con la participación de la sociedad propietaria defensora de valores morales, y esa lucha se manifiesta en dos guerras: la guerra de posiciones sistémicas que buscan las clases trabajadoras, campesinas y populares y la guerra de movimientos ideológicos de clases que defienden valores morales propios de la burguesía propietaria de las empresas.

La disputa entre sociedad civil y sociedad de clases proletarias tiene como objetivo conseguir la hegemonía de alguna de las dos sobre la dirección política y estratégica del Estado y, sobre todo, en sociedades de economía capitalista.

En este contexto, el papel del PRIANREDE en la absorción y subordinación de la ingenua sociedad civil se aprecia ya en la lista de precandidatos de políticos profesionales en partidos de la alianza opositora, con el aval de un archipiélago de organizaciones sociales que están bailando al ritmo de los presidentes del PRI, del PAN y del Partido de los Chuchos, viejos lobos de mar en la apropiación de espacios políticos-electorales, y la sociedad civil presenta a ciudadanos agrupados en organizaciones sólo para seguir al Flautista de Hamelin o bloque de poder de los tres partidos que por sí mismos nunca han sido incapaces de generar dirección política y que ahora mezclan aguas de aceites con una sociedad manipulada, los nuevos acarreados de los viejos partidos.

La principal incongruencia está a la vista: los ciudadanos que han repudiado a los partidos ahora son los nuevos borregos de los mismos partidos que en la oposición han descubierto que la democracia es un negocio que reditúa posiciones políticas.

El contenido de esta columna es responsabilidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.

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