Cuatro años de impunidad en los abusos del Bienestar

Juan Manuel Partida Valdez 

Aunque parezca increíble, la verdad es que ya son más de cuatro años de impunidad en los abusos del Bienestar en Sinaloa.

Desde el mismo inicio del gobierno del payaso de palacio nacional comenzaron a verse las raterías y los abusos sexuales por parte del entonces delegado José Jaime Montes Salas -hoy secretario de Agricultura del gobierno estatal- y de Antonio Aguilar Gómez, quien comenzó a cobrar fama como “el todas mías”.

Tengo varias imágenes de protestas en el Bienestar contra estos dos rufianes, y les muestro una.

No es cosa nueva la complicidad con los delincuentes, aunque claramente se agrava con el paso de los meses.

El hoy exgobernador Quirino Ordaz Coppel prefirió hacerse pato ante los reportes que le hicieron llegar por parte de las víctimas.

Se lavó las manos con el pretexto de que eran asuntos del gobierno federal.

Desde antes de su llegada a la gubernatura, Rubén Rocha Moya estaba perfectamente enterado de estas ilegalidades y de las denuncias públicas que eran casi ignoradas totalmente no sólo por los gobiernos sino por los medios de comunicación.

Por si faltara conocimiento, al ejecutivo estatal le hicieron llegar varias denuncias por escrito.

Unas de manera directa y otras a través de la Secretaría de las Mujeres, bajo su jerarquía.

El nombre de María Teresa Guerra Ochoa, secretaria que supuestamente defiende a las mujeres, es repetido hasta el cansancio como una de las principales cómplices de los delitos cometidos.

Tenemos en nuestro poder más de una docena de estos escritos dirigidos a Rocha Moya y a Tere Guerra, todos con los debidos sellos oficiales al momento de ser recibidos.

Les comparto uno con fecha 28 de febrero del año pasado.

Sí supo el gobernador

Denuncia de hechos ante el presidente de la república, ante el gobernador Rocha y ante Juan de Dios Gámez Mendívil, en ese momento delegado estatal de programas para el desarrollo en Sinaloa.

Y entonces, ninguna duda cabe de que Rubén Rocha estuvo perfectamente enterado.

Es una completa mentira lo que dijo en la semanera del lunes pasado, de que nada sabía sobre estos abusos.

La razón del engaño es más que obvia.

Rocha le tiene un cariño muy especial a su ahijado Gámez Mendívil.

Fueron compañeros de departamento, cuando ambos trabajaban en la Ciudad de México.

Hay aprecio y confianza, y es por ello el empuje para llevarlo a niveles mayores en la política.

Por eso el gobernador ignoró todas las denuncias, para imponer a Juan de Dios como alcalde de Culiacán tras el desafuero de Jesús Estrada Ferreiro.

Se dio la línea al “independiente” poder legislativo, que con votación unánime nombró al ahijado como alcalde sustituto, el 10 de junio del año pasado.

Sabían muy bien el gobernador y algunos diputados que se trata de un delincuente de lo peor, pero les valió.

Son pues muchos los cómplices, aunque algunos pretendan fingir ignorancia.

Más de cuatro años de protestas con denuncias penales desde finales del año pasado, y en el gobierno estatal y en la Secretaría del Bienestar le siguen haciendo al tío Lolo.

Estos son los “buenos” que vinieron a salvarnos de los “malos”.

Nos mienten, nos roban y nos traicionan sin descanso, y les encanta presumir que son honestos.

¿Y la Fiscalía General de Justicia?

Bien, gracias.

Doña Sara Bruna Quiñónez no solamente ignoró a las víctimas, sino que tuvo el descaro de advertirles que esos asuntos nunca pasarían por la fiscalía a su cargo.

Una fiscal que ha demostrado sobradamente que no sirve para nada.

Bueno, tenemos que corregir.

Sirve para arrodillarse ante el gobernador, y por eso sigue en el cargo.

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