¿Adiós al castrismo? Cubanos en Miami ven el principio del fin

Pablo Hiriart

Por la calle 8 de esta ciudad los cubanos gritan envueltos en su bandera y los coches tocan la bocina en señal de una victoria que aún está lejos, según la única coincidencia recogida entre los refugiados que llegaron a Estados Unidos en balsa, avión o a pie por el puente de Nuevo Laredo.

“Va a tener que derramarse sangre, no hay de otra”, dice un adulto mayor, reunido con otros de su edad en una mesa del café Versailles, mientras conversan y reparten culpas al mundo por la perpetuación de la dictadura cubana.

-O sea, lo que vimos el domingo ¿no es el principio del fin?

-No, mientras esté Biden aquí en la presidencia. Este hombre lo único que dijo fue que las protestas fueron por el coronavirus ése…

-Perdón, pero demandó respeto a la libertad de manifestación, a la de expresión, y brindó su respaldo al pueblo cubano -interrumpí.

-Eso dice, pero no hace nada -replica, con la aprobación de todos, menos uno, octogenario como ellos: “Yo creo que es el principio del fin, son muchos años de hambre, falta de libertades, están en las últimas”.

La señora Blanca, única mujer en el grupo, chapeada a la antigua que resalta su belleza inalterada con el paso del tiempo, suelta un elegante lugar común: “La esperanza es lo último que se pierde”.

Al cabo de un rato comprendí que no era lugar común, sino un pensamiento casi excepcional. La euforia callejera no tiene salida. Al menos no vía Miami.

“¡Llegaron matando y habrá que hacer lo mismo, matarlos! De otra manera no es posible. ¡Ellos matan y roban, es lo único que saben hacer!”, dice otro más.

-Las dictaduras no son eternas. Cayó la Unión Soviética, cayó Pinochet… -les digo.

Y doña Blanca deja a un lado la prudencia para ganarle la palabra a los demás: “Usted no puede comparar una dictadura de derecha con una de izquierda. ¡Por favor!”.

-¿Por qué no, señora?

-Porque las dictaduras de izquierda son malas -tercia un cubano alto, pelo blanco y pinta del Medio Oeste.

Casi todos hablan al mismo tiempo, pero callan cuando uno dice una “verdad, verdad de Dios: “El sinvergüenza polaco, corrupto, se negó a darle la mano a Pinochet, pero se la dio a los Castro”.

-Si se refiere a Juan Pablo II, sí se reunió con Pinochet… -dije sorprendido.

-¡Pero no le dio la mano! No se la dio porque dijo que estaba ensangrentada. ¿Y las de los Castro? Sinvergüenza, hipócrita, corrupto…”

-¿Habla usted del papa Juan Pablo II?, insistí, casi atónito.

“Sí, el polaco ese, malnacido”, responde, mientras el que había mostrado esperanza de que el domingo inició el final de la dictadura, retomó la palabra: “El tal Pancho es comunista y nunca va a decir nada contra los tiranos”.

Afuera del Versailles, por la noche, el griterío festivo y amenazador se extiende: “¡Si algo les pasa a mis hijos, yo personalmente te voy a ir a arrancar los ojos, Díaz-Canel!”, exclama una mujer que acerca la cara a la cámara, como futbolista eufórico luego de meter gol.

“Es el problema de las dictaduras, generan extremismos. Todos creen en la libertad de expresión mientras sólo sea para ellos y los que piensan como ellos”, sostiene.

Entonces, pregunto a Millie Herrera en la sala de su pequeño departamento, activista del exilio cubano en Miami: ¿Usted cree que debe haber diálogo entre el gobierno y la oposición en Cuba?

“Los adversarios deben dialogar y encontrar una solución, porque el hambre, la falta de medicinas, la pobreza y la represión no pueden continuar”, responde.

-Pero ellos tienen las armas -le digo.

-Sí, claro. Y gente a la que dan bonos y dinero por agredir a los opositores. Cuando estaba en el colegio (prepa), me jalaban el pelo, me empujaban y gritaban a coro: ¡Gusana-gusana-gusana! Así se comportan los Comités de Defensa de la Revolución -contesta.

-Me dice que el final está cerca, que es necesario dialogar para una salida pacífica, pero ellos tienen armas… -digo.

“Creo que es el final porque la gente ya perdió el miedo. Y Díaz-Canel no se va a atrever a usarlas (las armas). Lo ideal es que deje el poder y pida asilo. Aunque tampoco es descartable una masacre…”, dice.

Entonces, “¿una intervención de Estados Unidos?”, pregunto.

-Por supuesto que no. Los marines no van a arreglar nada. Además, ¿por qué? Estados Unidos no creó el problema, ¿por qué debería intervenir? La culpa de lo que sucede en Cuba es de los gobernantes cubanos, ineptos, criminales y ladrones- sostiene con vehemencia.

-Ellos dicen que el problema es el embargo…

“¿Embargo?”, pregunta en voz alta Millie Herrera, y ella misma se contesta: “Cuba puede comerciar con todo el mundo. El embargo es sólo de Estados Unidos, y no aplica para alimentos ni para medicinas en casos humanitarios. El problema para ellos es que Estados Unidos les pide pagar cash, y no les otorgan créditos. Son ladrones e ineptos”.

Las cifras avalan lo que dice la activista Herrera: el principal exportador de alimentos hacia Cuba no es Rusia ni China ni Venezuela, es Estados Unidos: 220 millones de dólares al año.

Y si se agregan medicinas, las compras anuales de Cuba a Estados Unidos son de 275.9 millones de dólares.

De regreso a casa a escribir, le pregunto al conductor del Uber, cubano, qué solución hay para su país: “Hay que matarlos, matarlos a todos. A Díaz-Canel hay que colgarlo. Igual que a Raúl. Colgarlos. Todos ellos son unos criminales. ¡El Che Guevara fue un asesino!”

-¿Y Fidel?

-Bueno… bueno, Fidel era inteligente, ¿sabe?…

Protesta de cubanos Protesta de cubanos (AP)

POR REVUELTA EN LA ISLA, AL MENOS 163 DETENIDOS

LA HABANA.- La organización Human Rights Watch (HRW) denunció que los detenidos en las protestas ocurridas en Cuba “superan los 160” y exigió que cesen las violaciones de derechos humanos en la isla.

El director para las Américas de HRW, José Miguel Vivanco, alertó en Twitter que hasta el momento “se desconoce el paradero de muchos de ellos”. En una lista compartida por el director, hay al menos 163 personas que han sido privadas de su libertad.

La Unión Europea (UE) instó a las autoridades de Cuba a liberar “inmediatamente” a los ciudadanos arrestados. Con información de Agencias

Con información de El Economista

Share

You may also like...