Monreal metió a EU en su lucha por la candidatura presidencial

Carlos Ramírez

Cuando le preguntaron al presidente López Obrador sobre la visita del secretario estadounidense de Estado, Antony Blinken, para una reunión dentro del marco del diálogo de alto nivel entre las dos naciones, su respuesta dejó entrever que carecía de información. El viernes el columnista Federico Arreola señaló que el canciller Marcelo Ebrard Casaubón no le había informado al presidente de sus encuentros.

Pero la explicación puede ser otra: el líder senatorial Ricardo Monreal Avila utilizó sus facultades constitucionales que tienen que ver con alguna intervención en la política exterior, envió una comitiva discreta al Senado estadounidense para convocarlos a una reunión de emergencia y la Casa Blanca entendió la gran oportunidad de colocarse por encima de los mecanismos de decisión del Gobierno mexicano y llegó no solo a revisar temas del Tratado, sino a dar pasos audaces criticando aspectos de la política interna mexicana.

La intención que dejó entrever esta maniobra del senador Monreal no se localizó en su preocupación por el rumbo del Tratado justo en el momento en que se entró la fase de las consultas antes de los paneles, lo que quiere decir que el Senado mexicano ha querido meterse en la negociación comercial que corresponde su exclusivamente al área respectiva del gabinete y a la cancillería y lograr alguna especie de posicionamiento público tratando de mostrar que el Senado mexicano tiene capacidad de autónoma de movimiento.

En Palacio Nacional debieron entender las maniobras de Monreal, pero dejaron muy claro los territorios de ejercicio de las negociaciones con Estados Unidos que son a nivel de jefes de Estado y sus oficinas operativas. La explicación que dio Monreal para meter al Senado involucró de manera muy clara negociaciones comerciales en el sector automotriz y en las políticas energéticas que el presidente López Obrador ha definido con claridad como inflexibles y con apoyo legal y constitucional, aunque el senador Monreal quiera redefinir los mecanismos de decisiones de Estado para favorecer a empresas estadunidenses.

El efecto de la decisión de Monreal de adelantar un diálogo legislativo de alto nivel México-EU sí afectará alguna parte de la capacidad de negociación del Gobierno mexicano, pero al final de cuentas no influirá para nada en tanto que las decisiones se toman en el gabinete.

Eso sí, el senador Monreal tendrá que explicar las razones que tuvo para atraer a senadores estadounidenses que están presionando de manera directa a la Casa Blanca y al gobierno mexicano para defender los intereses de empresas privadas que están viendo en peligro la vigencia de sus tasas de utilidad o de control del mercado mexicano.

Los senadores estadounidenses y el secretario norteamericano de Estado no desaprovecharon la oportunidad abierta por el senador Monreal para retomar su agenda de presiones políticas y diplomáticas sobre Palacio Nacional y buscar una victoria cuando menos de imagen mostrando que están presionando a México para que las empresas estadounidenses no salgan lastimadas de decisiones que el gobierno mexicano ha tomado en función de los intereses nacionales.

El otro efecto del diálogo senatorial bilateral –que no alcanzó siquiera a considerarse como el viejo mecanismo de las reuniones interparlamentarias– se sentirá en la disputa por la candidatura presidencial de Morena por el interés del senador Monreal de que sea considerado como precandidato por el presidente de la República. Pero no tardará Estados Unidos en procesar el significado político de la maniobra del senador Monreal de abrirle el Senado mexicano a los intereses estadounidenses, puesto que los senadores de México no han tenido comunicación con las autoridades diplomáticas mexicanas que tienen en sus manos la negociación del Tratado.

La decisión del senador Monreal de celebrar un diálogo legislativo desacomodó parte del juego estratégico del presidente López Obrador en el tema de las quejas, consulta y posibles paneles y proporcionó a Estados Unidos espacio político para que la Casa Blanca y el Capitolio abrieran un flanco de presión político interno dentro de la estructura del Estado mexicano por el interés del senador Monreal de ganar espacios para su pre-precandidatura presidencial.

Fue muy riesgoso para la diplomacia mexicana la apertura de una fisura en el Estado abierta por el senador Monreal al postrar el espacio legislativo mexicano a los senadores estadounidenses que solo están interesados en defender a sus empresas para seguir ganando apoyos económicos y votos y desde luego fue una ayudadita al agobio de Biden por su falta de entendimiento geopolítico y económico con López Obrador.

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