Los desafíos de la Alianza para 2023-2024: solos o el Señor X.

Carlos Ramírez

Mientras el aparato y la maquinaria del corredor del poder presidencia de la República-Morena irrumpió en el Estado de México para vincular esa elección en 2023 con la presidencial de 2024, la Alianza Opositora Va Por México está centrada en salvar al presidente del PRI, a darle respiración artificial al PRD y a hacer las cuentas alegres de la suma de votos para 2024.

La definición del espacio estratégico de Morena pareció ya resolver expedientes pendientes: Ricardo Monreal Avila queda fuera, el PT y el Verde tendrán que refrendar su lealtad, Morena entró de lleno a un proceso de sucesión en las calles, la Alianza Opositora se desfondó el 5 de julio y Movimiento Ciudadano romperá las ilusiones del estratega aliancista de Claudio X. González al informar desde ahora que no se sumará.

Las negociaciones secretas del poder también están medio dibujándose en los espacios oscuros de la política: el PRI peñista va a arrinconar al presidente partidista Alejandro Moreno Cárdenas y algunas especulaciones podrían están prefigurando un nuevo pacto político Peña-AMLO: ¿cómo se vería que Morena ceda Estado de México a un candidato peñista sin la alianza del señor X. a cambio de acotar a dirigente priísta y quitarle el valor político del PRI a la oposición unida en 2024? La respuesta estará en la definición de candidaturas mexiquenses: si el PRI va solo (Peña) o aliado (Señor X.).

Las cartas de negociación del PRI en el Estado de México son pocas por la capacidad de movilización de Morena y su posicionamiento cómodo –pero no imbatible– en esa plaza. Si en los próximos meses Morena se consolida en la zona mexiquense, entonces ya no sería necesario el pacto con Peña; en el tablero estratégico de Palacio Nacional la prioridad de ahora hasta las elecciones mexiquenses estará en el Estado de México y Ciudad de México.

La Alianza Opositora está encarando la realidad: el PRI está colapsándose en su interior, se vaya o se quede su presidente Moreno Cárdenas, y afecta a la coalición que el dirigente priísta se fugue hacia adelante presentándose como candidato presidencial de una alianza que domina el PAN. Y el membrete del PRD sigue ahuyentando votantes.

La clave de la alianza Va Por México se localiza en Movimiento Ciudadano, pero su dirigente real Dante Delgado ya condicionó su participación a la garantía de poner el candidato a la presidencia, pero al señalamiento inflexible del PAN de que el candidato debe ser panista.

La Alianza está quedando atrapada en su propia telaraña. La moratoria constitucional frenará la reforma electoral, pero a partir de la realidad actual: el INE de Lorenzo Córdova Vianello y Ciro Murayama Rendón en los hechos beneficia a Morena, pero la Alianza carece de fuerza para impulsar su reforma. En el escenario estratégico, la Alianza no tiene escapatoria: si frena la reforma, pierde; y si la acepta, pierde. Y el peor escenario fue alentado por la propia coalición: mandar el mensaje a los electores de que no van a legislar.

El bloque AMLO-Morena tiene la iniciativa estratégica, en tanto que la Alianza Opositora se ha pasado escurriendo su posición minoritaria desde la debacle de votaciones de gobernadores de 2021. El avance legislativo entraría pronto en colapso de poder por la influencia de los gobernadores en sus bancadas federales, aun cuando sean de oposición. Ahí, en ese espacio político, se explica un poco la irrupción del exgobernador y secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, como precandidato presidencial.

Mientras en el bloque gubernamental hay una estructura dominante y de autoridad de mando, en la Alianza Opositora cada quién está tratando de sobrevivir en su propio espacio político y no hay coordinación, mando y menos liderazgo político. La aparición del grupo de expresidentes del PRI y del jefe de la bancada priísta en el Senado –todos ellos vinculados a Peña Nieto– ya debilitó al presidente en funciones Moreno Cárdenas, quien ha ignorado que el PRI no es un aparato al servicio de la corriente de coyuntura, sino un tejido de intereses de poder. Cuando menos esa debería ser la lectura estratégica de la presencia del expresidente Carlos Salinas de Gortari en España –territorio de Peña Nieto– y la reunión de peñistas en el espacio español.

La Alianza Opositora cumplió la mitad de sus funciones: avanzar un poco en el espacio legislativo, pero perdió territorio en gobiernos estatales. Y le llegó la hora de decidir si define un proyecto coalicionista propio y seguirá siendo un instrumento al servicio del Señor X.

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