PAS y Morena: el fortalecimiento de la democracia participativa
Álvaro Aragón Ayala
En Sinaloa el proceso de Revocación de Mandato totalizó un éxito para el Partido Sinaloense y el partido Movimiento de Regeneración Nacional porque fue la consumación de un ejercicio por la reivindicación del derecho del pueblo a intervenir en la toma de decisiones políticas y en el fortalecimiento de la democracia.
Los dos partidos han venido trabajando en la Revocación de Mandato para darle mayor consistencia a un nuevo orden político constitucional que involucre a la sociedad en los mecanismos de la calificación -aprobación o veto- de quienes son elegidos en las urnas.
Bajo el esquema de que “el pueblo pone, el pueblo quita”, el proceso de Revocación de Mandato es la respuesta al reclamo de la sociedad por una mayor participación en el ejercicio del poder en el entendido de que en todo régimen democrático el gobierno electo por el voto popular es del pueblo y para el pueblo.
Al convocar a la base social a ejercer su derecho al sufragio, el PAS y Morena dejaron atrás la visión elitista de la política dando paso a una nueva concepción de la democracia para fortalecer la deliberación, la responsabilidad política y la acción directa del ciudadano en una especie de arbitraje sin atentar contra las bases del gobierno democrático.
Si bien la Revocación de Mandato en su primer ejercicio reveló sus cualidades y defectos, sus alcances y riesgos, quedó claro que es un modelo perfectible, que abrió, de par en par, la posibilidad de participación a la sociedad en un examen inédito: la valoración del gobierno del Andrés Manuel López Obrador a 3 años de haber iniciado su administración.
El ejercicio de democracia participativa no sustituye a la democracia representativa o las elecciones en donde se eligen diputados, alcaldes, gobernadores y presidentes de la República mediante la competencia entre partidos, pero sí ofrece la oportunidad de rechazar o aprobar, mediante el voto, a las autoridades que no cumplen con sus funciones o no les dan respuesta a las demandas de la sociedad.
El PAS y Morena reivindicaron en Sinaloa el derecho del pueblo “a poner o quitar” a sus representantes. La Revocación de Mandato, que llegó para quedarse, es necesario para dar cauce y respuesta a una sociedad insatisfecha por el desempeño de sus gobernantes que gozan de impunidad plena, lo cual desemboca en la falta de confianza en las instituciones.
La Revocación de Mandato constituye el arma para castigar, quitando el poder y el cargo, a los políticos o mandatarios corruptos, a los gobernantes que se asumen como privilegiados, todopoderosos o caudillos, rayando en el abuso, reprimiendo al pueblo o bloqueando o persiguiendo a la disidencia, y que no han trabajado para mejorar las condiciones de vida de la mayoría.
Que quede claro: el proceso de revocación de mandato es el instrumento de participación solicitado por la ciudadanía para determinar la conclusión anticipada en el desempeño del cargo de la persona titular de la Presidencia de la República, a partir de la pérdida de la confianza. La revocación de mandato es un derecho político de las y los ciudadanos para solicitar y votar respecto a la continuidad del presidente en el poder.
El PAS y Morena trabajan ya para “ingresar” a la Constitución Política de Sinaloa la Revocación de Mandato y posteriormente crear la Ley Estatal de Revocación de Mandato y su reglamento. El proyecto legislativo, en ciernes, de aprobarse, podría servir para instalar de aquí a tres años un proceso de revocación para ratificar o pedirle que continúe en el cargo el gobernador Rubén Rocha Moya.