Medidas del gobierno federal provocan sobrerregulación, acusa AMEG
Diego Joaquín Hernández
La Asociación Mexicana de Productores de Carne (AMEG) alertó que las nuevas medidas de movilización pecuaria, implementadas tras la declaratoria de emergencia nacional por el gusano barrenador, están generando una “sobrerregulación sin precedentes” que afecta directamente a la cadena de suministro de carne en el país.
La organización reconoció la gravedad de la plaga, pero advirtió que los retenes y revisiones duplicadas están provocando retrasos críticos, incremento de costos y afectaciones al bienestar animal.
De acuerdo con la AMEG, el ganado que se traslada del sur hacia los centros de engorda en el norte ahora enfrenta incrementos de hasta 60% en los tiempos de traslado, pasando de 20 a 32 horas, además de esperas superiores a 18 horas en puntos de inspección para cumplir con los protocolos sanitarios.
A esto se suman nuevas revisiones estatales que duplican inspecciones federales ya existentes, lo cual ha generado múltiples maniobras de carga y descarga que elevan el riesgo de lesiones en los animales.
La asociación subrayó que estas condiciones no contribuyen a frenar la plaga, pues el gusano barrenador se transmite por moscas y puede afectar a cualquier animal de sangre caliente, independientemente del tránsito regulado de ganado sano. Por el contrario, señaló, los retrasos y el estrés prolongado crean condiciones propicias para la infestación y ponen en riesgo los principios de bienestar animal que el propio gobierno federal promueve.
Consecuencias de la sobrerregulación
La sobrerregulación también está generando desabasto regional, cuellos de botella logísticos y un aumento progresivo en los costos de producción. Según la AMEG, estos impactos ya se reflejan en el precio de la carne para las familias mexicanas. A ello se suma la suspensión parcial de exportaciones a Estados Unidos, que ha generado pérdidas millonarias para el sector.
Otro punto de preocupación para el gremio es el recorte presupuestal federal para 2026 en materia de sanidad e inocuidad, situación que contrasta con la emergencia declarada a nivel nacional. La asociación sostiene que la evidencia científica demuestra que la erradicación del gusano barrenador depende de programas de mosca estéril, vigilancia epidemiológica y atención oportuna de casos, y no de mayores retenes o trámites burocráticos.
Ante este panorama, la AMEG pidió construir un protocolo de movilización “confiable y basado en ciencia”, que elimine duplicidades, dé certeza regulatoria y no castigue a los productores por factores que no controlan. Sus propuestas incluyen acelerar y ampliar el programa de mosca estéril, robustecer la vigilancia sanitaria, armonizar normas federales y estatales, y crear una mesa permanente entre autoridades y productores para enfrentar la emergencia con criterios técnicos y de bienestar animal.
Gusano barrenador, la crisis en México
Contexto: desde finales de 2024 y durante 2025, México enfrenta un resurgimiento de la plaga del gusano barrenador, considerada erradicada desde 1991.
Este retorno repentino ha encendido alarmas en el sector ganadero, sanitario y exportador del país, debido al alto riesgo sanitario, económico y sanitario que representa.

La infestación ocurre cuando la mosca Cochliomyia hominivorax deposita sus huevos en heridas abiertas de animales (y en algunos casos humanos). Al eclosionar, las larvas se alimentan del tejido vivo durante varios días, lo que puede provocar infecciones graves, pérdida de cabezas de ganado e incluso muerte del animal.
El repunte 2025 se caracteriza por un incremento notable en casos confirmados. En noviembre de 2024 se documentó el primer caso tras décadas sin detecciones.
A lo largo del año, se han reportado miles de animales infestados, lo que obligó al gobierno federal a declarar emergencia sanitaria nacional y desplegar un dispositivo de contención.
Además del ganado bovino —el más afectado—, se han registrado infecciones en otras especies domésticas y en humanos, lo que amplía la dimensión del problema y lo convierte en una amenaza para la salud pública y la seguridad alimentaria.
Las consecuencias económicas ya se hacen sentir: el brote ha interrumpido rutas de comercio internacional de ganado, ha afectado la certidumbre de exportaciones y ha generado pérdidas millonarias en el sector.
Este contexto sitúa al gusano barrenador como un problema multidimensional en 2025: riesgo sanitario, amenaza económica y desafío para la sanidad animal y pública —una crisis que ha obligado a reactivar viejas estrategias y diseñar nuevos protocolos de control.
