Jubilados de Medrano “secuestran” estudiantes universitarios
Álvaro Aragón Ayala
En medio del clima de inseguridad que se registra en Culiacán y otros municipios de Sinaloa, una fracción fragmentada, atomizada, de jubilados de la Universidad Autónoma de Sinaloa subsumida por la cultura de la violencia y el insulto, en su descabellado y canallesco propósito de querer tomar por asalto la institución de enseñanza, arrebata, “secuestra”, a la salida de cuatro preparatorias, a minoritarios grupos de alumnos, la mayoría menores de edad, y los encarnan en instrumentos belicistas para que cometan actos de terrorismo universitario y de barbarie e ingobernabilidad en las plazas públicas.
La nueva modalidad delictiva orquestada por la gerontocracia medranista de la UAS es parecida, no igual, pero sí peligrosa, al reclutamiento forzado de jóvenes por parte de criminales que los suman a la guerra narca, con la diferencia de que esos muchachos, a quienes arman hasta los dientes, en ocasiones nunca regresan a sus hogares, en tanto que los estudiantes enganchados si retornan, pero después de participar en eventos generadores de esquizofrenia y fanatismo. Los padres de unos viven atrapados por el pánico de ver los cuerpos masacrados de sus hijos, y los otros no saben aún que sus muchachos son instrumentalizados para ejecutar desmadre.
Los movimientos “estudiantiles”, de acuerdo a videos, fotografias, audios y testigos presenciales, son encabezados por el jubilado y ex candidato a diputado federal por Morena, Marco Antonio Medrano Palazuelos, asesorado por el abogado y orador Berzahí Osuna Enciso, quien los incita a confrontarse con los vigilantes y autoridades universitarias. Utilizan, pues, a estudiantes, cuyos padres creen que sus hijos están en los salones de clases o bien tomando el camino de regreso a sus casas. La estrategia se suscita en el filo de la matanza provocada por el enfrenamiento dos grupos del Cartel de Sinaloa.
El Plan de Medrano es que corra sangre. Fabricar atentados contra los alumnos y culpar de los sucesos al Rector Jesús Madueña Molina. De todo es capaz Marco Antonio, quizá hasta de mandar dañar físicamente a estudiantes para acusar al Rector. Raya en la desproporción. Lo riesgoso, lo más peligroso, es que los motivan a desfilar gritando consignas rompiendo los cercos de seguridad que el Ejército y la Guardia Nacional montaron en las periferias de las escuelas para proteger a los alumnos y maestros y los empujan a recorrer calles y a plantarse en las plazas públicas con el riesgo latente de quedar en medio de una balacera.
El falso pretexto de la agitación, direccionada y violenta, descansa en la supuesta obstrucción en perjuicio de jóvenes que querían participar en las elecciones del Consejo Universitario. Esa es la mentira. La realidad es que el grupúsculo fragmentado de jubilados perdió la elección de Rectoría, en la cual lanzó como candidata a la ex hijastra de Medrano, Denisse Díaz Quiñónez, quien también participa en el adoctrinamiento de estudiantes. La fracción tampoco tuvo la fuerza suficiente para tumbar el Proyecto de la Reforma Integral y Normativa del Rector que pasó por dos filtros, dos votaciones, la de la Consulta Universitaria y la Consulta Sindical. Las derrotas los enloqueció.
