SNTE: un señuelo sin carnada en las aguas sucesorias de la 27

Francisco Rocha García

En busca de un sucesor que le cubra sus tropelías como directivo de la Sección 27 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Genaro Torrecillas lanzó un señuelo sin filos ni atractivos que no atrapó a los maestros, como lo planeó. Del anzuelo, colgó a lo más degradante de los aspirantes que cargan con el repudio colectivo y excluyó a conspicuas figuras que cuentan con una hoja de trabajo y de proyecto en defensa de los intereses del gremio sindical.

Seguramente la jugada del secretario general de la 27 que está en la puerta de salida, la maniobró por miedo a que le esculquen las componendas que consumó de la mano de los gobiernos morenistas para someter a la clase trabajadora, que ahora intentan controlar, pues es uno de los pocos reductos que lucha por mantenerse al margen de sus tentáculos.

Lo que quiere, el dirigente del magisterial, es lograr una trasferencia del poder entre alguno de los que integran su primer círculo y hacer creer que hay una confrontación con aquellos que son sus amigos, para dividir a los profesores y que luego, se vayan con la finta.

Empero, la mayoría está harta de que sean los mismos de siempre los que gocen de las delicias del poderío magisterial.

En la línea que aventó como cebo al agua, colocó a Segismundo Mendívil Chaparro, a quien el tiempo le ganó la carrera de sus ambiciones políticas y financieras, porque el organismo sindical tiene apremio de nuevos rostros que reflejen la energía que se necesita para proteger las conquistas laborales que están en riesgo. Lo señalan además, de ser autor de una serie de irregularidades.

Asimismo, sumó a Juan Antonio López Osuna, “El Johnny”, que igualmente tiene su historia oscura y se atiene al impulso que el ex alcalde de Ahome, el morenista Gerardo Vargas Landeros, le pudiera proporcionar para estar en la competencia. No obstante, preside una empresa muy compleja porque el ex secretario general de Gobierno se centra en lo suyo: en solucionar los juicios penales que lo obligan a estar en los tribunales.

Esta situación lo expone como un pretenso muy débil y sin esperanzas entre los socios.

Uno más es Everardo Meléndrez Hernández, que carece de méritos y seriedad para con los trabajadores. Su carga más pesada para que lo acepten las bases es que detrás trae el empuje total de Feliciano Castro Meléndrez, secretario general de Gobierno del Estado, que arribó al cargo a través de Movimiento de Regeneración Nacional y muestra como consigna manejar los cotos magisteriales para utilizarlos en su campaña por la gubernatura en 2027.

Y el último, que adhirió a la punta de la cuerda de pescar para crear confusión política, es Héctor de Jesús Urías Castro, “El Chetos”, que se presume como candidato desde que le dieron la plaza.
Su problema, es de personalidad para con la gente. Durante años se aprovechó del método de prometer lo que no le compete y simplemente no puede. No le gusta mucho trabajar por los demás y no tiene tablas para operar una agrupación de este tamaño.

La mentira es lo fuerte de “El Chetos”. Y su placer es usurpar el asiento de los jefes, como lo hizo con Crescenciano Espericueta, de quien fue chofer –lo que es igualmente digno-, más, ante quienes no lo conocían bien, les decía que él era realmente el jefe y no el académico nayarita.
El rechazó por su comportamiento ofensivo contra el profesorado, es persistente y muchos le guardan desprecio.

Fuera de la propuesta oficial, aparece Saúl Gómez, secretario de Finanzas, quien, aunque demuestra ganas, el mando central lo marginó por cuestiones de administración de recursos económicos y prácticamente lo congeló para no estar en la disputa sucesoria.

También reapareció por el edificio de la Sección 27 del SNTE el izquierdista Carlos Rea, que aún guarda aspiraciones en su corazón y quien debiera estar en la mejor oportunidad de su existencia al militar en la casi extinta Coordinadora Nacional de Trabajadores de le Educación. Pero no es asi.

Y la diputada federal de extracción priista y hoy de Morena, Karina Isabel Martínez Montaño, que en los pasillos del Congreso de la Unión, pregona que será la buena para la renovación, pero ello está en duda. No entra en la percepción de los mentores, porque no gestiona sus reclamos y se aleja cada vez más de sus simpatías.

En la trama, hay una pieza que está al margen de la carnada que se diseñó para desorientar, que no se contempló en la relación que se dio a conocer en el “destape” del cuarteto. Juan Antonio Zavala Parra, el mochiteco que se desplaza en las alturas del Comité Nacional y que lo avala toda una trayectoria en el sindicalismo.

Mantiene a cuestas todo un programa para el magisterio, recibe apoyo del mismo en todos los municipios y teje toda una red de vínculos extensos con los militantes de una agrupación que pierde fuerza.

No hace mucho ruido y obviamente no es el único, porque de aquí a noviembre que se libere la convocatoria, surgirán más hombres y mujeres con derechos probados, más no lo atan lazos como a la mayoría, con los morenistas que pelean los espacios electorales con destino a dos años más.

Y aunque Genaro Torrecillas, desea sentar a uno de Movimiento de Regeneración Nacional en la silla que desocupará, en la creencia de que a nivel nacional Alfonso Cepeda, piensa y actuará de otra manera.

Cepeda está bien informado y no le parece, no permitirá, que el proceso electoral lo marque el morenismo que se apoderó de casi todo, y por tanto cuidará que los gobiernos locales no se lo arrebaten como cualquier dulce a un niño.

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