A clases ¡un error! es sabio rectificar

José Luis López Duarte

No sé quién, ni de dónde, como no sea de palacio nacional y el presidente López Obrador, habrá salido la idea del regreso a clases este lunes 31 de enero, como si la pandemia y muchas cosas más estuvieran en condiciones apropiadas para ello, y no fuera un salto sin red de protección por la cantidad de riesgos que entraña.

Yo creo que el gobernador Rubén Rocha se equivoca, primero porque como nunca en las cuatro etapas de la pandemia había sido tan alto el número de contagios, 16 mil 146 personas del día 15 a este día último de enero, mientras que lo más álgido en los meses pasados ocurrió por allá en septiembre y octubre, con alrededor de 8 mil, es decir, el doble tenemos ahora y en el renglón de defunciones estos últimos días están llegando a los picos de las otras dos olas, rondando los 20 muertos por día.

El número de casos en enero lleva acumulados más de 25 mil, pululan casi ocho mil pacientes activos en Sinaloa, de los cuales tan solo 3 mil 700 están en Culiacán y se argumenta que la pandemia va a la baja, porque habían tenido hace cinco días mil 600 infectados, y este fin de semana bajó a mil 136, y 20 defunciones el sábado, lo que pareció para algunos que la situación sanitaria de Sinaloa estaba mejorando, cuando en realidad está en su máxima expresión.

Como tampoco parecen dimensionar lo que significa la salida de más de 800 mil niños y jóvenes a las calles, muchísimos de ellos con sus papás y en transporte público, lo que representa simplemente que pareciera una operación vikinga, nadas o te ahogas, te infectas o te salvas.

Las autoridades, SEPyC, el gobernador y Salud pareciera que ignoran que más de 600 mil niños y adolescentes, los de educación básica, no están vacunados, y eso por donde quieran eludirlo es un error garrafal, porque hasta ahora solo la vacuna ha resultado una barrera para la pandemia.

Todos los días veo dos o tres escuelas aledañas a mi casa y las observo no en plenitud de condiciones para recibir a niños y jóvenes, como seguramente estarán un número considerable que han sido depredadas por algunos rufianes, y quién sabe en qué estado las habrán dejado.

En la vida nunca es bueno “tentar al diablo”, mucho menos tentar con lo ajeno, como son esos niños y jóvenes, patrimonio de nuestra sociedad, por lo que el gobierno debiera reflexionar esta decisión de abrir las escuelas.

La comunidad científica, y particularmente los médicos, y en general el personal de salud, recomiendan otra cosa: Después del 15 de febrero podremos hablar de tendencias de salida o no de la pandemia.

¿Por qué no esperar ese tiempo? Entiendo a los empresarios su presión sobre eventos que perjudican sus negocios, y pelean porque se les permita abrir, sin embargo, este renglón de la educación ¿Quién los presiona? ¿Por qué la premura? ¿Dos semanas más qué son? No lo sé, pero ojalá se recapacite.

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