Alzar la voz contra la obesidad, enfermedad socialmente contagiosa

 Dr. Juan Manuel Lira Romero

En México, la comida va mucho más allá de una simple tradición. La alimentación, en particular aquella que se comparte socialmente, es un símbolo profundo de identidad cultural que crea comunidad. Además de ser historia y orgullo, la gastronomía mexicana es motor de unidad local y nacional. En el 2010 la UNESCO la reconoció como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. 

Sin embargo, lo que consumíamos los mexicanos cambió radicalmente en 1993, cuando se firmó el Tratado de Libre Comercio (TLC). A partir de entonces se liberó el ingreso de alimentos ultraprocesados e hipercalóricos, también conocidos como comida chatarra, así como bebidas azucaradas, dañinas para la salud y el peso corporal. 

Desde ese momento, diversas sociedades y organizaciones nacionales, preocupadas por el creciente índice de sobrepeso y obesidad en niños y adultos, han emprendido una lucha frontal contra estos productos. 

Primero lograron que los consumidores contarán con información nutricional clara, y posteriormente se impulsó la implementación del sistema de sellos de advertencia por parte de la Secretaría de Salud, con el objetivo de prevenir el consumo excesivo de azúcares, harinas y grasas. Estos factores son parte de las causas por las que nuestro país registra un lamentable promedio de 40 mil muertes al año relacionadas con la obesidad. Asimismo, se prohibió la venta de estos productos en escuelas primarias y secundarias, con el propósito de garantizar el bienestar de nuestras niñas, niños y adolescentes, en coherencia con los objetivos de la Estrategia Nacional “Vive Saludable, Vive Feliz”. 

En este contexto, recordemos que la presidenta Claudia Sheinbaum dio el banderazo de salida a este programa, con el que se atendería la salud de 12 millones de niñas y niños que estudian en 90 mil 832 primarias públicas del país. La iniciativa busca impulsar la cultura de la prevención, fomentando una alimentación saludable y la actividad física, como parte de los esfuerzos para frenar la epidemia de sobrepeso y obesidad que tanto daño ha causado a la niñez mexicana.

A pesar de estos esfuerzos, el problema del sobrepeso y la obesidad en México continúa siendo grave. El 66 por ciento de los adultos presenta un índice de masa corporal elevado y el 30 por ciento tiene obesidad, es decir, ya rebasaron el umbral del sobrepeso, siendo más frecuente en las mujeres adultas. 
En la Ciudad de México, el 70 por ciento de la población adulta vive con sobrepeso u obesidad. 

Lamentablemente, esta condición se asocia con un mayor riesgo de desarrollar otras enfermedades graves como la diabetes tipo 2, hipertensión arterial y dislipidemia. Las proyecciones estiman que para el 2030, el 45 por ciento de la población adulta podría padecer obesidad. La peor situación es que nuestro país ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil, entre niños de 5 a 11 años de edad, con un 17.5 por ciento. 

En diversas ocasiones, notables expertos en el tema, como el Dr. Simón Barquera y la Dra. Martha Kaufer-Horwitz, han alzado su voz para advertirnos sobre esta problemática. Sus recomendaciones son sencillas y sensatas. Por ejemplo, promover una lactancia materna prolongada y socialmente protegida. 

La doctora Kaufer-Horwitz ha señalado en varios foros y publicaciones que “la obesidad es una enfermedad socialmente contagiosa, porque el entorno favorece su alta prevalencia”. Es decir, a pesar de que es un problema personal, nuestro entorno social, cultural, alimentario y permisivo, la promueve.

Al igual que estos especialistas, la Academia Nacional de Medicina, las sociedades médicas, de nutriología y de pacientes, las instituciones de seguridad social y médica, educativas y comunitarias, así como los medios de comunicación, también ya han alzado la voz. 

Sin embargo, el mensaje aún no se escucha como debería. Necesitamos micrófonos que amplifiquen esta alerta: todos unidos contra la obesidad en México. Todos es todos. Y que no se apaguen los micrófonos, porque de otra manera, se verá afectada la calidad de vida de los mexicanos y no habrá presupuesto que alcance para tratar las consecuencias de esta enfermedad. 

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