¿De Sinaloa a España? Quirino se topará con los agregados de la DEA
La relación bilateral de México con el pueblo y Gobierno españoles merece algo más que insultos, reedición de leyendas negras o improvisación
Germán Martínez Cázarez
De gobernador de Sinaloa a embajador mexicano “plenipotenciario” en España. Ese es el tránsito que el presidente López Obrador propone para Quirino Ordaz Coppel. ¿Lo logrará? Una sinaloense ya hizo ese viaje: Teresa Mendoza, la protagonista de la novela La Reina del Sur del célebre escritor español Arturo Pérez Reverte. Nació en Culiacán, le asesinaron a su novio y, después de visitar la capilla de Jesús Malverde, el Santo generoso con los bandidos, se fue a traficar drogas a España. No comparo a esa mujer de ficción con la vida real de Quirino Ordaz. Pero la relación bilateral de México con el pueblo y Gobierno españoles merece algo más que bravatas e insultos, reedición de leyendas negras, o improvisación que lastima al servicio de carrera exterior.
La sinaloense narcotraficante compró y corrompió a mucha gente, dice el capitán Víctor Castro en las páginas de esa extraordinaria historia criminal. “Eso incluyó a banqueros, jueces, políticos…aduaneros, guardias civiles y policías”.
Pobre los policías antinarcóticos que miran para otro lado a cambio de un fajo de billetes, Pérez Reverte – influyente periodista en toda Iberoamérica, autor de Territorio Comanche – remata en voz del capitán Castro: “Es humano. Cada uno es cada uno. Todos queremos vivir mejor de lo que vivimos… Lo qué pasa es que unos tienen límites, y otros no”.
La pregunta es sencilla: ¿qué límites tiene Quirino Ordaz Coppel en política? ¿Qué límites soportó para hacer negocios en Sinaloa? ¿Qué límites no vio, “miró para otro lado”, en la reciente elección local en su Estado, cuando tenía mando armado? ¿Qué límites conoció del Ejército, de la Guardia Nacional para combatir el delito? Sin límites éticos no será un diplomático; gozará los cocteles vestido de frac y moñito, saludará al Rey, le tomarán fotos las revistas de “cotilleo” frívolo, quizá le brinden un toro o lo inviten al palco del Real Madrid en el estadio Santiago Bernabéu, pero no le confiarán más secretos que a la Virgen de la Macarena.
La relación de la República mexicana con el Reino de España es compleja, rica, fuerte e inquebrantable. “No podemos enviar a cualquiera de embajador”, dijo en la tribuna del Senado Claudia Anaya, inteligente y valiente representante de Zacatecas, al nombrar al nuevo representante mexicano en Polonia. Quirino Ordaz no es cualquiera, ni es el protagonista de una novela. Tampoco es un delincuente. Pero al representar a México en España debemos cuestionarlo: ¿piensa que las empresas españolas como Iberdrola, Repsol, Grupo ACS, o bien, FCC Construcciones (en la que hay capital mexicano) son corruptas como afirma el presidente? ¿Cree que esas empresas vinieron a robar impunemente la riqueza mexicana? Como gobernador Quirino alentó el turismo, ¿les diría a los españoles en su cara -y además sin conflicto de interés-, que México es tierra de conquista para el Hotel Meliá, el Barceló o el Riu de Mazatlán, donde nació? ¿Esas empresas nunca pagaron impuestos ni locales, ni federales? “Saquear”, según la Real Academia Española a la que pertenece Arturo Pérez Reverte, es apoderarse violentamente de lo que hallan en un lugar; ¿eso hacen los españoles actualmente en México? Saquear también podría ser, entrar en una plaza o lugar robando cuanto se halla. ¿Eso hizo la delincuencia en Sinaloa?, le preguntarán todos los que leyeron las peripecias de su paisana Teresa Mendoza.
Frente a la Embajada mexicana en Madrid, en la Carrera de San Jerónimo, está el Congreso de los Diputados, donde en algún momento el Parlamento español (también el Europeo), intentarán aprobar una actualización del Tratado con la Unión Europea; y uno de los “peros” es, por ejemplo, la protección de los derechos humanos en las cadenas del suministro de productos agrícolas sensibles, como el tomate sinaloense o el aguacate michoacano. ¿Garantiza Quirino la aceptación española a ese documento internacional? Sino tiene esa tarea, ¿a qué va?
Por otro lado, ¿Quirino Ordaz va a insistir en el perdón absurdo que solicita el Gobierno de México al Rey de España por la conquista de Hernán Cortés? ¿Observa el sinaloense la contradicción de pedir esa disculpa en cas-te-lla-no, o también la exigirá en maya, zapoteco o purépecha? ¿Sabe Quirino Ordaz que el Rey Felipe VI (a quien se le dirigió la famosa carta), no puede otorgar ese perdón, sin el refrendo del Presidente de Gobierno (a quien se ignoró en la carta) según el artículo 56 en relación con el 64 de la Constitución española? ¿Conoce Quirino el iberoamericanismo de José Vasconcelos? ¿Sabe del portentoso legado binacional de Alfonso Reyes? ¿Apreciará que el Archivo de Indias de Sevilla es memoria y no rencor acumulado, entre nuestras dos naciones? ¿Está dispuesto a defender el mestizaje mexicano, sin el hedor de racismo que despide el obradorismo con su complejos frente a la tierra de Unamuno?
Y hablando de disculpas: mucho ayudaría a legitimarse a Quirino si pide perdón al pueblo de Sinaloa, al gremio periodístico y al país, por no haber esclarecido el crimen que mató al periodista Javier Valdez, ocurrido en mayo de 2017, en Culiacán. Como los asesinatos impunes de La Reina del Sur. Porque Quirino se topará en Europa con los agregados norteamericanos de la DEA, que “son cabrones” – dice Pérez Reverte-, y saben que algunos empresarios sinaloenses no pueden cruzar la frontera para internarse a los Estados Unidos. ¿Qué les contará de México? ¿Qué les dirá a los altos mandos de la Guardia Civil del hijo del Chapo, de Ovidio Guzmán, que se esfumó como Teresa Mendoza?
¿Qué les dirá a los españoles y al mundo, su excelencia el señor embajador plenipotenciario Quirino Ordaz de su tierra? ¿Acaso les dirá lo mismo que dice el gran Pérez Reverte en La Reina del Sur de Sinaloa? Que la dejó como “una tierra donde morir con violencia era morir de muerte natural”.
Con información de El País