¿Qué pasaría si el Presidente de México muere?
Alejandra Crail
El Presidente de México cae dramáticamente del balcón. Su cuerpo, lleno de sangre, queda en el toldo de un coche estacionado en la residencia oficial, al tiempo en que dos guardias de seguridad pasan a un lado con sombrilla en mano. Es de noche y llueve.
Esta escena que se puede ver en el tráiler oficial de Ingobernable, la nueva serie de Netflix, nos ha traído una pregunta aplicable a nuestra realidad: ¿qué pasaría si hoy por hoy el Presidente muere?
Cabe recalcar que ningún Presidente mexicano ha muerto durante su mandato en los últimos 100 años, sin embargo, previendo una situación como la que la serie nos ha traído a la mente, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos sí indica cuál es el procedimiento a seguir si se presentara una situación similar.
En el capítulo III, que corresponde a las funciones y responsabilidades del Poder Ejecutivo, podemos encontrar el artículo 84 que detalla qué se debe hacer si el Presidente de la República falta absolutamente. Ahí se indica que será el Secretario de Gobernación quien asumirá el cargo de manera provisional, aunque no podría designar o renovar secretarios de Estado sin autorización previa de los senadores.
Según la norma, el protocolo a seguir depende del tiempo que el presidente –que nunca pierde el título por no haber entregado el cargo de manera personal– fallecido haya estado en el poder.
Mientras el Secretario de Gobernación asume este cargo se pueden presentar dos situaciones. La primera es que si el Presidente muere en los dos primeros años de mandato, el Congreso de la Unión debe constituir inmediatamente un Colegio Electoral, para luego votar en secreto y elegir por mayoría de votos un presidente interino, el Secretario de Gobernación regresará a su cargo.
En tanto que el presidente interino dirige el país, el Congreso tiene la obligación de convocar a elecciones en un lapso de 10 días, no más, para que el pueblo mexicano elija al representante que concluirá el periodo presidencial de seis años, esta nueva jornada electoral tiene que realizarse entre los siete y nueve meses siguientes y así México tendría un nuevo presidente.
La segunda es que en caso de que el Presidente muera en los cuatro últimos años del período respectivo sería el Congreso quien decidiría, por medio de una votación, el presidente sustituto que concluirá el mandato. De igual manera el Secretario de Gobernación queda fuera de la jugada, y el pueblo mexicano se resignaría a aceptar al personaje que el Congreso haya elegido para terminar los seis años a cargo de la nación.
Con información de Expansión