Jesús Madueña: liderazgo único y reforma profunda en la UAS

Álvaro Aragón Ayala

En la ruta por la transformación profunda de la Universidad Autónoma de Sinaloa sobresale la tesis del Rector Jesús Madueña Molina, “sin reforma del pensamiento no hay reforma universitaria”, razonamiento que, en la construcción de una nueva era de la Casa Rosalina, sincroniza con la posición del gobernador Rubén Rocha Moya, quien, al lanzar un llamado a la forja de una alianza Universidad-Estado-Sociedad, priorizó la libertad académica y el autogobierno de la institución con una sóla frase: “por encima de cualquier diferendo la UAS es primero”. 

La modificación del pensamiento para el cambio, en donde la UAS se emerge fuera de la coyuntura y los cálculos políticos externos, con un liderazgo único y con un proyecto único, y el goce del respeto gubernamental a la autonomía, nutren la conexión para encauzar el estudio y la transmisión del conocimiento como requerimiento interno para una refundación de la idea misma de la Universidad. El entramado institucional no puede cambiar sólo con operaciones administrativas. Se requiere, pues, el factor clave: el conocimiento.

En su Cuarto Informe y a la vez toma de posesión como Rector para el periodo 2025-2029, Jesús Madueña Molina, con la armonizacion  y presencia del gobernador Rubén Rocha, demostró que, con resiliencia, madurez y civilidad, sin dejar a un lado la defensa de la autonomía, la UAS puede tener relaciones pactadas con el gobierno que le permitan manejarse con suficiente flexibilidad académica para educar e investigar y contribuir al desarrollo social de su entorno, en el contexto de lo estatal, nacional y lo global.

Es verdad: los nuevos tiempos marcan la necesidad de una nueva era Universitaria, sin dualidades, muy aparte de competencias alejadas de sus responsabilidades, pues los diagnósticos ofrecen “múltiples dimensiones” en donde se verifica la inviabilidad de un modelo epistemológico, pedagógico y organizacional que ya no se corresponde más con las expectativas de los nuevos actores que surgen en la escena, con las exigencias de pertinencia social y la participación social universitaria.

Es urgente, por tanto, una conversión en la Universidad para fortalecer la educación humanística y ética, toda vez que las sociedades de hoy enfrentan un sinfín de crisis, todas simultáneas y todas interrelacionadas que requieren nuevas visiones e innovadores mecanismos de solución. Entre ellas forman fila los enfrentamientos armados, el narcotráfico, la destrucción ambiental, la brecha de desarrollo (los contrastes entre marginación y riqueza), las divisiones de naturaleza étnica, religiosa e idiomática y la barbarización de la política.

En el camino las Universidades aparecen como la opción para encontrar soluciones a corto y mediano plazo a los problemas. La educación superior está llamada a hacerse cargo de las preguntas relativas a la condición humana: ¿Quiénes somos? ¿Dónde estamos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? Se trata de preguntas que involucran la necesidad de romper con el pensamiento enanizado, fragmentario y reduccionista de

lo humano que ha disuelto la complejidad de nuestra condición.

El Rector Jesús Madueña convoca a una revolución del pensamiento que conduzca a una reforma educativa que permita a los futuros profesionistas amalgamar la unidad de lo humano en diversidad; la unidad de la cultura en la singularidad de cada cultura, el carácter a la vez singular y múltiple de cada ser humano como ser complejo que no sólo vive de racionalidad y de técnica, sino de emociones y sentimientos; que es al mismo tiempo “racional y delirante, trabajador y lúdico, empírico e imaginador, económico y dilapidador, prosaico y poético”.

La agenda de las reformas universitarias es el gran desafío intelectual y político. La misión es reconectar el campus con los umbrales de otro modo de producción de conocimiento, con el horizonte ético de la solidaridad para alcanzar la construcción de una Universidad que se haga cargo de las implicaciones de los modelos de desarrollo tecnológicos, de los impactos ambientales, de la equitativa distribución de los recursos, de las brechas de la pobreza y la exclusión, y de los nuevos requerimientos culturales y científicos de una época en transición.

Que se entienda: no habrá reforma que valga la pena si lo universitarios se resignan a la práctica de simples ejercicios de reingeniería en la misma racionalidad. La transformación que proyecta el Rector Jesús Madueña trata de la voluntad para rearticularse con el gobierno de Rubén Rocha Moya y con la sociedad que emerge, en un doble sentido, como redefinición de la pertinencia, entendida como un compromiso con el conjunto de la sociedad y como redefinición del quehacer interno de la universidad

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