El PIB, clave en la sucesión 2024
Carlos Ramírez
Ante datos importantes que revelaban una disminución significativa de la tendencia del crecimiento económico y por lo tanto anunciaban problemas en las políticas sociales, el presidente López Obrador anunció que el primer jueves de cada mes se dedicará a revisar todas las variables económicas y a dar otra explicación y otros datos sobre la realidad de las cifras.
De los tres problemas nacionales –economía, seguridad y pandemia–, el primero está comenzando a atraer la atención pública por tres variables decisivas: baja en el crecimiento económico, repunte de la inflación y efecto negativo en la canasta básica y déficit presupuestal. En este contexto, el presidente fijó su agenda de interés en el tema de la economía social y popular.
El punto central del debate sobre la economía se encuentra en la definición del proyecto de desarrollo lopezobradorista como prioridad nacional. En este sentido, los resultados son aceptables porque las obras de infraestructura avanzan sin problemas y su financiamiento está garantizado por un presupuesto especifico.
Sin embargo, el desenvolvimiento de la economía nacional presenta escenarios conflictivos: no existe una estrategia intencionada de reactivación económica y la Secretaría de Hacienda definió en el presupuesto para 2022 el criterio de restablecimiento de la actividad económica, es decir, la reanudación automática de negocios en función de circunstancias y posibilidades propias y sin ningún programa de defensa de la planta productiva y el empleo.
El escenario de crecimiento económico para 2022 está fijando posibilidades abajo de las expectativas más conservadoras. El marco macroeconómico de los criterios generales de política económica para 2022 fijó un PIB para 2021 de entre 5.8%-6.8%, con una media de 6.3% de crecimiento económico; sin embargo, la desaceleración del cuarto trimestre del 2021 estaría colocando el PIB abajo de 5.5%. Y por consecuencia lógica, la meta de 4.1% para 2022 tampoco se alcanzará porque el año arrancó con expectativas de PIB de alrededor de 3%.
A pesar del desdén que se tiene hacia el PIB, este indicador sigue siendo importante para analizar las expectativas generales de la economía. Y en tanto que suma de bienes y servicios anuales, también recoge los factores de inestabilidad que impiden una reanudación ordenada e inducida del crecimiento económico después del tropezón productivo de -8.5% de 2020 por el confinamiento obligado para frenar las cadenas de contagio del COVID-19.
Las expectativas de crecimiento y desarrollo para la segunda mitad del sexenio comenzaron a preocupar en Palacio Nacional y obligaron a movimientos estratégicos para enviar mensajes a la economía en el sentido de que la prioridad del 2022 será la reactivación dinámica del ritmo de crecimiento económico. Junto con el anuncio de las conferencias matutinas dedicadas a la economía, el presidente de la república se reunió de nueva cuenta con los dirigentes del Consejo Coordinador Empresarial para retomar proyectos de infraestructura ya aprobados, pero no puestos en marcha.
Lo que queda de mensaje adicional de estos movimientos activos de la política económica gubernamental es el reconocimiento de que el principal escenario político para el proceso en marcha de sucesión presidencial será el económico, toda vez que no existen indicios políticos y sociales preocupantes que indiquen que la sociedad mexicana estaría generando presiones políticas por la violencia criminal o por el número creciente de fallecidos por la pandemia.
Las crisis electorales de los partidos en torno presidencial han respondido a la dinámica de los tropiezos económicos: el efecto social negativo de la inflación en 1988, la devaluación de 1994 y el desastre económico de Peña Nieto en 2016-2018.
El año de 2021 arrancó con evidencias concretas de un deterioro grave del nivel de vida de las mayorías por un aumento promedio de 20% en los productos de la canasta básica. El tema comenzó a ser ya tendencia en las redes sociales y por ello la respuesta presidencial de mayor atención al debate público sobre la economía.
En este contexto, el tema económico se está volviendo central en el escenario de la sucesión presidencial de 2024, tanto en la definición del candidato seleccionado como en el uso de la crisis económica como discurso de la oposición.
Con información de Indicador Político