Gobernadores, ¿no son iguales? No, son peores

Alfredo González

En la época de Enrique Peña Nieto se hizo famosa una foto en la que aparecía con gobernadores emanados del PRI. Todos felices y sonrientes porque, después de dos sexenios, el tricolor había recuperado la Presidencia de la República.

Regresaron por sus fueros, o al menos eso creían; sin embargo, poco les duró el gusto. A punto de concluir el sexenio del mexiquense y pocos años después, algunos de aquellos mandatarios terminaron en la cárcel o prófugos de la justicia.

Robaron a manos llenas y cometieron numerosas tropelías que los llevaron al banquillo de los acusados. Y tal parece que nuestra clase política, tanto la de nuevo como la de viejo cuño, no aprende.

Hoy, exmandatarios de gobiernos recientes están bajo el escrutinio público, envueltos en diversos problemas político-judiciales: Cuauhtémoc Blanco, de Morelos; Silvano Aureoles, de Michoacán; Enrique Alfaro, de Jalisco; y Alejandro “Alito” Moreno, de Campeche.

Sobre todos ellos pesan acusaciones muy graves. Por omisión o por acción, esta “nueva” estirpe de gobernantes salió igual o peor que las anteriores.

La mayoría llegó al poder con la bandera del cambio y la alternancia, como baluartes de la oposición, pero entregaron peores resultados que sus predecesores.

En el caso de Cuauhtémoc Blanco, más allá de que su desafuero no prosperó, está señalado por un presunto abuso sexual en grado de tentativa y malos manejos del presupuesto como gobernador de Morelos.

Su sucesora, Margarita González, del mismo movimiento, revisó toda su administración y detectó un desvío que ronda los 40 millones de pesos. Sin embargo, gracias a que López Obrador lo postuló como diputado, ganó y obtuvo fuero, pero eso no lo exime de las acusaciones. Resultó muy bueno como futbolista, pero malo como gobernador.

El perredista Silvano Aureoles llegó al gobierno de Michoacán con la bandera del PRD y hoy es buscado por la Interpol en todo el mundo.

La Fiscalía, de Alejandro Gertz, lo acusa de liderar un esquema de desvío de recursos que generó un daño patrimonial superior a los 3 mil millones de pesos en su estado.

En 2015 asumió el gobierno con la promesa del cambio, algo que nunca logró por su pésima gestión. Aun así, se “enfrentó” al gobierno de AMLO y hasta buscó ser candidato presidencial de la oposición.

El emecista Enrique Alfaro también se convirtió en una de las grandes decepciones de la oposición. En 2018 llegó al gobierno de Jalisco con una oferta de cambio, incluso como la cabeza del prometedor movimiento naranja.

También levantó la mano como suspirante presidencial, pero su arrogancia, prepotencia y autoritarismo lo llevaron a un choque frontal con los dirigentes de MC. Hoy le fincarán responsabilidades por la operación del Rancho Izaguirre, conocido en su momento como el Rancho del “Exterminio”.

Alejandro “Alito” Moreno es otro ejemplo de pésimas gestiones. La diferencia con los demás mandatarios es que él sí llegó con la bandera del PRI a Campeche.

Las malas mañas las traía de formación, por lo que el gobierno de Layda Sansores le armó varias carpetas por malos manejos durante su gestión como mandatario, de 2015 a 2019.

Salió antes de tiempo de Campeche porque soñaba con ser candidato presidencial del PRI en 2024. Para lo más que le alcanzó fue para ser dirigente del tricolor y enquistarse en el Senado y la Cámara de Diputados con el fin de mantener el fuero.

Alito (que ordenó a sus diputados “defender” a Cuauhtémoc Blanco) terminó siendo igual que los priistas del pasado peñista junto con algunos ex mandatarios de la oposición: omisos, ladrones o ineptos.

Además, ayer hizo alarde de sus dotes y negoció con Morena “salvar” al Cuau para que tampoco a él mismo le retiren en fuero, por ahora.

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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo“La alternancia en México no es de ideas, proyectos o partidos, es de ladrones”.

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