Harfuch: Cd. Juárez ¿y Culiacán por qué no?
José Luis López Duarte
La mañana del 22 de enero del 2008 los sinaloenses nos levantamos con la noticia de la detención de Alfredo Beltrán Leyva “el mochomo”, parte del cartel de Sinaloa que dirigían entonce Ismael Zambada, Joaquín Guzmán, Ignacio Coronel, Juan José Esparragoza y los hermanos Beltrán Leyva, acción que se consideró por el “Clan” Beltrán Leyva, una traición del cartel y desataron la “guerra” que dividió hasta la fractura del grupo, guerra que duró por tres años en todo el territorio nacional.
Luego de múltiples batallas y al final Cd. Juárez, el reducto de los hermanos Carrillo Fuentes, convertido entonces en refugio y ultimo bastión de los Beltrán Leyva, sería el vivo ejemplo de los restos de la batalla, con un saldo impresionante, que por sí solo dibujo el volumen de ciudadanos que emigraron en ese lapso, cuando su población llegaba al millón 300 mil habitantes, el cual se redujo a 700 mil. 600 mil habitantes habían emigrado a otros estados del país o a los Estados Unidos.
Había sucedido lo mismo que con la ciudad de Detroit, la otrora insignia del gran corredor industrial de Estados Unidos cuando sus principales plantas automotrices, FORD, GMC y CHRYSLER, emigraron a otros países y su población se redujo de un millón 500 mil habitantes a 800 mil. Casi el 50 por ciento había dejado la ciudad.
Cuando llega Cd. Juárez a este extremo, prácticamente a la desolación, el gobierno de Felipe Calderón, decide una operación de reconstrucción total de aquel punto histórico que fue “paso del norte” y luego Cd. Juárez, donde se pactó la salida de los invasores franceses y la caída de Porfirio Díaz.
Tres secretarías de estado encabezaron la acción del plan de reconstrucción: SEDESOL, Economía y Defensa Nacional. Así el 18 de febrero del 2010 se inició la reconstrucción de Cd. Juárez, reconstrucción que advertía el presidente Felipe Calderón, seria “un largo periodo”.
Para 2010 Cd. Juárez ya había alcanzado en el ranking mundial de las ciudades mas violentas, el primer lugar, lo que provocó aquella reacción de la presidencia de la República, cuestión que en el caso de Sinaloa no debiera esperarse a que eso ocurra en Culiacán, por que si ahora ya es una tragedia, para más adelante sera incalculable el daño que se pueda acumular.
Ya se suman mas de 500 asesinatos, mas de 500 desaparecidos, mil 500 vehículos despojados, robos y asaltos por mayor, ahora con incipientes rasgos de terrorismo.
Alcanzar los niveles actuales ya es de emergencia nacional, empeorar puede significar que extrapole a una conflagración en otras entidades del país que siguen la misma ruta de Sinaloa y no se diga aquellos que ya viven una sangría de muerte espantosa como lo son Chiapas, Michoacán, Colima y Guanajuato.
Sin duda es un acierto la venida y presencia regular del secretario de seguridad publica del país, Ómar García Harfuch, pero urge abiertamente el anuncio de un plan estratégico para solucionar los problemas de esta crisis, como lo han expuesto actores de la sociedad.
Felipe Calderón ante la emergencia en Ciudad Juárez, cuando habían asesinado en 2009 a 3 mil 200 personas y fuera catalogada como la ciudad mas violenta del mundo, en febrero de 2010 reaccionó con un plan a fondo que implicó una acción social sin precedentes: rescate de negocios y la actividad económica, así como un plan radical del ejército contra el crimen organizado.
Fue de tanta relevancia y profundidad la acción que el presidente Calderón ordenó, que en una semana acudió en dos ocasiones a supervisarlo, para valorar la situación por que según el propio presidente municipal, Héctor Murguía, cuando le informaba al gobernador de Chihuahua, que según él, no había otra forma de acabar con la “podredumbre” y la violencia, “ que tirando la ciudad y volverla a reconstruir”.
Y comparando el cuadro de Ciudad Juárez del 2010 con el Culiacán de ahora, es factible esperar a que no se lleguen a esos extremos y buscar salidas laterales de índole político y militar, y no esperar a que las bandas se despedacen, provoque la destrucción de la ciudad para empezar, como Calderón, dos años después, a llegar con un plan para reconstruir Culiacán, quien sabe lo que tenga que pasar para que esto suceda. Dios nos libre.