Con el pretexto de la mayoría
David Ordaz
Con el pretexto de la mayoría y del logro que representó el voto del ‘pueblo’, políticos, funcionarios, operadores, analistas, opinadores, medios y demás afines a la 4T, argumentan que todo es posible hacer, con el camino libre hacia adelante y sin oposición por superar.
Con el pretexto de la mayoría, presumen 36 millones de votos que obtuvo la hoy presidenta Claudia Sheinbaum, sin embargo, parece que en su narrativa no existen los otros 24 millones de personas que no votaron por su movimiento y aún más, los 38 millones de electores restantes que por distintas razones no salieron a votar el pasado 2 de junio.
Con el pretexto de la mayoría, dicen y argumentan que una reforma como la judicial tiene todo el aval “del pueblo” porque en la campaña y las plazas públicas se habló de dicha ley, como si eso fuera suficiente para que los electores (entre voluntarios y acarreados), analizaran a profundidad un tema tan relevante para el país y para uno de los 3 poderes de la Unión.
Con el pretexto de la mayoría, en análisis y debates, se desgarran las vestiduras intentando entender porque hay quienes se oponen y critican a esas decisiones si fue el mismo “pueblo”, quien dio su beneplácito y esa es razón suficiente para pasar por encima de todo y de todos.
Con el pretexto de la mayoría, integrantes de ese grupo y sus voces afines, hoy defienden palabra por palabra lo que dice la Ley de Amparo o los artículos de la Constitución, cuando ese movimiento viene marcado por un hombre que sintiéndose superior nos regaló la frase de: “que no me vengan con que la ley es la ley”.
Con el pretexto de la mayoría, el Poder Legislativo peca de soberbio y sus peores representantes oficialistas se mofan de una pálida oposición que carece de capacidad para defenderse y sus voces quedan ahogadas con apenas unos destellos de claridad.
Con el pretexto de la mayoría, el Poder Judicial parece desmoronarse ante la falta de liderazgo de una ministra presidenta que terminó siendo una gran decepción.
Con el pretexto de la mayoría, la actual administración inicia pensando que así se podrá gobernar por seis años. Lo curioso es que la única persona que parece no entrar en ese nado sincronizado es la propia Sheinbaum.
Mientras por un lado defiende esa narrativa, por otro, ha mostrado una apertura inimaginable en sectores clave como el empresariado, el mundo económico y financiero, el proyecto de sus propias obras de infraestructura y programas sociales que dan visos de mayor claridad y control presupuestal.
Es momento que la presidencia que comienza se olvide de ese argumento “de la mayoría” y gobierne para todos. México no son 36 millones de personas. Ni siquiera son los más de 90 millones de electores con posibilidad de votar. México merece algo mejor.