Sinaloa: verdades, especulaciones y ataques y los otros tres años de Rocha

Álvaro Aragón Ayala

Sinaloa cayó en la vorágine de la distorsión de la verdad, la especulación, el ataque y el manoseo de teorías conspirativas de alto calibre. La coyuntura en que ocurrió el asesinato de Héctor Melesio Cuén Ojeda, ex Rector de la UAS, diputado federal electo y fundador del PAS, alimenta el imaginario colectivo con multitud de narrativas e historias, algunas ciertas, otras vulgarmente increíbles. No se sabe si una mentira o una verdad mantiene al gobernador Rubén Rocha Moya en el filo de la navaja.

Llevando al plano del análisis y de la especulación los informes de la Fiscalía General de la República, desde la ciudad de México, columnistas de radio, televisión y portales digitales estatales y nacionales y de El Universal, El Financiero, El Heraldo, Excélsior, etc., entrelazan y sincronizan la versión de que Rubén Rocha saldrá del gobierno de Sinaloa por estar, dicen, involucrado en sucesos ilícitos y por su supuesto o real maridaje con los poderes fácticos armados.

Los perversos que le calentaban la cabeza al gobernador de que el culpable de todos los males de su gobierno era Héctor Melesio Cuén y que agarrados de esa falsedad lo criminalizaron los últimos años de su vida, exponiéndolo a un atentado -que al final ocurrió-, siguen en la tarea de deshonrarlo, tal vez creyendo que atacándolo post mortem desviarán por razones inconfesables la investigación federal.

Bajo la consigna de matar a Cuén después de muerto -como lo definió el periodista Osvaldo Villaseñor en una entrevista televisiva-, juegan papeles preponderantes Adrián López Ortiz, Alejandro Sicairos, Jorge Ibarra y Arturo Santamaría, provocando la conjetura de que se trata de una “agenda gubernamental” sincronizada y supervisada por Adriana Margarita Ochoa del Toro, jefa de prensa del gobierno del estado.

Juan Alfonso Mejía precisa que “hoy la política no es local”, contrario a lo que siempre se pensó. “Si las autoridades locales involucradas o no -pregúnteles a los que saben, yo no- arrastran consigo la marca y las bases fundacionales del modelo, entonces pueden estar tranquilos. Los defenderán. Nadie sabe hasta donde se podría deshojarse la mazorca”, dice.

“Caso contrario, si consideran necesario que al caer alguien más, ganan legitimidad y margen para negociar, entonces si es de preocuparse. Los pueden intercambiar. Cuídense de sus amigos. Y en medio del dilema presidencial, Sinaloa aparece en primer lugar ¡que afortunados!”, expresa Alfonso Mejía, doctor en Ciencia Política.

Porque ya cayó, en efecto, la Fiscal Sara Bruña Quiñónez Estrada por 10 errores en la investigación. La lógica técnica-científica indica que Sara Bruna debería de ser interrogada por la Fiscalía General de la República para saber quién o quiénes le ordenaron manosear y adulterar el expediente y porqué, ya que ella trataba de concretizar la hipótesis del robo fallido de la camioneta para desviar la pesquisa.

La ex Fiscal es entonces la punta de la madeja de la trama. Sin embargo “desapareció del cuadrante”. Unas versiones indican que salió del estado o del país, otras que está enferma, internada en el Hospital Naval de Mazatlán, bajo resguardo, además, y otras más de que no hablará ni acusará a nadie porque estaría de por medio su seguridad personal y el trabajo de su hija la Jueza de Control Diana Paola Herrera Quiñónez.

Para enrarecer más el escenario detectivesco, sobre Fausto “N” se ha tejido la versión de que es el testigo “directo” del crimen y se le ubica como el personaje que trasladó a Cuén Ojeda al hospital Cemsi, en donde se le declaró muerto. Además se desató contra él una campaña de demonización no únicamente para malévolamente calificarlo como cómplice del asesinato y para “exponerlo” a un atentado.

La mentira más fresca en torno Fausto “N”, divulgada el sábado, es en el sentido de que elementos de la Fiscalía General de la República habrían cumplimentado una orden de cateo en su domicilio. La realidad es que no hubo ningún cateo ni fue sacado esposado de ninguna casa, como se difundió. Sí, hubo movilización federal, pero no en su residencia, sino en otra. No pesa sobre él, tampoco, ninguna orden de aprehensión.

En el gabinete de análisis y seguimiento de la Presidencia de la República y de la Fiscalía General de la República, se precisa que las columnas de Juan Manuel Partida, presidente de la Asociación de Periodistas de Sinaloa, y de Osvaldo Villaseñor, analista y articulista y comentarista de radio y televisión, son las que más se apegan a las hipótesis elaboradas por las autoridades federales en torno al “caso Cuén”.

Bien. Aunque será difícil tumbar la teoría del crimen de Estado, ésta semana se generará más información gubernamental. Si Andrés Manuel López Obrador, que controla la Fiscalía General de la República, dijo que “apoyaba al gobernador” y Claudia Sheinbaum precisó “a Rubén Rocha ya le tocaron tres años con el presidente, pues ahora le van a tocar tres años con la presidenta”, es viable teorizar que la Fiscalía recibiría la orden para señalar culpables.

La exoneración de Rocha, a quien la prensa nacional y algunos periodistas sinaloenses han colocado en la línea de la sospecha, parece estar decretada. El dilema radica a quien o a quienes culparán y cómo reaccionarán, y cómo se consolidará una hipótesis creíble que aclare el porqué, el motivo que llevó al asesinato, quien lo ordenó y a quien se trató de proteger con el montaje de la gasolinería.

El descargo únicamente de Rubén Rocha, no de Sara Bruna ni de otros mencionados, quizá sólo sea en el “caso Cuén”, no en el otro escándalo judicial extraterritorial que involucra la posible intervención de las autoridades de los Estados Unidos. Ya los analistas y periodistas nacionales interpretaron la expresión de Claudia Sheinbaum como el pase inmediato de Rocha a una embajada o un consulado desde donde le pondrían “tocar tres años con la presidenta”. No la procesaron como su permanencia en el gobierno estatal. Punto.

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