La UAS, de rodillas, nunca

Ernesto Hernández Norzagaray

Con esa lógica, el conflicto más allá de las palabras políticamente correctas del Gobernador y el encargado del despacho de Rectoría, la reunión en la Secretaría de Gobernación fue un fracaso y quizá, con este segundo encuentro formal, se cerrará esa puerta y el problema terminara por pudrirse en el estado. Pobre Sinaloa.

Esta expresión acuñada por Jesús Madueña Molina, el rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa separado de su cargo fue la respuesta a la petición que le hizo Rubén Rocha Moya, gobernador y exrector de la misma Universidad, de que allanara el paso a una iniciativa de reforma inconstitucional a su ley orgánica.  

Un año y medio después el Congreso del Estado se ha tenido que desistir ante el fallo inconstitucional y, está vez, aquella respuesta firme se hizo escuchar fuerte en el Zócalo y el Monumento a la Revolución en la Ciudad de México. 

Y esa expresión de lucha, irreductible, ha sido capaz de agrupar a decenas de miles de universitarios que desde un primer momento no transigieron porque simplemente contravenía la propia Ley General de Educación Superior que el mismo gobernador, siendo presidente de la Comisión de Educación del Senado de la República, había impulsado para resguardar la autonomía de las instituciones públicas de educación superior. 

Una contradicción política que un juez federal se encargó de exhibir en el momento en que otorgó un amparo definitivo a la máxima casa de estudios de los sinaloenses. 

Sin embargo, este conflicto, que inició en febrero de 2023, ha venido escalando y complejizándose por un ejercicio autocrático a través del poder legislativo, el poder judicial y la fiscalía general del Estado, de tal manera que se tejió una red de dispositivos que reforzaban lo que se hacía desde la legislatura de tal manera que, si fallaba, una de las piezas del tinglado, quedaba otras para seguir con el trabajo de coacción sobre el grupo dirigente de la UAS y su extensión en el Partido Sinaloense. 

Pero este grupo, ha hecho un trabajo jurídico eficaz y ha defendido a la institución. Además, operó, una reforma académica, realizó grandes movilizaciones en todo el estado y la mejor muestra de ello, es que ha tenido interlocución con el propio presidente López Obrador quien media a través de la Secretaría de Gobernación con un claro apoyo al gobernador. 

En dos ocasiones ha buscado mediar en el conflicto y la última vez, fue está semana, cuando las autoridades rosalinas, acompañadas por cientos de universitarios llegaron a la Ciudad de México y lo mismo hizo el gobernador, con un coro variopinto de universitarios, burócratas y militantes morenistas buscando de esa forma equilibrar las fuerzas y la narrativa. 

El encuentro, como lo dijo Robespierre Lizárraga, encargado del despacho del rector, fue álgido porque se trataron todos los temas de la agenda del conflicto, sin embargo, en términos tangibles, de arreglo institucional, las posturas siguieron siendo las mismas. 

Las autoridades de la UAS sostienen que debe realizarse una negociación poniendo sobre la mesa todos los temas para encontrar una solución al conflicto y el gobernador dice que él no tiene por qué hacerlo y que las autoridades universitarias deben sentarse con los diputados locales que unilateralmente han puesto en marcha la discusión de 36 iniciativas de reforma -curioso, antes del inicio del conflicto no llegaban a cinco- y que, con lo que resulte, ir a la consulta a la base universitaria para saber qué tipo de ley orgánica quieren, pero, además, también ha dicho que los asuntos judiciales deben seguir su curso o sea, mantiene, esa carta para continuar una presión que lo único que ha logrado es que los amenazados se acuerpen en uno solo y en defensa de la casa rosalina. 

Entonces, no se ve por donde está la salida y esto va a llevar que se traslade la crisis no sólo hasta después de las vacaciones que inician esta semana sino, hasta la siguiente legislatura, que empieza en octubre y con ello, se va, a la segunda parte del gobierno del morenista Rubén Rocha. 

Y es conocido en el argot político, que lo que un gobernante no haga en los primeros tres años difícilmente lo lograra en los siguientes tres porque la reforma que hoy se “discute” en el Congreso del Estado no tiene manera de transitar en la UAS y, los diputados podrán armar un compendio de reformas constitucionales y reglamentarias que nunca aprobara el Consejo Universitario. 

Entonces, si la salida no es política, no será y menos, como ha sucedido a través de “levantones” de liderazgos como el de José Carlos Aceves, dirigente sindical de académicos y los balazos en el campus universitario, como el sucedido en contra Arnoldo Valle, director de Comunicación Social de la UAS. 

El gobernador está leyendo mal el momento y fallando la estrategia que busca como bien la dibuja el rector Jesús Madueña cuando alza la voz y le dice: De rodillas, nunca. 

Como universitario y observador de la cosa pública sinaloense, veo de parte de las autoridades voluntad de transitar a una reforma integral y dio un primer paso con el proyecto de la reforma académica que lamentablemente se ha visto invisibilizada y distraída por la dinámica del conflicto y es que, como me lo dibujaba una directora de la administración central: “tenemos que atender el día a día de la Universidad y estar alerta para ir a la calle cuando se nos convoca para la defensa de la autonomía”. 

El problema con la administración de Rubén Rocha es su visión autocrática, irreductible, del todo o nada, se impone esa mezcla antidemocrática y antipolítica de la versión local de Morena y prefiere sostener el conflicto, porque al final le sirve, se ha convertido en su principal distractor ante la escasez de resultados que cuenta con la entrega de los principales medios de comunicación del estado y algunos de la Ciudad de México, como lo vimos esta semana. 

Las políticas públicas del gobierno rochista está demostrado tienen resultados mediocres y el mismo, de alguna manera, lo proyectó cuando dijo sería, y lo ha repetido, no un gobierno de grandes obras sino de muchas obras pequeñas. Y así es todo, pequeño. 

Con esa lógica el conflicto más allá de las palabras políticamente correctas del gobernador y el encargado del despacho de Rectoría, la reunión en la secretaría de Gobernación fue un fracaso y quizá, con este segundo encuentro formal, se cerrará esa puerta y el problema terminara por pudrirse en el estado. Pobre Sinaloa. 

A reserva, claro, que se demuestre lo contrario. 

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