El fracaso de Rubén Rocha y la vinculación en el atentado contra Arnoldo Valle
Álvaro Aragón Ayala
Si bien en cierto que los diputados morenistas y sus aliados, traidores del PRI y del PAN, aprobaron, violando la Constitución, la Ley Estatal de Educación Superior para tomar por asalto la Universidad Autónoma de Sinaloa y que la estrategia legislativa les falló al topar con las resoluciones del Poder Judicial Federal, también es verdad que el gobernador Rubén Rocha Moya tomó nuevas acciones de alto calado para pretender ahora por medio de las armas y el terror dominar a la Casa Rosalina.
El ingeniero y periodista, fundador de LA GACETA Universitaria, Arnoldo Valle Leyva, logró el viernes por la tarde, después de una violenta persecución, salvar su vida. Se atentó contra él a balazos en una acción evidentemente vinculatoria a las acciones de odio y linchamiento emprendidas por Rubén Rocha para pretender apoderarse de la UAS. No es la primera conjura criminal. El dirigente del SUNTUAS-Académico, José Carlos Aceves Tamayo, sufrió también un “levantón” y la advertencia de muerte si persistía en su lucha por la defensa de la autonomía universitaria.
La agresión a tiros contra Arnoldo Valle, pieza clave del Comité de Defensa de la Autonomía Universitaria, ocurrió cuando de manera falaz, embustera, el diputado Feliciano Castro Meléndrez, preso por asesinato en el penal de Aguaruto en 1974, lanzó una tramposa llamada al “diálogo” a los directivos de la UAS mientras que, de manera unilateral, por instrucciones de Rubén Rocha, acondiciona una Ley Orgánica Externa, no universitaria, sin validez jurídica ni legislativa y promueve una consulta universitaria externa violatoria a la Constitución y a la Ley General de Educación Superior.
Por órdenes del gobernador, Feliciano Castro creó el artificio de la rendición, aceptando la derrota judicial y legislativa con el retiro de la revisión de la sentencia que declaró inconstitucional y violatoria a la autonomía de la UAS la Ley Estatal de Educación Superior, pero creando a la vez, de inmediato, una imaginaria “mesa de diálogo” en la que sólo participan los diputados rochistas para darle curso a una Ley Orgánica Foránea apoyadas por pantomimas legislativas que carecen del respaldo del Consejo Universitario y de los órganos colegiados de la máxima casa de estudios.
Mientras moldean su Ley Orgánica Externa, ilegal, inconstitucional, seguramente se fraguó en las catacumbas del Tercer Piso del Palacio de Gobierno el atentado criminal contra Arnoldo Valle, quien días antes había advertido que era vigilado y perseguido, acoso que se incrementó por las derrotas legales de Rubén Rocha, encolerizado por los fallos de los Jueces Federales que también han determinado que las demandas interpuestas contra el Rector Jesús Madueña Molina, ilegalmente destituido del cargo, son falsas de toda falsedad, al igual que otras querellas orientadas contra otros directivos universitarios.
Las sentencias a favor de Jesús Madueña describen el descalabro político y judicial del gobernador Rubén Rocha que, sin espacio para las dudas, configuró la Ley Estatal de Educación Superior, ilegal, fuera de la realidad y de los escenarios presentes y futuros, pensando que con ese bodrio legislativo y la invención de demandas penales, empujadas por él, la Fiscalía General de Justicia de Sinaloa, el Poder Legislativo y el Supremo Tribunal de Justicia de Sinaloa, los directivos de la UAS y su comunidad caerían espantados a sus pies.
Partiendo, pues, del fracaso, el gobernador diseñó nuevas estrategias de alto calado, la de la violencia armada y la construcción “a huevo”, a la fuerza, de una inaplicable Ley Orgánica Externa de la UAS. Imposible, entonces, desvincular el atentado a Arnoldo Valle de la ira desatada contra las autoridades claves de la Casa Rosalina para intentar exterminarlas o atemorizarlas para que abandonen el campo de batalla judicial y político de defensa de la autonomía universitaria.
Sería ilógico no establecer la vinculación cuando fue el propio Rubén Rocha quien obligó a la sociedad sinaloense y a la comunidad universitaria a trazar la hipótesis/acusación en torno a que la autoría intelectual apunta y recae en él como gobernador debido a su premura en “lavarse las manos” y a la agilidad con la que construye aberrantes teorías “policiacas” de la agresión, y en vista de la intervención en las redes digitales de los rochistas, incluyendo funcionarios públicos, justificando la persecución y el ataque a balazos.
Lo predecible, entonces, los delata. En efecto, como si ya supieran de que a Arnoldo Valle se le intentaría quitar la vida y de que tendrían que crear escenarios para eximir de responsabilidad al gobernador, presurosamente, a unos minutos del reporte del atentado, como si ya lo esperaran, los rocha-periodistas, los medios de comunicación a los que el gobierno del Estado les paga la nómina de sus trabajadores y directivos, comenzaron a construir falsos escenarios en busca de “chivos expiatorios”, elevando así las sospechas sobre la participación intelectual de Rubén Rocha en la conspiración criminal.
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