Reflexiones tributarias
Gabriel Reyes Orona
El país tiene grandes retos en materia tributaria, al haber emergido sustanciales modificaciones en la forma de operar del sistema productivo. En primera instancia, debe advertirse que la principal fuente de ingreso está completamente exenta. Las remesas, en el origen y en el destino, no están claramente incididas por la normativa fiscal, siendo un torrente de ingreso que se mantiene en un limbo regulatorio.
La que fuera otrora la fuente dominante, el ingreso de Petróleos Mexicanos, es claro que no mejorará su perfil, y, por el contrario, no tardará mucho para que deje estar en el lado del haber, para pasarse al lado del deber. La inevitable debacle de la industria petrolera, si bien es cierto podrá demorar un cuarto de siglo, llegará, y con ello, cambiará radicalmente la forma de analizar las finanzas públicas, así como de construir los instrumentos presupuestarios.
Hasta ahí, los principales flujos financieros, lejos de contribuir en forma relevante a sufragar los gastos públicos, se desarrollan y desenvuelven de manera independiente a la administración tributaria, la cual, se ha concentrado en los ramos que tradicionalmente fondean el presupuesto federal, esto es, el ISR y el IVA, adicionados de manera importante por el IEPS.
La industria sin chimeneas muestra un claro crecimiento de visitantes, pero una disminución en su aportación al erario, ya que se ha degradado la calidad del turismo, en términos de aportación efectiva, esto es, por un lado, los servicios mayormente se pagan en el lugar de origen, y por otro, el perfil de visitante corresponde a sujetos de consumo modesto. La percepción en los centros turísticos ha menguado lo cual es notorio en los gastos de mantenimiento y expansión, salvo tratándose de grupos turísticos con cercanía al oficialismo, que han recibido permisos extraordinarios de gestión hotelera.
Ahora, la eficiencia tributaria debe desarrollar instrumentos de seguimiento, control y aplicación especializada. Las divisiones que históricamente dan cuerpo y forma a la valoración del desempeño de la recaudación deben dar paso a nuevas formas e instrumentos de medición, dado que, sólo conociendo los flujos que generan actividades novedosas que operan bajo esquemas tecnológicamente sofisticados, podrá establecerse un marco tributario eficaz, siendo claro que no es conocido con precisión por las autoridades fiscales el volumen, origen y destino de importantes caudales.
Se advierten, al menos, tres grandes rubros o segmentos del ingreso, cuyas notas distintivas reclaman instrumentos y procedimientos especializados, ellos son, el comercio exterior, el nearshoring y el uso de criptomonedas. Esas fuentes, por tener una propia y especial configuración, resulta conveniente sean separadas de la recaudación tradicional, así como también, que sus procedimientos de determinación de base, tasa y época de pago se diseñen ad hoc. Ya que, al menos la segunda, es una actividad en formación que requiere de incentivos de atracción y permanencia, antes de ser proveedora consistente en el sistema fiscal mexicano.
Tomada conciencia de que las novedosas fuentes y figuras no comparten las condiciones, ni las características de las fuentes típicas surge la necesaria pregunta de si ellas deben permanecer al cuidado del Servicio de Administración Tributaria, o si se deben constituir agencias especializadas para su administración y canalización al gasto oficial.
Ello es así, dado que los objetivos, dinámicas y administración difieren de los ingresos tributarios que dieron origen a las leyes fiscales que surgieron a partir de la nueva modelación del sistema en los años 80. Hasta ahora, forzadamente han sido encajonadas en aquellos supuestos articulados para actividades ampliamente analizadas y estudiadas, sin embargo, su generación, valuación tributaria y gravamen, presentan un perfil notoriamente diferenciado del resto de las actividades productivas.
Especialmente, el nearshoring, demandará nuevos esquemas de incentivación y anclaje a la economía nacional, haciendo necesario que se desarrollen nuevos conceptos que atraigan la inversión, fomenten la reinversión, y propicien la permanencia de largo plazo en el país. Debemos tener claro que son muchos los países con los que se compite por esos flujos y que el capital no tiene afectos, sino intereses, y que el diseño de una política comercial e industrial debe hacerse con visión de largo plazo. Asunto que provocará profundos debates, al existir una apremiante necesidad de recursos públicos, para atender las desvencijadas finanzas públicas, que ya no contarán con los extraordinarios y no recurrentes ingresos, derivados de acciones de cobro basados en presiones y medidas que han sido declaradas inconstitucionales, ni aún cuando la carta fundamental sea deformada, ya que ese mecanismo se basó en procedimientos de fiscalización cuya maduración tomó años. Así es, tales acciones sólo aceleraron, bajo prácticas reprochables, esfuerzos de recaudación provenientes del pasado.