Transición energética puede agravar crisis de Pemex y generar una en México: NRGI
Silvia Rodríguez
La organización Natural Resource Governance Institute (NRGI) advirtió que la transición energética es un fenómeno global, pero puede agravar una crisis en Petróleos Mexicanos (Pemex) y llevar a una crisis en México si el gobierno federal le sigue dando apoyos sin condiciones a la empresa productiva del Estado.
“Es fundamental que se tomen mejores decisiones en relación con lo que se ha venido haciendo y que haya mayor transparencia y claridad en cuanto a cómo se considera el riesgo de transición”, señaló Fernanda Ballesteros, quien lidera el trabajo de NRGI en México y forma parte del grupo de coordinación de transición energética de la organización.
Durante la presentación del reporte “Pemex y la transición energética: respuestas oportunas a retos crecientes”, la analista de políticas en NRGI, Andrea Furnaro, explicó que una caída permanente en la demanda mundial de petróleo es cada vez más probable, un factor esencial es porque el parque vehicular está transitando hacia la electromovilidad.
Señaló que las expectativas apuntan a que las ventas de autos eléctricos aumenten de 18% en 2023 a 50% en 2030 y varias organizaciones prevén que la demanda mundial de petróleo alcance su punto máximo en esta década.
Andrea Furnaro indicó que si bien la demanda interna podría mitigar los efectos de una caída en la demanda internacional, lo que suceda en el mercado petrolero internacional es de suma importancia para Pemex.
Ante esta situación, miles de empleos podrían desaparecer (117,000 colabores directos y 400,000 indirectos), sobre todo en estados como Tabasco y Campeche, que son las principales regiones petroleras del país, aunado al impacto fiscal, pues Pemex juega un rol de los ingresos del gobierno federal, además de que varios activos petroleros podrían quedarse varados financieramente.
La analista de NRGI abundó en el hecho de que el valor de las inversiones de distintos proyectos no alcanza el precio de equilibrio en una transición global relativamente rápida y la mayoría de las posibles inversiones de Pemex en la próxima década serían rentables sólo bajo asociaciones.
En este contexto, el panorama que se puede presentar es el de una espiral de deuda, en el que los acreedores preocupados por la capacidad de Pemex de pagar sus pasivos y la potencial pérdida de apoyo financiero del gobierno federal eleve las tasas de interés a las que se pueda financiar la petrolera.
Con esto, ante un costo más elevado de la deuda, Pemex se enfrentaría a dificultades para obtener utilidades y sus pérdidas aumentarían aún más; de hecho, ya los acreedores están comenzando a pedir una mayor tasa de interés en sus préstamos a la empresa productiva del Estado.
Ante esta situación, Fernanda Ballesteros apuntó que entre las estrategias para que Pemex pueda enfrentar la transición energética se encuentra el reconocer y evaluar el riesgo de tal transición; mitigar el riesgo mediante un plan de negocios resiliente; y supervisar el riesgo de transición por parte del Estado mexicano.
Sobre este último punto, precisó que la Secretaría de Energía debería tener una planeación estratégica para acelerar la transición y asegurarse que haya una mejor gestión del riesgo, mientras que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) debería reconsiderar las condiciones para transferir recursos a Pemex y las condiciones deben ser en favor de la responsabilidad fiscal y la transparencia en la gestión de recursos públicos.
Además, la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) podría verificar el riesgo de transición como parte del análisis para establecer nuevos proyectos en operación, a lo que se suma la urgencia de seguir exigiendo mayor transparencia y rendición de cuentas en Pemex y mejorar la toma de decisiones a partir de un esquema de gobernanza acorde con sus objetivos.