Candidaturas salvavidas, el poder de los líderes partidistas

Alejandra Salado

México se prepara para una importante jornada electoral programada para el próximo 2 de junio, en donde se disputarán 20,367 cargos a nivel federal y local. En este contexto electoral surge como tema central de conversación política la designación de candidaturas, donde se presentan fenómenos contrastantes en las estrategias del partido oficial y las de los partidos de oposición.

Si consideramos los resultados obtenidos en las últimas dos elecciones federales, se observa una disminución en los niveles de competitividad electoral, lo cual se puede atribuir al impresionante avance electoral de Morena, respaldado por sus aliados el PVEM, el PT y el ya desaparecido PES, lo que nos da un escenario muy particular para los partidos de oposición, que se espera intenten contener o revertir esa tendencia.

En este sentido, se esperaría ver candidaturas frescas, competitivas, que cautiven a las y los votantes. Sin embargo, llaman la atención las designaciones de algunas candidaturas por parte de los partidos de oposición PAN, PRI y PRD, entre ellas las de sus líderes nacionales: Marko Cortés, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano, respectivamente, quienes han optado por ubicarse en el primer lugar de las listas de candidatos plurinominales al Senado de sus partidos, asegurándose así un escaño en la próxima legislatura. Pero no están solos en esta estrategia, ya que también Alberto Anaya Gutiérrez, presidente del PT, figura en el primer lugar de la lista de su partido.

Además, es evidente que los primeros puestos de estas listas han sido reservados para los colaboradores más cercanos a los líderes partidistas (nada nuevo, ya lo habían hecho en 2021 y no tuvieron los mejores resultados). Por ejemplo, en el PRI destacan nombres como Carolina Viggiano y Pablo Angulo, miembros del Comité Ejecutivo Nacional, ocupando importantes posiciones en las listas de candidatos, siendo Viggiano secretaria general y Angulo secretario técnico del consejo nacional del partido.

El PAN, por su parte, presenta candidaturas como las de Jorge Romero Herrera, Francisco García Cabeza de Vaca y Enrique Vargas, quienes no sólo aseguran un cargo, sino también el fuero constitucional que conlleva, ya que estos candidatos enfrentan diversos señalamientos y denuncias en las fiscalías de sus respectivos estados.

Por otro lado, en las designaciones de Morena se observan políticos cercanos al presidente Andrés Manuel López Obrador, entre ellos tres ex aspirantes a la candidatura presidencial: Adán Augusto López Hernández, Marcelo Ebrard y Gerardo Fernández Noroña. Y si bien en las listas se encuentran nombres reconocidos como Citlalli Hernández Mora, Susana Harp Iturribarría y Javier Corral Jurado, también se encuentran nombres como el de Alejandro Murat, exgobernador priista de Oaxaca, cuya designación ha generado controversia al interior de Morena, incluso del gobernador morenista en turno, Salomón Jara, quien ha pedido a la dirigencia de Morena que explique la decisión.

La imposición de candidaturas por parte de Morena a nivel local también ha traído protestas y rechazo por parte de las bases militantes en varios estados, incluyendo Guanajuato, Puebla, Yucatán, Baja California y Sinaloa. En Guanajuato, la propia candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum, fue testigo de las muestras de rechazo hacia la candidata a la gubernatura, Alma Alcaraz, durante un evento en noviembre pasado.

En Puebla, militantes morenistas han realizado manifestaciones exigiendo que se privilegie a “verdaderos defensores de la Cuarta Transformación” en la postulación de candidaturas a alcaldes y diputados locales. Similar descontento se ha expresado en otros estados, donde se han criticado candidaturas de personas con historial en otros partidos políticos y viejos enemigos en las narrativas morenistas. Estos conflictos internos han evidenciado tensiones dentro de Morena y han generado dudas sobre la transparencia y legitimidad de los procesos internos de selección de candidatos.

Mientras que Morena se esfuerza por incorporar candidaturas competitivas, vengan de donde vengan, con el objetivo de asegurar el triunfo electoral –como han expresado Mario Delgado y la propia candidata presidencial, quien recientemente dijo durante un mitin en Puebla: “Hay compañeros, compañeras de Morena que son fundadores, pero que no ganan una encuesta, y hay otros que se acercaron hace tres o seis años y que sí ganan una encuesta”–, la oposición ha optado por concentrarse en asegurar las candidaturas plurinominales para sus élites o líderes prioritarios. La diferencia de estrategias entre los distintos partidos responde a las diversas condiciones de competencia a las que se enfrentan.

En resumen, parece que la oposición no busca necesariamente ganar las elecciones federales, sino más bien asegurar, en la derrota, una significativa representación parlamentaria mediante la asignación proporcional de curules. Dicha estrategia tiene como objetivo proteger o salvar a las élites de los partidos a través de prácticas y leyes que favorecen a quienes tienen un mayor peso en las designaciones.

Sin embargo, la maniobra no es muy diferente a la de Morena, en donde también parecen adherirse al principio de “al mando, el abuso se hace ley”, aunque con un número de cargos a distribuir considerablemente mayor. En definitiva, tanto la oposición como Morena parecen seguir estrategias que priorizan la preservación de sus élites políticas y el aprovechamiento de las estructuras de poder existentes.

En todo esto, lo que menos les preocupa a los partidos es incentivar la participación ciudadana en las urnas.

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