UAS: Elección de consejeros y la estrategia de la confusión

Lidia Argüello

Conforme a los plazos de la convocatoria, este viernes 27 de octubre, miles de universitarios -entre ellos 170 mil estudiantes-, eligieron democráticamente a los integrantes del Consejo Universitario, un profesor y un alumno por unidad académica, y a sus consejeros técnicos que operan dentro de las preparatorias, escuelas y facultades. Las elecciones se ajustaron a lo que marca la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

La UAS posee un sistema de avanzada para la elección de sus consejeros y de sus autoridades; comparativamente con el de la UNAM, la Universidad Autónoma de Occidente, la Universidad Nacional Indígena de México, la Universidad Pedagógica, etc., el mecanismo es mucho más incluyente, alejado del verticalismo y con una amplia participación de su comunidad universitaria. Es un modelo democrático ejemplar.

En los días previos a la elección, Rubén Rocha Moya giró la indicación para que los columnistas de los medios de comunicación con contratos millonarios pagados por el gobierno del Estado descalificaran el proceso, con la consigna de que lo tildaran de antidemocrático y autoritarista. La orden fue cumplida al pie de la letra. El plan del gobernador es convertirse, él, en el “gran elector” en la UAS y decidir quienes será los consejeros y quien será el Rector.

La Universidad lanzó una convocatoria que se difundió ampliamente entre toda la comunidad universitaria. Quienes ganaron participarán en las sesiones del Consejo Universitario, máximo órgano de representación de la UAS. Lo interesante de estas elecciones es que se desarrollaron de cara a la embestida furiosa de Rubén Rocha y sus medios de comunicación y en medio de la fabricación de delitos contra las autoridades universitarias.

Los ataques contra la UAS no amedrentaron a los universitarios que de manera libre eligieron a sus representantes ante el Consejo mandándole dos señales al gobierno rochista: no se dejaron atemorizar ni atrapar por la confusión provocada por sus estrategas propagandísticos y por ningún motivo permitirán que tome por asalto y secuestre a la Casa Rosalina. La Universidad se mantiene unida contra el autoritarismo gubernamental.

Los nuevos consejeros llevarán al extremo la defensa de la Universidad de frente a un Rubén Rocha encolerizado porque la comunidad universitaria le rechazó la Ley de Educación Superior del Estado de Sinaloa, con la cual aún tiene el plan de capturar a la máxima casa de estudios para regresarle al modelo de los años 70, en la que reinaba el caos, la toma de planteles educativos y el cruce de insultos y riñas entre profesores y estudiantes.

El modelo participativo de elección de consejeros universitarios garantiza la estabilidad y la gobernabilidad democrática de la Universidad. Los nombramientos no dependieron del Rector ni del propio Consejo Universitario, sino de elecciones abiertas, libres, en cada una de las unidades académicas. El trasladar la democracia a las preparatorias, escuelas y facultades, le genera a la institución nuevos elementos de decisión y da fortaleza al Consejo Universitario.

La UAS es la representación de un modelo particular de democracia. Es una instancia que no pertenece a ningún régimen externo, clase o grupo económico en la búsqueda de la dominación política y sus metas se encuentran en el consenso de la vida universitaria como instrumento al servicio de la sociedad. Es una Universidad que representa el espíritu de la sociedad para lograr, mediante el estudio y la reflexión, mejores derroteros de desarrollo.

La democracia universitaria es un asunto relevante porque la idea de autogobierno de las universidades públicas autónomas por ley es un derecho constitucional que les concede la posibilidad de una estructura interna con facultades de gobierno y la consiguiente elección de sus consejeros y titulares, y, a su vez, es una garantía, porque salvaguarda la autonomía limitando el acceso de agentes extraños en lo concerniente a la toma de decisiones.

El gobierno de Rubén Rocha Moya falló en su intento por confundir a la comunidad universitaria, falló en su pretensión de desacreditar la elección de los consejeros de la institución, declarándose una vez más acérrimo enemigo de la Universidad, la cual quiere secuestrar y ceder a un grupúsculo de universitarios especialistas en la generación del caos que parasitan en el gobierno del Estado y en el Congreso Local o pululan en la calle gritando insultos.

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