¿Morenismo o Rochismo? La continuidad del PRI
José Luis López Duarte
El sábado que pasó, como escribió nuestro amigo Felipe Guerrero en sus crónicas, vimos dos días: el de Rocha y Claudia Sheinbaum y la ausencia de Héctor Melesio Cuén, la primera historia ya la vimos todos, la segunda no sabemos, pero si se sabrá.
Casi todo el periodismo sinaloense reseñó puntualmente todo el recorrido de Claudia Sheinbaum en Culiacán y casi todos, coinciden en que fue un fracaso para el gobernador Rubén Rocha, cuando atronaron en el salón FIGLOSTASE los diferendos y gritos de protesta de grupos morenistas que se inconformaron por la unción al morenismo, por el gobernador Rocha y la precandidata presidencial Sheinbaum de un grupo de priistas y ciudadanos que se incorporaron a esa precampaña y al movimiento de la 4T.
El grito de rechazo que retumbo en el salón de eventos, es un grito que ya viene de lejos, por allá a finales del 2021, cuando Rubén Rocha ganó la elección a gobernador y luego, con el paso de los días fue mostrando que no era un gobernador electo de MORENA, sino un gobernador del PRI, un gobernador que obedecía y obedece , los intereses de los exgobernador Quirino Ordaz y Jesús Aguilar (DEP), al incrustar poco a poco a toda la banda de los exgobernadores así como el grupo histórico del Rochismo Uaseño, para constituir el gobierno Rochista.
Gobierno Rochista que se a constituido en una pequeña dictadura, como la que creó el “toledismo”, en la que no cabía el PRI en su conjunto, menos la oposición y la sociedad, si no sólo sus incondicionales, como los caciques del viejo priismo del partido único, del Partido de Estado.
Rubén Rocha se ha autoproclamado demócrata, pero su ejercicio de gobierno ha resultado el de un autócrata y lo peor, que ni tan siquiera ha sida capaz de producir política de púbica para el beneficio de el conjunto de la sociedad, enfocándose tan sólo en acumular poder, demostrando que sólo aprendió eso de los gobiernos priistas que apoyó y que la democracia sólo era una mascarada.
El gobernador Rocha, no golpeó a quienes le enfrentaron en su campaña electoral, golpeó a sus aliados para desmontar el gobierno que venía construyendo MORENA, acabando así con Jesús Estrada Ferreira, Héctor Melesio Cuén Ojeda y el PAS, “El Químico” Benítez y ya no pudo con Gerardo Vargas de Ahome ni con Martín Ahumada de Guasave si no también lo hubiera hecho.
Por el contrario, a los de enfrente los incorporó a su gobierno y usted ha sido testigo de que jamás tocó, “ni con el pétalo de una rosa”, al ex gobernador Quirino Ordaz, resultando el principal beneficiario de su gobierno y no precisamente el partido MORENA.
El gobernador quiere en Sinaloa “el rochismo” y no “el morenismo”. El, como Toledo Corro, pretenden ser el gobierno de su época que le hace que sea un cacicazgo, por eso ha incrustado en MORENA a sus compañeros de viaje del PRI, cosa que no tiene nada de nuevo y ni de que alarmar a la candidatura presidencial Claudia Sheinbaum, así será en todos los estados que gobiernan.
Si, MORENA no llegó para quedarse, tan sólo fue un escalón para llegar al gobierno, pero el partido MORENA no existe, por que lamentablemente la han convertido en una franquicia que solo sirve para atrapar ilusos y empoderar profesionales del trapecismo político.
MORENA ha resultado una quimera, que desde los primeros días de AMLO cuando abdicó a su lucha contra la corrupción, se supo que había pactado la impunidad del “peñanietismo” y que sus amigos se convertían a socios y cómplices, los valores políticos que sintetizaron en “no mentir, no engañar, no robar”, se fueron al cesto de la basura.
Por eso hay que decirlo claro y sin rodeos, lo que vió Claudia Sheinbaum es el espejo de MORENA y sus gobiernos que verá en todo el país, el espejo del viejo PRI. Y ni modo.