Atenta Feliciano y Serapio contra la estabilidad de la UAS
Álvaro Aragón Ayala
Un grupúsculo de agitadores profesionales contratados por los diputados de Morena Feliciano Castro Meléndrez y Serapio Vargas orquestaron un show mediático con disfraz de protesta en contra de la Universidad Autónoma de Sinaloa rubricando la campaña de criminalización contra funcionarios de la Casa Rosalina. Se trata de hacer creer que en la UAS existe inestabilidad.
Los revoltosos, algunos no universitarios, fueron dirigidos por Marco Antonio Medrano, ex empleado uaseño, viejo grillo especialista en organizar desmanes y que desde hace años despotrica contra las autoridades porque los trabajadores universitarios se negaron a nombrarlo dirigente del Suntuas-administrativos. De esto hace ya varios años, pero aún desborda rencor.
Otro de los facinerosos identificado lo fue el morenista Arturo Nevárez, quien agita también en la Facultad de Psicología en la que ha intentado usar a los estudiantes como carne de cañón. Nevares sueña con convertirse en diputado local o federal de Morena.
Se trató de un atentado abierto a la estabilidad de la UAS, cuyas tareas sustantivas han permanecido inalterables desde que se inició el diferendo con el Congreso del Estado derivado de la aprobación y publicación de la Ley de Educación Superior del Estado de Sinaloa, violatoria a la autonomía de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Los agitadores se hicieron acompañar por reporteros de la revista Espejo y Noroeste, con la intención de transmitir su ira y que se despliegue la máxima publicidad posible contra la UAS. El grupito de revoltosos forma parte de una mini-corriente de renegados opositores a la Universidad del Conocimiento. Ellos abrevaban de Universidad Anárquica, y pugnan por su regreso.
Marco Antonio Medrano es parte del cártel de los jubilados, un grupúsculo que “tronó” el Fideicomiso Pro-Jubilación que garantizaba el pago de la jubilación dinámica por 20 años sin perjuicio económico para la Casa Rosalina. La jubilación dinámica le cuesta a la UAS una erogación anual de mil 700 millones de pesos.
En la “loca” manifestación participaron algunos empleados en activo y otros jubilados que se negaron recibir en su momento el monto de sus ahorros en el Fideicomiso alegando que también querían que se les reconociera como derecho de jubilación 25 años laborables, no 30 como estipula el Contrato Colectivo de Trabajo. No han recogido sus recursos del Fideicomiso porque no han querido.