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“Preocupadísimos” dicen estar algunos sectores por los pasivos de Petróleos Mexicanos (Pemex), por lo cual externan sus “dudas”: en 2023, dicen, ¿la empresa productiva del Estado en realidad tiene capacidad financiera para cubrir 10 mil millones de dólares de su débito, sólo este año? Y de ese monto, “casi 6 mil millones deberán cubrirse en el primer trimestre”. De ahí la pregunta: “¿el gobierno federal va a apoyar a pagar esa cantidad? En caso de que sí, ¿de dónde van a conseguir el dinero?”
Tal cuestionamiento obtuvo respuesta del presidente López Obrador, pero esa pregunta debió plantearse desde hace mucho, tanto como 36 años, a los “timoneles” del régimen neoliberal que desmantelaron, exprimieron y asfixiaron financieramente, y endeudaron a niveles insostenibles a la hoy empresa productiva del Estado, siempre con afán privatizador (aunque, entregada al capital privado, de cualquier forma el pasivo lo asumía el sector público, no los “nuevos participantes”).
Dijo el mandatario: “sí, hemos estado apoyando a Petróleos Mexicanos y lo vamos a seguir haciendo, porque es el rescate de la empresa pública más importante de nuestro país y del mundo en el sector petrolero, y todos los vencimientos de deudas anteriores se están pagando puntualmente y siempre con el apoyo de la Secretaría de Hacienda; no dejamos a Pemex sin respaldo. Hacienda tiene un plan junto con la dirección de Pemex y se va a cumplir en tiempo y forma; los recursos están contemplados en presupuesto público, en los techos de endeudamiento que autoriza el Congreso; respaldo total. Por ejemplo, disminuir impuestos a Pemex para ayudar a la empresa”.
Y, sí, los pasivos de Pemex son gigantescos, pero como bien dice el filósofo tabasqueño, texto sin contexto no es útil. Por ello, no hay que olvidar que se trata de una de las nefastas herencias del régimen neoliberal: seis gobiernos al hilo que destrozaron a la empresa y la quebraron, amén de la corrupción galopante, porque era necesario, según decían, “adaptarse al nuevo paradigma que depara para México desarrollo y prosperidad” (Peña Nieto dixit). ¡Ole!
Pues bien, la estadística histórica de Pemex da puntual cuenta de cómo el régimen neoliberal se “adaptó al nuevo paradigma”: con los tecnócratas instalados en Los Pinos, los pasivo de Pemex se multiplicaron por mil 430 entre diciembre de 1982 (con Miguel de la Madrid en la residencia oficial) y noviembre de 2018 (con Peña Nieto habitándola), pero sólo hasta hoy esos “preocupadísimos” sectores preguntan si la empresa productiva del Estado tiene con qué hacer frente al pago de deuda y si el gobierno federal la apoyará.
De acuerdo con esa misma estadística, cuando inició el gobierno de Miguel de la Madrid (uno de diciembre de 1982), Pemex reportó pasivos totales por 2 mil 472.1 millones de pesos (de los nuevos, aunque esta figura inicio en enero de 1993, pero se utiliza para dimensionar el fardo que dejaron en la ex paraestatal); el último día de noviembre de 2018, ya con Enrique Peña Nieto de salida, sumaron 3 billones 534 mil 602.7 millones de pesos, un incremento de 143 mil por ciento en el periodo. Pero los ahora “preocupadísimos” no preguntaban si el erario tenía con qué responder, tal vez porque sabían que se contrataba deuda para pagar los intereses de la deuda.
Con ese “nuevo paradigma”, los pasivos de Pemex crecieron constantemente en los seis gobiernos neoliberales: con Miguel de la Madrid se incrementaron 14 mil por ciento, en números cerrados; cerca de 200 por ciento con Carlos Salinas; 700 por ciento con Ernesto Zedillo; casi 300 por ciento con Vicente Fox (con enormes excedentes petroleros, al igual que su sucesor); alrededor de 200 por ciento con Felipe Calderón (en su sexenio se registraron los precios más altos para el crudo mexicano de exportación; en la decena trágica panista se dilapidaron esos ingresos y muchos más), y 154 por ciento con Enrique Peña Nieto. Y nadie preguntó.
En fin, todo (versión oficial) para “el desarrollo y prosperidad” de México, que, dicho sea de paso, se mantienen prófugos.
Las rebanadas del pastel
Canallada contra Claudia Sheinbaum: la cara visible es la pandillera, disfrazada de alcaldesa de la Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, quien “resguardaba” propaganda con mensajes de odio en contra de la jefa de Gobierno y arengó a los trabajadores “a partirle la madre” a la mandataria capitalina ( La Jornada, Alejandro Cruz Flores). ¿Y dónde están Lorenzo y sus valientes? Pues en la depre, porque ya se va.