Resurge el riesgo de la desestabilización de la UAS

Álvaro Aragón Ayala  

El falso sonsonete sobre el origen del financiamiento del Partido Sinaloense y el debate sobre la autonomía de las universidades públicas, regresó de nuevo al tablero del análisis político, pero sin el aporte de ningún elemento nuevo, excluyendo de las sospechas, eso sí, a las instituciones controladas por el gobierno de la 4T y centrando la discusión en la Universidad Autónoma de Sinaloa.   

Las suposiciones prefabricadas hace una década, falacias en el sentido de que la Universidad Autónoma de Sinaloa financia al PAS resurgieron alimentando la posible activación del “cártel de los jubilados” y de grupúsculos internos con patente de corso para agitar y desestabilizar a la casa rosalina. Una sospecha trae otra sospecha: la posibilidad de una nueva conspiración contra la UAS.    

Desde la perspectiva del sospechosísimo, tal parece que las Universidades Sumisas que gozan de una falsa autonomía universitaria, son, sospechosamente, las más autónomas. La paternidad de la autonomía universitaria es de las Universidades. Adjudicarse desde el exterior del campus la autoridad para calificar quien viola y quien no viola la autonomía es un despropósito. 

Las instituciones que antes estaban bajo la férula del PRI y que ahora abrevan de Morena no entran sospechosamente al contexto de ninguna sospecha oficial. En las universidades dominadas por la 4T los alumnos son caldo de cultivo de sus nuevas autoridades, quienes en el pasado reciente fueron considerados “activistas de izquierda” del PSUM, PC y PRD.  

EL ASESINATO Y LOS ATAQUES  

La querella mediática contra la Universidad Autónoma de Sinaloa no es nueva. Data del 2005, año en que grupos de “aviadores”, grillos amarillos y rojos, perdieron el dominio de la casa rosalina. La embestida inició con un hecho sangriento: el asesinato Enrique Ávila Castro, recién nombrado titular de la Dirección Jurídica de la Universidad Autónoma de Sinaloa por el entonces rector Héctor Melesio Cuén Ojeda.  

Los grupos que mantenían en estado de caos el alma mater, constituida en Universidad Anárquica y Populachera, implementaron la política de la agresión física y verbal para no perder sus privilegios uaseños y cerrarle el paso a la Universidad Académica-Científica. La asonada contra la UAS es perenne, no tiene tregua.  

El cadáver de Enrique Ávila Castro -quien en vida fue sacado a la fuerza de su oficina de la UAS-fue encontrado debajo del puente Piaxtla de más de 20 metros de altura, el cual se localiza en la comunidad de El Cajón de Piaxtla, en el municipio de San Ignacio. Las investigaciones apuntaron, como responsables del crimen, a un “grupo interno” de la Universidad.   

Los asesinos gozan de libertad y de los beneficios de la Cuarta Transformación. Siembran sospechas, intrigan, difaman y calumnian. El objetivo del grupúsculo es regresar con apoyo oficial-gubernamental y tomar por asalto la Universidad para saciar sus apetitos de venganza.  

NO HAY DAÑO PATRIMONIAL 

Las investigaciones contables-administrativas practicadas a la Universidad Autónoma de Sinaloa por la Auditoría Superior de la Federación y la Auditoría Superior del Estado, una, dos, cinco, diez, veinte veces y más, jamás han revelado desvío de recursos de ningún tipo ni daño patrimonial a la Universidad. Pero el sonsonete del financiamiento de la UAS al PAS persiste para desestabilizar. 

Diez años atrás, los intelectuales que perdieron el control y los privilegios que poseían en la Universidad Autónoma de Sinaloa, estallaron en furia por la formación del Partido Sinaloense, abierto a la comunidad sinaloense y a los universitarios que desearan incursionar extramuros en la actividad políticas para acceder a cargos de elección popular.  

De inmediato crearon en el imaginario público la idea de la UAS-Partido. El sonsonete de que la UAS financiaba al PAS ha caído varias veces por la contundencia de las auditorías practicadas al alma mater que han arrojado como resultado el buen manejo del presupuesto universitario. 

El mensaje captado por las autoridades de la UAS que sopesaron los “alcances” del resurgimiento de la versión no comprobada, sin sustento, del falso relato del financiamiento del PAS es en el sentido de que por la ruta de la desinformación y la criminalización de la participación política de los universitarios y la versión de que se atenta contra la autonomía se planea abrir una puerta para desestabilizar a la universidad.  

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