Biden y Kamala, liquidados; los acuerdos, con los republicanos

Carlos Ramírez

Si se entienden bien los juegos estratégicos del poder, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador supo que los demócratas, el presidente Biden y la vicepresidenta Harris carecían ya de fuerza política como para mantener o imponer acuerdos a México, en tanto que la vida política sucesoria en Estados Unidos está inclinando hacia el lado de los republicanos, con Donald Trump a la cabeza.

Varios recados reveladores se publicaron en Estados Unidos la víspera de la visita mexicana, sobre todo en el periódico The New York Times, en cuyo papel en el establishment liberal antirrepublicano encontró Biden una política informativa mañosamente anti Trump para restarle votos. El 11 de julio, el NYT publicó que la mayoría de los demócratas no quiere a Biden para en 2024 y por primera vez el 9 de julio en el mismo diario se puso en duda la capacidad de razonamiento intelectual del presidente por razones de “límites de edad”.

Por si fuera poco, sitio conservador Breitbar news que sirvió de plataforma política y de comunicación de Trump en 2016 recogió y enlistó cuando menos “seis artículos devastadores” del NYT contra Biden que fueron leídos en la comunidad política estadounidense como parte del nuevo posicionamiento del diario para frustrar las expectativas de reelección del presidente Biden y desdeñar cualquier posibilidad de que la vicepresidenta Harris pudiera ser el relevo en 2024.

Las principales empresas encuestadoras están registrando tendencias bastante bajas de aprobación presidencial que nunca se habían obtenido desde mediados del siglo pasado, pero sobre todo están haciendo énfasis en que el presidente Biden no está respondiendo a la agenda liberal, los resabios conservadores dejados por Trump siguen haciendo estragos en derechos sociales desde la Corte Suprema y los grupos ultraderechistas están potenciando a su favor el debate sobre el asalto al capitolio el 6 de enero del año pasado.

La crisis económica estadounidense con inflación arriba de 10% y PIB hasta ahora de -1.5% y cayendo, el fracaso de la estrategia de la Casa Blanca en la guerra de Ucrania por la falta de un involucramiento directo en el conflicto, las dudas en el cumplimiento de las resoluciones de la OTAN para militarizar Europa y confrontarla con Rusia y China que aportan comercio y energía a Occidente serían otros elementos que le han restado expectativas al presidente Biden.

Los más preocupados por apuntalar la débil posición del presidente estadounidense fueron los sectores antilopezobradoristas mexicanos que analizaron la reciente reunión en la Casa Blanca el pasado martes 12 de julio como un fracaso para México, cuando en realidad el propio presidente Biden no le puso a la atención al escenario político de su vecino, estaba pensando en la OTAN y en su viaje a Israel y Arabia Saudita y utilizó el encuentro en la Oficina Oval para una foto sin criterios estratégicos.

Si se le da una lectura estratégica a esa visita, México cumplió de manera protocolaria con una operación curita para proteger la herida que el presidente López Obrador le infligió a uno de los costados más importantes de Estados Unidos –su patio trasero– con la decisión de no asistir a la IX Cumbre de las Américas y destruir la expectativa de EU de convertir esa reunión en la consolidación del dominio imperial de Washington.

Los que se siguen desgastando en interpretar el lenguaje corporal del presidente mexicano y del presidente estadounidense no saben o no quieren darle una lectura estratégica al hecho de que el resultado real de esa reunión fue confirmar la falta de un entendimiento entre las dos naciones, dejando que Estados Unidos emitiera un comunicado de reforzamiento de su enfoque de dominación de seguridad nacional y que México siquiera desdeñando las preocupaciones estadounidenses de hegemonía de la economía y la seguridad que no ha podido horadar por la Casa Blanca.

Y si alguna lectura local quisiera darse esta reunión, sin duda que deberá buscarse en el papel que jugará el llamado factor estadounidense en la definición de la candidatura presidencial mexicana en 2024, para evitar que México regrese el próximo sexenio al entreguismo de la soberanía nacional mexicana a los intereses de Estados Unidos que pactó Carlos Salinas y que siguen vigentes en el papel del Tratado de Comercio Libre, pero que en los hechos ha sido contenido por el enfoque nacionalista de Estado del presidente López Obrador.

Si México jugará un papel importante en la elección presidencial en Estados Unidos, Donald Trump sigue teniendo mayor enfoque estratégico que los demócratas.

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