Estadísticas de delitos y escuadrones de la muerte
Álvaro Aragón Ayala
El engañoso modelo quirinista de la comparación estadística criminalística, volvió a meter en un brete al titular la Secretaría Estatal de Seguridad Pública ya que no logra enmascarar la inseguridad que arropa a Sinaloa. Cristóbal Castañeda Camarillo reduce a los ciudadanos, víctimas de delitos de alto impacto, a simples gráficas estadísticas y oculta los porqués no son investigados cientos de asesinatos perpetrados a mansalva en el estado.
Montado en la difusión de frivolidades en su Facebook, Twitter, Instagram y WhatsApp que le ganó la burla y el repudio social, Quirino Ordaz Coppel, en función de gobernador, instruyó amartillar a Cristóbal Castañeda un parapeto publicitario, con las estadísticas criminales, para calificar de mejor su falso programa de prevención y combate a la delincuencia que el instalado por el ex gobernador Mario López Valdez.
La estratagema no le funcionó por las constantes “encerronas” o acuartelamientos de los cuerpos de seguridad ante la presencia de grupos armados en las zonas citadinas, el asesinato del periodista Javier Valdez, el “jueves negro” y la ola de crímenes no investigados y menos resueltos atribuidos a escuadrones de la muerte. Quirino Ordaz heredó un “gobierno fallido” en materia de seguridad pública. También le dejó a Rubén Rocha Moya a Cristóbal Castañeda.
Con los antecedentes del fracaso, pero quizá con la certeza que sí puede engañar a un sector de la población, Castañeda Camarillo volvió a montar la comparación estadística criminalística en el régimen de Rubén Rocha, pero ahora únicamente con datos obtenidos de un solo canal, la Fiscalía General de Justicia, que, a juicio de tirios y troyanos, selecciona que delitos subir a sus plataformas y clasifica los crímenes que deberá investigar y cuáles no.
Sin embargo, las estadísticas no son las reinas de las probanzas. El escéptico historiador del siglo XIX, Thomas Carlyle, despreció la estadística por su habilidad para demostrar cualquier cosa que uno desee. George Gallup, pionero en la realización de encuestas, trascendió en la historia por comentar que podía probar que Dios existía con las herramientas de la estadística.
Desde el ángulo unilateral, exclusivamente personal, en un ejercicio de alabanza en boca propia, el secretario Estatal de Seguridad Pública pavonea que va bien el programa o el modelo preventivo de delitos que él dirige, sin reparar que el grueso de la población, la que sí piensa, sabe que se pueden maniobrar y recortar “datos estadísticos” de modo tal que parezca que se trabaja mejor que en el pasado.
Las estadísticas criminales de Cristóbal Castañeda Camarillo con las que quiere “apantallar” a los sinaloenses de que “vamos mejor”, no incluyen los porqués cientos de crímenes perpetrados “a cielo abierto” en Sinaloa, otros cientos de casos de personas desaparecidas o “levantadas” y otros tantos cadáveres localizados en tumbas clandestinas, son inmediatamente archivados como casos no resueltos.
Las estadísticas, al alza o a la baja, sobre seguridad, esconden la segregación de cientos de familia que reclaman que los asesinatos de sus hijos, hermanos, tíos, padres, etc., sean investigados con apremio. La orden de “cerrar los casos” embadurna de sospechas, ofreciendo la lectura de que habrían de operan grupos criminales con patente de corso (autorización o protección) para asesinar y desaparecer.
Mark Twain, uno de los más grandes escritores norteamericanos hizo famosa la siguiente frase: “Hay tres clases de mentiras: las mentiras, las grandes mentiras y… las estadísticas”. La frase la atribuía Twain a Benjamín Disraelí quien fue un par de veces Primer Ministro del Reino Unido. El sarcasmo es vigente. Las estadísticas pueden ser usadas para mentir, aparentemente diciendo la verdad.