¿Para qué queremos más fintech en México?

Jorge Sánchez García

Desde el 1 de octubre, una mujer ocupa por primera vez la silla presidencial. Para las startups esta es una gran noticia debido al perfil científico, técnico e institucional de la nueva presidenta.

Sí, la expectativa de su sexenio es alta. En principio, se esperaría que impulse una mayor inversión en empresas tecnológicas, a la par de fomentar con mayor determinación el desarrollo tecnológico nacional. Esto, sería un claro guiño a las fintech que han subido como la espuma en los últimos años, democratizando cada vez más, el acceso a los servicios financieros.

En un país donde la movilidad social es un reto, las fintech pueden tirar muros y ofrecer a millones de personas nuevas oportunidades para ahorrar, invertir y acceder a créditos, lo que significa tener entrada libre a una mejor calidad de vida.

¿Pero eso es todo? ¿Es así de simple la fórmula? Nada en la vida es tan simple. Ángel Sahagún, CEO y Fundador de Albo, con quien intercambié algunos puntos de vista sobre el tema, considera que las fintech están diseñadas para ser disruptivas y que cualquier regulación posible debe alimentar esta naturaleza innovadora en lugar de sofocarla.

Si miramos ejemplos internacionales, vemos que países como Corea del Sur y China lograron un desarrollo económico robusto gracias a un ecosistema financiero sólido que fomentó el ahorro y apoyó la inversión. México tiene la oportunidad de seguir un camino similar, aunque para ello es esencial que la nueva administración articule una visión que combine una regulación inteligente con incentivos para crear un círculo virtuoso de colaboración.

Más fintech para nuevas realidades

A pesar de que el segmento de fintech ha crecido desmesuradamente en los últimos años, en México queremos más. ¿Para qué? Para enfrentar al gigante que representa la exclusión financiera y que afecta a millones de personas que aún no tienen acceso a préstamos ni créditos, ya sea porque viven en zonas rurales o porque simplemente no cumplen con los requisitos que los bancos piden. Y ahí es donde las fintech entran al quite, ofreciendo soluciones accesibles, rápidas y, en muchos casos, más baratas.

Si bien la inclusión financiera es un motor para el desarrollo económico en cualquier país, México enfrenta una significativa brecha de bancarización en comparación con otras naciones del mundo donde el índice es claramente más alto. Esta diferencia perpetúa la desigualdad y obstaculiza la movilidad social, ambos, problemas para los que siempre viene bien que el gobierno e iniciativa privada trabajen juntos con un objetivo en común.

Para cerrar esta brecha, la inversión en tecnología es más que necesaria, dado que el desarrollo económico de los países depende, entre otros factores, de la inclusión financiera y de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades.

El mercado mexicano necesita más fintech, en donde la verdadera innovación esté acompañada de un marco regulatorio sólido y de un ecosistema en expansión en que inversionistas y empresarios tengan una meta en común: crecer para cambiar en positivo la realidad que vivimos.

Más fintech estimulan la competencia y abren nuevas directrices de consumo que pueden ser adoptadas por los bancos y otras instituciones financieras tradicionales.

¿Qué sigue para las fintech?

En los últimos años hemos presenciado la creación de numerosas empresas fintech, pero el reto está en su consolidación; solo aquellas que verdaderamente mantengan su enfoque en resolver grandes problemas perdurarán. La competencia, aunque feroz, es un motor de mejora continua que beneficiará a los consumidores y, en última instancia, a nuestra economía.

Sobre ese punto, Jorge González Gasque, Managing Partner de G2, y quien maneja un fondo Fintech tiene claro que lo que sigue para estas empresas tiene nombre y apellido embedded finance, o la integración de servicios. Sí importa el cliente, sí también la inclusión, pero al integrarlo con productos de la vida cotidiana se puede llevar las fintech a otro nivel.

La próxima década será decisiva, la competencia aumentará, algunas fintech desaparecerán y otras serán adquiridas. Lo cierto es que estas empresas aún tienen mucho que dar y en los próximos años veremos una evolución interesante que nos llevará no preguntarnos si queremos más fintech, sino a cuestionarnos cómo es que no entendimos antes lo mucho que las necesitamos.

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