Despido de Cuén, un insulto a la memoria del periodista Luis Enrique. Usan su crimen

Álvaro Aragón Ayala 

El asesinato de Luis Enrique Ramírez Ramos, autor de la columna El Ancla, publicada en El Debate, y considerado férreo defensor del proyecto de Héctor Melesio Cuén Ojeda y del Partido Sinaloense, fue utilizado de manera perversa para despedir al secretario estatal de Salud, quien se había convertido en amigo del periodista y uno de sus principales pilares emocionales. Cuén sale del gabinete en calidad de víctima de una traición. 

Durante los últimos cinco años, Luis Enrique Ramírez se había transformado en una pieza clave en la defensa y la proyección de la imagen de Cuén Ojeda y de los trabajos políticos del PAS; el periodista siempre demostró interés por destacar la labor de quien fuera secretario de Salud, difundiendo los programas que estaba rescatando. En su columna El Ancla del 6 de abril, el periodista destacó: “Sabe Cuén que, tarde o temprano, la vida misma castigará a quienes lo traicionan sin que él deba mover un dedo”.    

Aprovechando el crimen de Luis Enrique Ramírez, se armó una “jugada cadavérica” achacada al cerebro del secretario general de Gobierno, Enrique Inzunza Cázares, contra Héctor Melesio Cuén Ojeda, con el fin de procesar con toda saña su despido de la secretaría de Salud, cargo en el que, a partir de su toma de posesión, era criticado y sometido a “juicio público” sin derecho a defensa principalmente en “Las Semaneras”.  

Rubén Rocha aceptó el respaldo político en el 2020 y el político-electoral en el 2021 de Héctor Melesio Cuén Ojeda y del Partido Sinaloense. La alianza Morena-PAS y los “amarres” realizados por Cuén Ojeda permitieron el desarrollo de una intensa campaña que llevó a Rocha la gubernatura de Sinaloa, encarando un proceso ríspido en el que incluso se le endilgó el mote de narcocandidato. 

En el acuerdo suscrito por la alianza Morena-PAS, el compromiso era el ejercer un gobierno incluyente. Morena-Nacional firmó de testigo el convenio político, en el cual se plasmó que en funciones de gobernador Rocha Moya se obligaba a darle dos posiciones a Cuén Ojeda, en aquel entonces dirigente del Partido Sinaloense. Desde el principio, la lectura fue no cumplir con lo tratado. 

Bajo presión del Comité Ejecutivo Nacional de Morena, Rocha Moya nombró a Cuén Ojeda titular de Salud Estatal y a otra pasista, María del Rosario Torres Noriega, secretaria de Turismo. El gobernador sabía que el líder moral del PAS había sostenido relaciones “ríspidas”, pero pasajeras o temporales, con el periodista Luis Enrique Ramírez y con la seudoperiodista, María Teresa Guerra Ochoa, a quienes había demandado, lo cual no fue obstáculo para aceptar su apoyo en la campaña ni traba para designarlo secretario de Salud.  

Cuén Ojeda tomó posesión como secretario de Salud bastante acotado. En lo interno no se le dio la oportunidad de manejar el área administrativa, por lo que no tenía acceso a los recursos de la dependencia, y se le vetó para que nombrara a la mayoría de los funcionarios de salud, quienes fueron “seleccionados” por su proclividad a la “grilla” o por venir del viejo PRD o de las filas de Morena. En la asignación de las posiciones no cuenistas no se privilegió la trayectoria médica ni administrativa.  

El asesinato de Luis Enrique Ramírez cayó, pues, como “anillo al dedo” a Enrique Inzunza Cazarez para fraguar otra jugada perversa contra Cuén Ojeda, en la que “enganchó” al gobernador, interesado también en despedir a su secretario de Salud para cumplir con sus aliados del “cártel de jubilados”, incrustados en su gabinete. La primera intención ruin fue intentar “vincularlo” al crimen del periodista, pero dieron marcha atrás porque la maquinación era demasiado canallesca y nadie se las creería.  

Optaron luego por usar el crimen de Luis Enrique Ramírez desplazando una treta con doble efecto: 1.- Para intentar contener la irritación social y periodística que generó el asesinato. 2.- Para intentar exhibir a Cuén Ojeda como enemigo de los periodistas. Así, Enrique Inzunza Cázarez sacó del Supremo Tribunal de Justicia, de dos juzgados, dos expedientes “empolvados” que el mismo, en el pasado se había encargado de “congelar”, para usarlos en el procesamiento de la destitución del secretario de Salud. 

Con esas querellas, el gobernador Rubén Rocha giró la orden de retirar, en un plazo de 48 horas, las demandas que sus colaboradores pudieran tener contra los comunicadores ya que la actual administración, dijo, “no armoniza con el ejercicio de acciones legales en contra de periodistas por expresiones difundidas en el desempeño de su profesión”. Planteó que “los hechos ocurridos recientemente, en especial la privación de la vida al periodista Luis Enrique Ramírez, son motivo de reflexión sobre la garantía del ejercicio libre de dicha profesión en nuestro estado”. 

Cuén Ojeda no retiró la demanda 43/2016 que hacía más de seis años había interpuesto contra Luis Enrique Ramírez, porque no tenía caso ya que él y el periodista (recientemente asesinado) se reunieron posteriormente y fumaron la “pipa de la paz”. Después de varias charlas, el comunicador quedó convencido de las bondades del Proyecto PAS y de que Héctor Melesio Cuén Ojeda no era el ogro que pintaban los de la vieja guardia universitaria o los miembros del “cártel de jubilados”, quienes tienen años culpándolo de sus desgracias.    

Luis Enrique Ramírez se convirtió en defensor e impulsor de la figura de Cuén Ojeda y de su proyecto. En vida el comunicador tal vez jamás imaginó que le quitarían la vida de manera tan artera y tampoco de que después de su asesinato, el gobierno estatal usaría una demanda “empolvada”, que jamás avanzó en los tribunales, para destituir a su amigo Héctor Melesio Cuén Ojeda de la secretaría de Salud. De hecho, el uso perverso del crimen para despedirlo es un insulto a la memoria del periodista inmolado.      

La otra demanda que el gobernador quería que Cuén Ojeda “retirara” o que se desistiera es la 797/2018 que interpuso contra la ex diputada del PRD y actual titular de la Secretaría de La Mujer, María Teresa Guerra Ochoa, quien en su trajinar político lo mismo se viste de abogada laboral, luchadora social, defensora de las mujeres y “periodista”. El propio dirigente de la Asociación de Periodistas de Sinaloa, Juan Manuel Partida Valdez, rechazó que a la funcionaria estatal se le catalogue como comunicadora   

La querella contra “La Tere” Guerra, quien desde que salió de la Universidad Autónoma de Sinaloa emprendió una “persecución ‘periodística’” contra Héctor Melesio Cuén Ojeda, difamándolo y calumniándolo, inventándole incluso delitos graves, no prosperó porque en calidad de presidente del Supremo Tribunal de Justicia, Enrique Inzunza Cázarez, la “congeló” porque dictar alguna resolución contra ella sería tanto como “descabezar” las constantes asonadas contra quien fuera el dirigente del Partido Sinaloense. 

Así, con esa burda y perversa jugada, se consumó la traición y el despido de Héctor Melesio Cuén Ojeda. Sale del gabinete estatal con la imagen de víctima, no de una, sino de varias conspiraciones, y de una serie de ataques, de parte de aquellos a los que apoyó y allanó el camino para que llegaran a la gubernatura, posición que ahora usan para intentar sepultarlo políticamente y de ser posible encarcelarlo. De ese tamaño es el miedo, los celos y el odio político que le tienen al fundador del Partido Sinaloense.   

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